jueves, 26 de diciembre de 2024

Dólar in extremis: Hay pronósticos de US$ 1,45 a 1,80 por euro

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Estrategas cambiarios de bancas internacionales creen que la Reserva Federal o el Banco Central Europeo recién se moverán si el euro roza US$1,45. Pero un experto de Harvard no espera nada relevante hasta que el precio toque 1,80… en 2007.

Mientras el euro, tras alcanzar cimas de US$1,3505 el jueves (el viernes casi no se operó), parecía apuntar a US$1,355 antes de terminar el año, varios analistas especializados esperan entre US$1,45 en 2005 y un fenomenal 1,80 en 2006-2007. Conviene recordar que, durante el avance de septiembre-noviembre, las proyecciones equivalentes iban de US$1,35 a 1,40 por euro. También debe tenerse en cuenta un curioso hábito de quienes formulan estos vaticinios: prever paridades insostenibles para dentro de uno a tres años, en tanto la experiencia desde 1984 indica que esos valores críticos se dan en cuestión de meses.

En el extremo de la gama Maurice Obstfeld (Universidad de California, Berkeley), Kenneth Rogoff (Harvard, ex analista jefe del FMI) e ING Financial Markets estiman que los dos grandes bancos centrales recién saldrán del letargo cuando el euro ronde los US$1,80. Al respecto, un estudio conjunto de ambos expertos –publicado en este sitio, hace dos semanas- presumía reacciones de los emisores cuando el euro estuviese cerca de US$1,50-55.

La diferencia es que, ahora, han elevado la cota y se les suma una firma de valores ligada al grupo bancario holandés ING-Barings. Por supuesto, casi todos los analistas privados o universitarios –aun quienes no comparten el extremo de US$1,80- coinciden en que el Grupo de los 7 debiera convocar ya (no en 2006) a una reunión para encarar reformas urgentes y una intervención conjunta en los mercados. Vale decir, forjar un acuerdo similar al del entonces G-5 en Nueva York, octubre de 1985 (tema también abordado en este sitio, hace pocos días).

Por su parte, cuatro periódicos económicos –Financial Times, Wall Street Journal, Frankfurter Allegemeine, Asahi Shimbun– coinciden en diagnósticos críticos. No obstante, sus proyecciones no van más allá de US$1,50 por euro en algún momento de 2005.

Sea como fuere, Rogoff, Obstfeld e ING han elaborado horizontes similares, tomando 1,80. El primero define ese valor como “punto de ruptura”. El segundo, teme que pueda arrasar con las cúpulas del BCE, el Bundesbank –que maneja al anterior- y el Sistema de Reserva Federal. Pero eso ya sería una crisis política sin precedentes, al menos desde los acuerdos de Bretton Woods (1944) y el cese unilateral de pagos declarado en 1947 por Gran Bretaña.

Sea como fuere, el mediano plazo viene siendo alarmante desde 2003. En ese momento, el avance del euro sobre el dólar (que tantos expertos y medios insisten en presentar al revés, como si fuera la paridad dólar-yen) ya preocupaba. Ahora, mucho más: el precio del euro acumula un alza de 64% entre el mínimo de US$0,8228 (octubre de 2000) hasta el máximo del jueves 22 (1,3505).

El deterioro es impresionante. Importa recordar, a la sazón, que la paridad dólar-yen necesitó apenas dos años para caer del pico en 1985 al pozo en 1987. Pero mediando justamente la intervención coordinada del G-5 en los principales mercados del mundo. En un marco más amplio, la depreciación del dólar contra el yen requirió 11 años (1985-95) para acumular 70% y dejar la divisa referencial en su valor más exiguo desde 1946, o sea en 50 años.

Si, como observa Michael Sesit en el WSJ, “esos antecedentes valen algo, no suena exagerado aquel presunto retroceso de 54% que representrá un euro a US$1,80”. El brutal crecimiento de US$167.000 millones por trimestre en el déficit de pagos externos estadounidenses (cuenta corriente) “es una excelente razón para esas proyecciones”. Como reflexionan al respecto Paul Krugman o Robert Kuttner, la explosiva mezcla de Irak y la economía podría hacer con George W. Bush lo que Watergate hizo con Richard M. Nixon.

Mientras el euro, tras alcanzar cimas de US$1,3505 el jueves (el viernes casi no se operó), parecía apuntar a US$1,355 antes de terminar el año, varios analistas especializados esperan entre US$1,45 en 2005 y un fenomenal 1,80 en 2006-2007. Conviene recordar que, durante el avance de septiembre-noviembre, las proyecciones equivalentes iban de US$1,35 a 1,40 por euro. También debe tenerse en cuenta un curioso hábito de quienes formulan estos vaticinios: prever paridades insostenibles para dentro de uno a tres años, en tanto la experiencia desde 1984 indica que esos valores críticos se dan en cuestión de meses.

En el extremo de la gama Maurice Obstfeld (Universidad de California, Berkeley), Kenneth Rogoff (Harvard, ex analista jefe del FMI) e ING Financial Markets estiman que los dos grandes bancos centrales recién saldrán del letargo cuando el euro ronde los US$1,80. Al respecto, un estudio conjunto de ambos expertos –publicado en este sitio, hace dos semanas- presumía reacciones de los emisores cuando el euro estuviese cerca de US$1,50-55.

La diferencia es que, ahora, han elevado la cota y se les suma una firma de valores ligada al grupo bancario holandés ING-Barings. Por supuesto, casi todos los analistas privados o universitarios –aun quienes no comparten el extremo de US$1,80- coinciden en que el Grupo de los 7 debiera convocar ya (no en 2006) a una reunión para encarar reformas urgentes y una intervención conjunta en los mercados. Vale decir, forjar un acuerdo similar al del entonces G-5 en Nueva York, octubre de 1985 (tema también abordado en este sitio, hace pocos días).

Por su parte, cuatro periódicos económicos –Financial Times, Wall Street Journal, Frankfurter Allegemeine, Asahi Shimbun– coinciden en diagnósticos críticos. No obstante, sus proyecciones no van más allá de US$1,50 por euro en algún momento de 2005.

Sea como fuere, Rogoff, Obstfeld e ING han elaborado horizontes similares, tomando 1,80. El primero define ese valor como “punto de ruptura”. El segundo, teme que pueda arrasar con las cúpulas del BCE, el Bundesbank –que maneja al anterior- y el Sistema de Reserva Federal. Pero eso ya sería una crisis política sin precedentes, al menos desde los acuerdos de Bretton Woods (1944) y el cese unilateral de pagos declarado en 1947 por Gran Bretaña.

Sea como fuere, el mediano plazo viene siendo alarmante desde 2003. En ese momento, el avance del euro sobre el dólar (que tantos expertos y medios insisten en presentar al revés, como si fuera la paridad dólar-yen) ya preocupaba. Ahora, mucho más: el precio del euro acumula un alza de 64% entre el mínimo de US$0,8228 (octubre de 2000) hasta el máximo del jueves 22 (1,3505).

El deterioro es impresionante. Importa recordar, a la sazón, que la paridad dólar-yen necesitó apenas dos años para caer del pico en 1985 al pozo en 1987. Pero mediando justamente la intervención coordinada del G-5 en los principales mercados del mundo. En un marco más amplio, la depreciación del dólar contra el yen requirió 11 años (1985-95) para acumular 70% y dejar la divisa referencial en su valor más exiguo desde 1946, o sea en 50 años.

Si, como observa Michael Sesit en el WSJ, “esos antecedentes valen algo, no suena exagerado aquel presunto retroceso de 54% que representrá un euro a US$1,80”. El brutal crecimiento de US$167.000 millones por trimestre en el déficit de pagos externos estadounidenses (cuenta corriente) “es una excelente razón para esas proyecciones”. Como reflexionan al respecto Paul Krugman o Robert Kuttner, la explosiva mezcla de Irak y la economía podría hacer con George W. Bush lo que Watergate hizo con Richard M. Nixon.

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