Dilma paga las tasas más altas del mundo

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Brasil eligió afectar el crecimiento con tal que no se le descontrolen los precios en el año electoral: subió las tasas al 9,5%, las más altas del mundo.

Por quinta vez en el año, fueron aumentados los intereses base de la economía brasileña, con lo cual vuelve a ser el país del mundo en que es más caro el precio del dinero: 9,5%.

El Comité de Política Monetaria del Banco Central (Copom) aumentó en 0,5 puntos el tipo básico de interés (Selic). Advierte que la inflación constituye un riesgo para la economía y que a pesar de que demuestra una cierta disminución alcanza el 5,86%, por encima del objetivo del 4,5%.

“El Comité (de Política Monetaria) considera que esa decisión contribuirá a bajar la inflación y a asegurar que esa tendencia persista en el año próximo”, afirma el comunicado del Banco Central.

La decisión fue tomada por unanimidad entre los miembros del Comité Monetario, y los empresarios la cuestionaron enfáticamente. Al dispararse la inflación, el Banco Central, del 7,25% de abril pasado, ha pasado al 9,5% y ya se prevé que acabe el año con un 10%, alcanzado la cifra emblemática de los dos dígitos.

La presidenta Dilma Rousseff, al llegar al gobierno era partidaria de una rebaja drástica de los tipos de interés para ayudar la recuperación de la economía.

Brasil continúa presentando el crecimiento del PIB más bajo de los llamados Brics (un grupo formado además por Rusia, India y China, y en el que en ocasiones se incluye a Sudáfrica) y en general la economía, si se exceptúa el campo del “agronegocio”, es decir de la industria derivada de la agricultura, se encuentra en dificultades para recuperar el crecimiento de los años pasados.

Dilma se encontró durante su mandato con el difícil dilema de controlar la inflación, que es la mayor enemiga de las clases más bajas y que golpea a la nueva clase media llegada de la miseria, o hacer crecer la economía.

Si bien pretendía bajar los tipos de interés sin que se notara en la inflación, tuvo que cambiar de planes en vísperas de las elecciones presidenciales del año próximo, dejando luz verde al Banco Central para que volviese a aumentar los interese convirtiéndolos en los más altos del mundo.

La opción se juzgó inevitable ante la presión inflacionaria  en un año electoral, debido a que los votos al oficialismo vienen mayoritariamente de las capas más bajas de la población, que son las más beneficiadas por las políticas sociales.

Para colmo, el Gobierno está en vísperas de un aumento del 6% de los combustibles, según anunció el ministro de Minas y Energía, Edison Lobão, y podrían aumentar los precios aún más. La decisión venía siendo retrasada pero Petrobrás, que sufre una fuerte crisis de caja, tiene que pagar un precio mucho mayor de lo que le permiten vender a los consumidores.

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