sábado, 28 de diciembre de 2024

Dilema en Levante: sembrar más o ahorrar agua potable

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Se cierne nuevamente un viejo espectro malthusiano. El alza mundial de precios pone en un brete al sudoeste asiático y el norte africano: cultivar más alimentos para poblaciones crecientes o preservar reservas acuíferas geográfícamente poco accesibles.

<p>Durante siglos, los estados de una regi&oacute;n que va desde Marruecos hasta el golfo P&eacute;rsico han vivido de torrentes inestables y tres r&iacute;os b&iacute;blicos, Nilo, Tigris y &Eacute;ufrates. Justo al sur, s&oacute;lo est&aacute;n el Sahara o los desiertos de Libia, Egipto y Saudiarabia. Pero, como sucede en Palestina-Israel, el costo de sacar agua de los eriales obliga a varios pa&iacute;ses a importar hasta 90% de sus alimentos. <br />
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Hoy, el aumento especulativo de futuros en rubros agr&iacute;colas hace que una faja geopol&iacute;ticamente vol&aacute;til (desde el Tercer milenio antes de la era com&uacute;n) deba replantear o barajar otras opciones. La poblaci&oacute;n del &aacute;rea entre el Atl&aacute;ntico y Asia occidental &ndash;excluyendo Turqu&iacute;a e Ir&aacute;n- se ha triplicado a casi 400 millones desde 1950 hasta 2009 y alcanzar&aacute; unos 600 millones hacia 2050. <br />
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Para mediados de siglo, la cantidad de agua potable por habitante &ndash;ya escasa- ser&aacute; 50% inferior a la actual. Como, al mismo tiempo, la mayor fuente de financiamiento regional &ndash;los hidrocarburos- se habr&aacute; agotado, la falta de fondos agravar&aacute; aun m&aacute;s las tensiones en Levante y el Maghreb. &ldquo;Para muchos estados de la zona, no existen salidas sencillas ni f&aacute;ciles&rdquo;, sostiene Alan Richards, profesor de econom&iacute;a ambiental (universidad de California), en &ldquo;Los &Aacute;ngeles Times&rdquo;. Tras perder fe en los mercados internacionales, &ldquo;retoman esquemas por dem&aacute;s costosos para mantener reservas h&iacute;dricas&rdquo;.<br />
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El min&uacute;sculo Dybut&iacute; (entre Eritrea, Etiop&iacute;a. Somal&iacute;a y el mar) cultiva arroz en invern&aacute;culos a helioenerg&iacute;a. Extrae agua subterr&aacute;nea y emplea agua marina para enfriar instalaciones. Pero, como se&ntilde;alan sus t&eacute;cnicos, &ldquo;probablemente sea el arroz m&aacute;s caro del planeta&rdquo;. Naturalmente, Saudiarabia y otros magnates petroleros comienzan a comprar tierras de pan llevar en pa&iacute;ses como Sud&aacute;n, Pakist&aacute;n o Ucrania.<br />
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Egipto, donde la escasez de alimentos o su precio ya produjeron disturbios en 2008 y 2009, tambi&eacute;n se fija en su vecino y ex feudatario meridional, Sud&aacute;n. Tiene en marcha un proyecto para cultivar trigo en unas 800.000 hect&aacute;reas transfronterizas. Pero esta clase de iniciativas no basta para volver a la autosuficiencia en regiones donde, otrora, el Nilo o el Tigris-&Eacute;ufrates sobraban para alimentar y exportar. Hasta el siglo III de la era com&uacute;n, por cierto, el norte de &Aacute;frica era el granero del imperio Romano.<br />
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En los a&ntilde;os 80, Saudiarabia explotaba acu&iacute;feros para producir su propio trigo y hasta exportarlo. Pero, en 2007, suspendi&oacute; el programa para no derrochar agua. Por el momento, las perspectivas son todav&iacute;a menos halag&uuml;e&ntilde;as para pa&iacute;ses tan poblados como Egipto (80 millones) o Ir&aacute;n (70 millones) y apenas mejores para Turqu&iacute;a (otros 70 millones). &Eacute;ste es un escenario donde cualquiera podr&iacute;a concebir guerras no ya por el petr&oacute;leo -como en Irak-, sino por el agua.</p>
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