La deuda total, acumulada en todo el planeta, es de US$ 164 billones (millones de millones). Es una cifra tan descomunal que supera a la que existía en 2008, cuando se desarrolló la crisis financiera global (“la nueva gran depresión”, como se la llamó entonces).
Según la advertencia del Fondo Monetario Internacional, tanto los sectores públicos como privados, deben recortar –o al menos no aumentar- los actuales niveles de deuda, para mejorar la resistencia de la economía global y asegurar que habrá un arsenal de herramientas para combatir las situación si empeora.
El toque de alarma de FMI señala también la situación de la economía de Estados Unidos, la única de las grandes, que no tiene planificado reducir su nivel de deuda, ya que los recortes impositivos avanzan pero manteniendo muy alto el nivel de endeudamiento.
El endeudamiento global es equivalente a dos veces el tamaño de todos los bienes y servicios producidos cada año, o a 225% del producto bruto global. Es 12 puntos porcentuales más alto que el experimentado en el pico de lacrisis financiera de 2009.
De ese total colosal de deuda, la mitad de esos US$ 164 billones, corresponden a tres países: Estados Unidos, Japón y China. Lo más preocupante tal vez es el caso de China. En 2001, su deuda era de US$ 1,7 billones. En 2016, pasó a ser de US$ 25,5 billones. Un crecimiento muy rápido, que además explica tres cuartas partes del aumento en la deuda del sector privado en la última década. La porción de lo que se conoce como deuda especulativa (leveraged loans) es mayor de la que tuvo ese segmento durante 2008-2009.