Los documentos desclasificados de los Archivos Nacionales
británicos serán una sorpresa para muchos. En los papeles se desprenden algunos
mitos. Entre ellos, que el gobierno de Margaret Thatcher no quería negociar la
soberanía de las islas Malvinas; de hecho, bajo la intensa presión de Estados
Unidos para evitar un conflicto armado, aparentemente estuvieron dispuestos a
negociar, a pesar del discurso público británico en aquella época.
Solo dos semanas después del desembarco argentino en las
islas – fue el de 2 de abril de 1982- Thatcher estaba más cerca de adoptar una
solución diplomática. Quería, a cambio de la retirada de las tropas, conformar
una comisión argentina en el parlamento isleño. De hecho, en una conversación
desclasificada el viernes, Thatcher admite estar dispuesta a ceder soberanía
británica de las islas si los isleños así lo decidían. Sientan así un
precedente sobre la autodeterminación de las naciones.
La clave para reforzar el trato era la presencia de Estados
Unidos que aseguraría el acuerdo interno y la seguridad de las islas luego de
decidirse bajo voto isleño. Desde el principio Gran Bretaña tuvo que soportar
la presión estadounidense para llegar a un acuerdo pacifico. Pero, según los
documentos desclasificados, los ministros de Thatcher sabían que estaban
tratando con una junta militar liderada por un hombre irracional como Leopoldo
Galtieri.
Inclusive hacia fines de mayo, Thatcher pensaba que en el
futuro de las islas no estaría determinado ni por la presencia argentina ni
británica sino una especie de independencia.
Se dice poco, sin embargo, sobre el hundimiento del crucero
General Belgrano, atacado fuera de la zona de exclusión y que significó la
perdida de 323 vidas. Días antes del hundimiento el “comité de guerraâ€
presidido por Thatcher había decidido “atacar a cualquier nave de la armada
Argentina†que significase un peligro para la fuerza de operaciones británica,
la famosa Task Force “sin importar el lugarâ€.
Esta decisión no fue motivada por el crucero General Belgrano
sino por el portaaviones 25 de Mayo, que había sido identificado como un
eslabón crucial en la ofensiva local. La decisión de aplicar las nuevas reglas
al Belgrano parece haber sido tomada por Thatcher y un pequeño grupo de
funcionarios y políticos reunidos el 2 de mayo, a la hora del almuerzo, en
Chequers, la residencia de fin de semana de la primera ministra del gobierno
británico.