Los motores V-& que General Motors fabrica en Michigan están formados por autopartes que atraviesan fronteras. Un ejemplo: aluminio en polvo de Tennessee viaja a Pennsylvania donde, fraguado a alta temperatura se convierte en barras que luego se envían a Canadá donde se fabrican y se pulen los pistones. De allí van a México donde se hace un semi-ensamblado y finalmente, el pistón terminado es transportado en camiones hasta la fábrica de motores ubicada en Romulus, Michigan. Allí se fabrica el motor V-6 de GM.
Las autopartes, entonces, atraviesan cuatro fronteras internacionales sin pagar un solo arancel. Esto es solo un ejemplo de cómo GM (y sus rivales) aprovechan desde hace 25 años el NAFTA, el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá para llevar el trabajo a zonas más económicas.
Donald Trump ahora busca reemplazar el NAFTA con un nuevo acuerdo entre los tres países (USMCA) firmado en noviembre.
Los miembros de la industria automotriz estadounidense hicieron fuerte presión para preservar la vigencia del NAFTA porque funciona sin fronteras. Pero si Trump logra su cometido de salirse del tratado comercial anterior si el Congreso no le ratifica el USMCA), la industria deberá pagar aranceles para atravesar esas fronteras.
Mientras tanto, están a la expectativa y suspenden inversiones.