Debate en Noruega sobre inversiones

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El ataque de un grupo terrorista islámico a una planta petrolera noruega en Argelia que dejó cuatro muertos- destapó la controversia: ¿deben las empresas poner en riesgo a sus empleados destacados para ir a buscar pozos petroleros? 

El petróleo y el gas hicieron de Noruega una de las economías más avanzadas del mundo y un país sumamente próspero en apenas unas décadas. Pero luego del atentado terrorista en Argelia se disparó el debate en el país nórdico: ¿hasta dónde deben las empresas arriesgar la seguridad de su personal en busca de mayores ganancias? 
En los últimos días el gigante energético Statoil confirmó cuatro muertes de los cinco empleados desaparecidos desde el ataque que sufrió una de sus instalaciones en In Amenas, cerca de la frontera que Argelia comparte con Libia, por parte del terrorismo islámico. 
¿Qué hacían allí cinco noruegos, si el Sahara nada tiene en común con sus mares helados? Desde 1969 Noruega se ha convertido en una de las fuerzas petroleras más importantes del mundo y más y más noruegos han rechazado trabajos tradicionales para meterse en el negocio. Se entiende: fue este impulso económico el que hizo del país uno de los más ricos del mundo. 
Statoil, la empresa atacada, fue fundada en 1972 a través del parlamento noruego. Aunque el gobierno tiene dos tercios de las acciones, se maneja como una empresa privada. Esta inversión estatal les permitió crear reservas por US$ 700.000 millones mientras el resto de sus vecinos europeos tienen serias dificultades fiscales. Por ejemplo, todos los ciudadanos del país tienen salud y educación pública de calidad y aprovechan un gran sistema de seguridad social cuando se encuentran desempleados. Por eso, tal vez, tienen una de las esperanzas de vida más altas de Europa y, según varias encuestas, se encuentran entre los más felices de la región. 
Sin embargo, aquellos que llevan su talento – ingenieros y reservoristas- a países poco estables están poniendo en riesgo su vida, como lo demostró la tragedia de In Amenas. Inclusive la intervención de los militares argelinos no funcionó sino que empeoró un cuadro de rehenes que terminó con 37 muertos. 
Que cuatro de ellos hayan sido noruegos, parte de una empresa noruega, ha abierto el debate en el país del norte. Helge Ryggwik no es un nombre conocido por estas partes del mundo pero su experiencia como historiador y experto en pozos petroleros lo hace una voz autorizada en el asunto: dijo, sin pelos en la lengua, que Noruega debería retirar operaciones de países tan inestables. No solo por el peligro que supone a la vida de sus empleados sino también por una cuestión de costos: de ahora en más tomar las medidas necesarias para asegurar que nada vuelva a fallar puede achicar los márgenes y no incitar la inversión occidental en esos lugares. China, India y Rusia, por otro lado, tienen menos preocupaciones al respecto y, de retirarse los noruegos, el espacio dejado será visto como una verdadera oportunidad de negocios.  
El descubrimiento de pozos petroleros en la plataforma continental noruega hace que la necesidad de hacer negocios fuera del país sea menor. Después de todo, se recuerdan, son unos pocos millones de ciudadanos en un mundo que necesita de sus recursos naturales excedentes. De hecho, el año pasado vendieron sus acciones en una empresa petrolera en Iraq al grupo ruso Lukoil. Si hay suficiente petróleo, dicen, no deberían arriesgar vidas humanas. 
Por ahora, tanto empresarios como políticos han tomado el camino más duro: dicen que no serán intimidados por el terrorismo y sus operaciones permanecerán todavía en países conflictivos. 

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