De la Rúa en AMIA: repercusiones

El presidente, junto a su gabinete, escucharon los reclamos de los oradores presentes en el acto. Algunas palabras duras ante las que de la Rúa evitó polemizar.

19 julio, 2000

Fernando de la Rúa fue el primer presidente que asiste a un acto en memoria del atentado contra la sede de la AMIA. En los seis años que transcurrieron desde aquel día en que una explosión cambió la vida del barrio de once, nunca un primer mandatario en ejercicio se había hecho presente en el acto anual recordatorio.

Según se comenta en fuentes cercanas a la Casa Rosada, la decisión de concurrir se tomó anteanoche, y el presidente ordenó a los miembros del gabinete que lo acompañaran. Ayer, durante una corta reunión de gabinete–después de comentar que Alvarez y él concurrirían al acto–el presidente agregó “Vamos todos”.

Previamente, se habían realizado algunos contactos con representantes de la mutual judía para estudiar el tenor que tendrían los discursos; se aseguró dureza pero sin ningún ataque directo a la gestión actual.

La llegada del presidente, y su comitiva, fue saludado por un aplauso tibio de parte de un sector del público que advirtió su presencia. Los familiares de las víctimas le ofrecieron un lugar en la primera fila, que de la Rúa aceptó, pero rechazó la invitación para subir al palco.

Pero no todas fueron aprobaciones. El gobierno recibió algunos pedidos en tono imperativo; uno de los oradores –padre de una joven muerta en el atentado–expresó:”Señor presidente, usted firmó un pagaré ante una multitud presente. Si se firma un pagaré, se tiene la obligación de levantarlo”.

De la Rúa también debió escuchar una grabación, del pasado 17 de marzo –octavo aniversario de la bomba en la Embajada de Israel– en la que manifestaba que iba a poner “todo el peso del Estado” al servicio del avance de la investigación. El presidente evitó polemizar, pero respondió que “el gobierno ya puso todo el peso del Estado” para contribuir al esclarecimiento del ataque.

Todos los oradores coincidieron en solicitar la ejecución inmediata de un juicio oral.

Cuando el presidente se retiró, junto a su comitiva, también recibió aplausos anque un poco más tibios que los de la recepción.

Fernando de la Rúa fue el primer presidente que asiste a un acto en memoria del atentado contra la sede de la AMIA. En los seis años que transcurrieron desde aquel día en que una explosión cambió la vida del barrio de once, nunca un primer mandatario en ejercicio se había hecho presente en el acto anual recordatorio.

Según se comenta en fuentes cercanas a la Casa Rosada, la decisión de concurrir se tomó anteanoche, y el presidente ordenó a los miembros del gabinete que lo acompañaran. Ayer, durante una corta reunión de gabinete–después de comentar que Alvarez y él concurrirían al acto–el presidente agregó “Vamos todos”.

Previamente, se habían realizado algunos contactos con representantes de la mutual judía para estudiar el tenor que tendrían los discursos; se aseguró dureza pero sin ningún ataque directo a la gestión actual.

La llegada del presidente, y su comitiva, fue saludado por un aplauso tibio de parte de un sector del público que advirtió su presencia. Los familiares de las víctimas le ofrecieron un lugar en la primera fila, que de la Rúa aceptó, pero rechazó la invitación para subir al palco.

Pero no todas fueron aprobaciones. El gobierno recibió algunos pedidos en tono imperativo; uno de los oradores –padre de una joven muerta en el atentado–expresó:”Señor presidente, usted firmó un pagaré ante una multitud presente. Si se firma un pagaré, se tiene la obligación de levantarlo”.

De la Rúa también debió escuchar una grabación, del pasado 17 de marzo –octavo aniversario de la bomba en la Embajada de Israel– en la que manifestaba que iba a poner “todo el peso del Estado” al servicio del avance de la investigación. El presidente evitó polemizar, pero respondió que “el gobierno ya puso todo el peso del Estado” para contribuir al esclarecimiento del ataque.

Todos los oradores coincidieron en solicitar la ejecución inmediata de un juicio oral.

Cuando el presidente se retiró, junto a su comitiva, también recibió aplausos anque un poco más tibios que los de la recepción.

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