De la Rúa con apuro

Economía prepara una serie de medidas para reactivar el país. Tiene aspectos que entran en colisión entre sí.

Por un lado apunta a reducir el gasto público. El punto focal de este propósito se encamina a la reestructuración de todo el sector. Una intención que ha expresado en las últimas décadas cada sector político que llega al gobierno. Esto supone retiros voluntarios, cesantías, mayor desempleo, menos consumo y más conflictos sociales. ¿Cómo reactivar la economía en esas condiciones?. Para beneficio de los sindicalistas rebeldes, se encomendaría esa tarea a alguna consultora internacional especializada en el salvataje de empresas. !Qué bandera para Moyano y De Gennaro!.

Mientras tanto, en Río de Janeiro, Fernando Henrique Cardoso, presidente del Brasil, cuestionaba públicamente la política del Fondo Monetario Internacional. Al hablar ante el World Economic Forum, organización que agrupa desde presidente y ministros hasta empresarios del más alto nivel, afirmó, refiriéndose a la entidad: “Del modo en que este organismo calcula el plan de pagos de los servicios y amortización de la deuda externa, al gobierno no le quedan recursos para ninguna otra cosa” .

Lo dijo improvisando al margen de la versión oficial de su discurso, previamente repartido. Cardoso, proveniente de la izquierda ideológica, acababa de atravesar el calvario de la represión de los indios, campesinos y camioneros, que reclaman su derecho a vivir dignamente. Reconoció que no está en condiciones financieras de resolver problemas básicos de una población de 170 millones de personas.

Mientras en el hemisferio norte se acentúa la reacción de campesinos, indígenas, estudiantes, ecologistas, anarquistas y otros grupos contestatarios, entre los cuales la Iglesia Católica y otras confesiones se colocan en primera línea, ¿es prudente acceder a más “reajustes” solicitados por la burocracia financiera internacional?
Es algo sobre lo que el primer mandatario debería reflexionar.

Economía prepara una serie de medidas para reactivar el país. Tiene aspectos que entran en colisión entre sí.

Por un lado apunta a reducir el gasto público. El punto focal de este propósito se encamina a la reestructuración de todo el sector. Una intención que ha expresado en las últimas décadas cada sector político que llega al gobierno. Esto supone retiros voluntarios, cesantías, mayor desempleo, menos consumo y más conflictos sociales. ¿Cómo reactivar la economía en esas condiciones?. Para beneficio de los sindicalistas rebeldes, se encomendaría esa tarea a alguna consultora internacional especializada en el salvataje de empresas. !Qué bandera para Moyano y De Gennaro!.

Mientras tanto, en Río de Janeiro, Fernando Henrique Cardoso, presidente del Brasil, cuestionaba públicamente la política del Fondo Monetario Internacional. Al hablar ante el World Economic Forum, organización que agrupa desde presidente y ministros hasta empresarios del más alto nivel, afirmó, refiriéndose a la entidad: “Del modo en que este organismo calcula el plan de pagos de los servicios y amortización de la deuda externa, al gobierno no le quedan recursos para ninguna otra cosa” .

Lo dijo improvisando al margen de la versión oficial de su discurso, previamente repartido. Cardoso, proveniente de la izquierda ideológica, acababa de atravesar el calvario de la represión de los indios, campesinos y camioneros, que reclaman su derecho a vivir dignamente. Reconoció que no está en condiciones financieras de resolver problemas básicos de una población de 170 millones de personas.

Mientras en el hemisferio norte se acentúa la reacción de campesinos, indígenas, estudiantes, ecologistas, anarquistas y otros grupos contestatarios, entre los cuales la Iglesia Católica y otras confesiones se colocan en primera línea, ¿es prudente acceder a más “reajustes” solicitados por la burocracia financiera internacional?
Es algo sobre lo que el primer mandatario debería reflexionar.