<p>Algunos lo consideran el sociólogo de mayor autoridad de Europa occidental. Otros lo ven como un anacronismo, al menos en pensamiento económico. “John Maynard Keynes llegó a Breton Woods en 1944, creía que salvaría la libra, pero luego advirtió que esa divisa estaba muerta y su égida pasaba al dólar. Ahora –señala- no hay un vencedor claro y Estados Unidos no quiere cargar solo con el peso de la crisis. Lo malo es que la inició hace más de dos años”. <br />
En otros términos, “esta crisis es internacional pero no global. A diferencia del efecto invernadero, empieza a generar respuestas nacionales o regionales”. Con rigor, Dahrendorf vislumbra “signos de nacionalismo económico. Angela Merkel o Nicolas Sarkozy son mundialistas, pero no globalistas y ahí se origina el conflicto con Estados Unidos que puede condenar al fracaso el encuentro en Londres”.<br />
Sin dudar un momento, el pensador afirma que “no surgirán acuerdos sobre un paquete común de estímulos. Apenas, declaraciones altisonantes y promesas de escribir nuevas reglas de juego. A lo sumo, se reforzará un poco el Fondo Monetario”. A fin de cuentas, los países principales “sólo se bajarán expectativas que se habían inflado por demás tras el fracaso de la cumbre anterior, en noviembre”.<br />
Entonces ¿qué le espera al primer mundo después de la crisis? “Un paulatino achatamiento en el tren de vida, quizás hasta 20%”. Las economías centrales volverán a niveles previos a la “revolución conservadora” de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que añoran las clases alta y media alta, pero no el resto. “En algunos aspectos –presume el sociólogo-, el futuro contexto se parecerá algo a los años 50 y 60, con más tecnología, si bien con mucho menos optimismo”.<br />
La recuperación, pues, “será larga, lenta. No bastará cubrir los intereses de la enorme deuda externa, pública y privada, acumulada entretanto. Esto deparará un período de tasas altas e inflación”, tabú para Dahrendorf. “No será lindo. Algunos analistas hablan ya de ‘inflación administrada’, quizás entre 6 y 10% anual a precios constantes que, probablemente, será solventada por las clases media y media baja, jubilados inclusive”.<br />
Semejante perspectiva puede ser la tumba de gobiernos progresistas como el de Barack Obama. No obstante, “tal vez la crisis provoque un cambio de actitudes en favor de la economía real y un distanciamiento de la cultura de la deuda y el capitalismo especulativo. Esto puede resultar positivo, pues esa cultura se ha difundido en exceso”. A tal punto que, hasta el derrumbe, “uno daba un adelanto de cien dólares y se iba con un coche o un departamento”.<br />
Semejante cambio de actitudes, es cierto, “irritará a muchos, que prefieren transferir responsabilidades a banqueros o a paraísos fiscales. Precisamente, dos fuentes de la crisis sistémica”. Dahrendorf –rompiendo con viejas posturas- admite que la desregulación de Reagan-Thatcher fue desmedida. En parte, originó las turbulencias de 1997/8 y las actuales. <br />
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Dahrendorf ya no cree en el G-20 ni en nada
El Grupo de los 20 va derecho al fracaso y no hay salidas globales a la crisis. Así teme Ralf Dahrendorf, sociólogo alemán (Hamburgo, 1929) ciudadanizado británico. A su juicio, la cumbre no podrá armar otro orden mundial ni un Bretton Woods II.