Cunde el separatismo en Bolivia e igual peligro acecha a Bélgica

Santa Cruz y Tarija arrastran en su secesionismo a Pando y Beni, dos espacios casi vacíos. Pero Cochabamba y Chuquisaca también rechazan la constitución minoritaria de Oruro. Bélgica sigue ese camino, para horror de la Unión Europea.

16 diciembre, 2007

Este sábado se aprobaron en Santa Cruz de la Sierra estatutos para formar gobiernos autónomos en cuatro de la nueve provincias bolivianas. A su vez el acosado presidente Evo Morales proclamaba, en La Paz, una constitución votada sólo por el oficialismo. En rigor, ahora hay una Bolivia del altiplano y una Bolivia de los llanos.

No obstante, si Cochabamba y Chuquisaca se suman al separatismo, sólo le quedarán al gobierno central La Paz, Oruro y Potosí. Ante ese riesgo, Brasil, Chile y Argentina retoman este lunes consultas secretas para frenar la licuación de Bolivia, un país que -como Perú o Bélgica- nunca fue muy viable.

Por el momento, no se habla de separación lisa y llana, sino de otorgar más facultades locales, cuyas cabezas pasarán de prefectos a gobernadores. Al mismo tiempo, los consejos departamentales se elevan a legislaturas, a elegirse por voto directo. Por supuesto, cada provincia tendrá policía y poder judicial propios.

Hay un problema: Beni y Pando son, como las comisarías colombianas del sudeste, meras divisiones administrativas, casi desiertas y controladas por los “blancos” de Santa Cruz. Pero, si Cochabamba y Chuquisaca se suman al movimiento, serán –junto a Tarija- tres provincias históricas separadas de La Paz e incluirán la capital original del Alto Perù, Sucre.

En tanto Bélgica es un pequeño territorio con dos etnia dominantes, flamencos (holandeses) y valores (franceses), los escasos 9.500.000 habitantes de Bolivia –1.100.000 km2- presentan un mosaicos más variado. Contiene 30% de keshwa, 25% de aymara, 30% de mestizos y 15% de blancos. Aparte, hay tres lenguas oficiales: castellano, keshwa, aymara.

Morales, un mestizo, cuenta con apoyo parcial en su grupo y ambas colectividades indias. Por el contrario, en este momento no hay un gobierno central (Bruselas, donde reside la corte) capaz de manejar la crisis secesionista belga. Además, es un papelón para la UE (se sede ejecutiva es esa ciudad), justo tras aprobarse otra nueva reforma política regional.

Este sábado se aprobaron en Santa Cruz de la Sierra estatutos para formar gobiernos autónomos en cuatro de la nueve provincias bolivianas. A su vez el acosado presidente Evo Morales proclamaba, en La Paz, una constitución votada sólo por el oficialismo. En rigor, ahora hay una Bolivia del altiplano y una Bolivia de los llanos.

No obstante, si Cochabamba y Chuquisaca se suman al separatismo, sólo le quedarán al gobierno central La Paz, Oruro y Potosí. Ante ese riesgo, Brasil, Chile y Argentina retoman este lunes consultas secretas para frenar la licuación de Bolivia, un país que -como Perú o Bélgica- nunca fue muy viable.

Por el momento, no se habla de separación lisa y llana, sino de otorgar más facultades locales, cuyas cabezas pasarán de prefectos a gobernadores. Al mismo tiempo, los consejos departamentales se elevan a legislaturas, a elegirse por voto directo. Por supuesto, cada provincia tendrá policía y poder judicial propios.

Hay un problema: Beni y Pando son, como las comisarías colombianas del sudeste, meras divisiones administrativas, casi desiertas y controladas por los “blancos” de Santa Cruz. Pero, si Cochabamba y Chuquisaca se suman al movimiento, serán –junto a Tarija- tres provincias históricas separadas de La Paz e incluirán la capital original del Alto Perù, Sucre.

En tanto Bélgica es un pequeño territorio con dos etnia dominantes, flamencos (holandeses) y valores (franceses), los escasos 9.500.000 habitantes de Bolivia –1.100.000 km2- presentan un mosaicos más variado. Contiene 30% de keshwa, 25% de aymara, 30% de mestizos y 15% de blancos. Aparte, hay tres lenguas oficiales: castellano, keshwa, aymara.

Morales, un mestizo, cuenta con apoyo parcial en su grupo y ambas colectividades indias. Por el contrario, en este momento no hay un gobierno central (Bruselas, donde reside la corte) capaz de manejar la crisis secesionista belga. Además, es un papelón para la UE (se sede ejecutiva es esa ciudad), justo tras aprobarse otra nueva reforma política regional.

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