¿Cuál es la verdadera estrategia de Silvio Berlusconi?

Fuera del poder, Silvio Berlusconi afrontará denuncias, cargos y procesos por corrupción, sobornos, lavado de dinero y evasión tributaria. Inclusive, sus actividades empresarias podrían correr peligro y, en este plano, necesita tiempo para transferir activos a testaferros (como hizo en el caso Fininvest), entre ellos sus hijos.

Por de pronto, está citado para una audiencia preliminar, el 5 de junio. Ocurre que, en marzo, la fiscalía milanesa le inició una causa por corrupción, pues en 1997 le hizo pagar US$ 600.000 al abogado británico David Mills, por mentir en dos procesos contra el propio Berlusconi. En la situación actual, el jefe del gobierno saliente intenta permanecer como miembro del parlamento. Sus estruendosas denuncias de fraude tienden a ese fin, aunque sus principales aliados de la derecha (Umberto Bossi, Gianfranco Fini) ya no lo acompañen.

Los parlamentarios tienen algunos privilegios judiciales: no pueden allanarse sus viviendas u oficinas, confiscárseles documentos o interceptárseles comunicaciones sin autorización de cada cámara. Hasta el escándalo “mani pulite” (1993), gozaban de inmunidad plena. En cuanto a Berlusconi, su dominio del parlamento le permitió obtener inmunidad mientras durase su mandato como primer ministro. Como Carlos Ménem, se hizo conceder leyes “a personam”.

Pero la justicia italiana no es tan flexible como la argentina –le permite al ex presidente seguir en libertad, lo mismo que a varios personajes de su régimen- y el “caballero” podría quedar entre rejas. Como Cesare Previti, su testaferro en la ex Fininvest, ahora Mediaset. Entre otros impedimentos, Berlusconi no pudo, en su momento, imponer una “ley general de inmunidades” en favor suyo y de las otras cuatro figuras principales del gobierno. En 2004, el proyecto fue vetado por la corte constitucional y el presidente Carlo Azeglio Ciampi (era el único beneficiario no asociado al primer ministro).

Fuera del poder, Silvio Berlusconi afrontará denuncias, cargos y procesos por corrupción, sobornos, lavado de dinero y evasión tributaria. Inclusive, sus actividades empresarias podrían correr peligro y, en este plano, necesita tiempo para transferir activos a testaferros (como hizo en el caso Fininvest), entre ellos sus hijos.

Por de pronto, está citado para una audiencia preliminar, el 5 de junio. Ocurre que, en marzo, la fiscalía milanesa le inició una causa por corrupción, pues en 1997 le hizo pagar US$ 600.000 al abogado británico David Mills, por mentir en dos procesos contra el propio Berlusconi. En la situación actual, el jefe del gobierno saliente intenta permanecer como miembro del parlamento. Sus estruendosas denuncias de fraude tienden a ese fin, aunque sus principales aliados de la derecha (Umberto Bossi, Gianfranco Fini) ya no lo acompañen.

Los parlamentarios tienen algunos privilegios judiciales: no pueden allanarse sus viviendas u oficinas, confiscárseles documentos o interceptárseles comunicaciones sin autorización de cada cámara. Hasta el escándalo “mani pulite” (1993), gozaban de inmunidad plena. En cuanto a Berlusconi, su dominio del parlamento le permitió obtener inmunidad mientras durase su mandato como primer ministro. Como Carlos Ménem, se hizo conceder leyes “a personam”.

Pero la justicia italiana no es tan flexible como la argentina –le permite al ex presidente seguir en libertad, lo mismo que a varios personajes de su régimen- y el “caballero” podría quedar entre rejas. Como Cesare Previti, su testaferro en la ex Fininvest, ahora Mediaset. Entre otros impedimentos, Berlusconi no pudo, en su momento, imponer una “ley general de inmunidades” en favor suyo y de las otras cuatro figuras principales del gobierno. En 2004, el proyecto fue vetado por la corte constitucional y el presidente Carlo Azeglio Ciampi (era el único beneficiario no asociado al primer ministro).