Críticas de Stiglitz a Zoellick, eventual presidente del BM

El ex economista del Banco internacional de reconstrucción y fomento (BIRF) tachó de neoproteccionista al candidato de George W.Bush. “Es otra oportunidad perdida”, dijo el Nobel económico, que en 2003 dejó el BM por presiones norteamericanas.

31 mayo, 2007

En una entrevista con el diario italiano “La repubblica”, Joseph Stiglitz calificó de “desastre” el mandato del presidente “renunciado”, Paul Wolfowitz. Además, puso en duda la capacidad de su sucesor para terminar con el neoproteccionismo. Es decir, el de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
“Zoellick defendió los subsidios agrícolas hasta el final cuando era responsable de las negociaciones comerciales”.

“¿Cómo pedirá. En calidad de futuro presidente del Banco Mundial, que se desmantele la ayuda a la agricultura ineficiente, que favorece a países ricos a expensas de economía pobre y en desarrollo?”, inquirió antes de partir hacia Buenos Aires. Stiglitz criticó también a los países europeos por ser “cómplices” de la actual situación en el BM. “Prefieren mantener un sistema que les garanta la presidencia del desprestigiado Fondo Monetario Internacional, en vez de cambiar los criterios de selección”.

Hasta entonces, el proceso sucesorio parecía tranquilo. Primero, Alemania confirmó que apoyará a Zoellick como futuro presidente del BIRF. Luego, Henry Paulsen (hacienda) lo propuso a Bush y éste confirmó como candidato al ex representante comercial y ex subsecretario de estado. Días atrás, altos funcionarios norteamericanos señalaron a sus contrapartes europeas que Robert Bruce Zoellick sería el candidato oficial para reemplazar al desangelado Wolfowitz.

Entre otros destinos, Zoellick fue ejecutivo en Goldman Sachs Group, firma de valores cuyo presidente fue Paulson, hoy titular de hacienda y jefe de Robert Kimmit. Como se ve, de una forma u otra los dos candidatos principales a comandar el Banco Mundial se relacionaban con la misma banca de Wall Street.

Por otra parte, la buena voluntad germana puede prolongar la decadencia del BM. Al igual que el Fondo Monetario, la entidad está atiborrada de técnicos y burócratas demasiado bien pagados (de US$ 20.000 mensuales para arriba). Pero ya nada tiene que ver con los objetivos planteados en Bretton Woods (1944) por John Maynard Keynes. Para empezar, no parece razonable que Washington retenga la presidencia y la ponga en manos de hombres proclives a los negocios, no al desarrollo económico global.

A diferencia de Kimmit, Zoellick tiene una larga carrera internacional. Por ejemplo, redondeó años atrás negociaciones para que China ingresara a la Organización mundial de Comercio. Su último cargo oficial fue el de subsecretario de estado, donde su perfil moderado era afín al de Condoleezza Rice. Opuesto, por tanto, al de Wolfowitz cuando éste estaba en la Casa Blanca y Bush lo impuso en el BM (2006), para quitárselo de encima.

Zoellick, de 53 años, completará los cinco años de mandato que le correspondían a su malhadado antecesor. Es decir, estará en el cargo mucho más allá de la partida de Bush. Por supuesto, el candidato queda sujeto a la aprobación –automática- de una junta que dice representar a los 185 miembros del BIRF. Muchos de ellos, cabe señalar, son meros colores en el mapa o estados poco viables. En cuanto a Wolfowitz, su renuncia tendrá efecto a partir del 30 de junio, pero ya nadie toma eso en cuenta.

Problemas no le faltarán al sucesor, amén del escándalo, la inepcia de muchos funcionarios y el hábito de contratar costosos consultores amigos para tareas que ellos debieran realizar. Exactamente, como sucede en el FMI o el Banco interamericano de desarrollo. Por de pronto, Zoellick debe relanzar una campaña para recaudar US$ 28.000 millones destinados a países pobres entre 2007 y 2009. Resulta irónico que, en esas economías, el salario de un solo técnico de segunda clase alimente a quinientas familias un año entero. Más lo es que tantos de esos funcionarios provengan del subcontinente indio, África subsahariana o Latinoamérica.

En una entrevista con el diario italiano “La repubblica”, Joseph Stiglitz calificó de “desastre” el mandato del presidente “renunciado”, Paul Wolfowitz. Además, puso en duda la capacidad de su sucesor para terminar con el neoproteccionismo. Es decir, el de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
“Zoellick defendió los subsidios agrícolas hasta el final cuando era responsable de las negociaciones comerciales”.

“¿Cómo pedirá. En calidad de futuro presidente del Banco Mundial, que se desmantele la ayuda a la agricultura ineficiente, que favorece a países ricos a expensas de economía pobre y en desarrollo?”, inquirió antes de partir hacia Buenos Aires. Stiglitz criticó también a los países europeos por ser “cómplices” de la actual situación en el BM. “Prefieren mantener un sistema que les garanta la presidencia del desprestigiado Fondo Monetario Internacional, en vez de cambiar los criterios de selección”.

Hasta entonces, el proceso sucesorio parecía tranquilo. Primero, Alemania confirmó que apoyará a Zoellick como futuro presidente del BIRF. Luego, Henry Paulsen (hacienda) lo propuso a Bush y éste confirmó como candidato al ex representante comercial y ex subsecretario de estado. Días atrás, altos funcionarios norteamericanos señalaron a sus contrapartes europeas que Robert Bruce Zoellick sería el candidato oficial para reemplazar al desangelado Wolfowitz.

Entre otros destinos, Zoellick fue ejecutivo en Goldman Sachs Group, firma de valores cuyo presidente fue Paulson, hoy titular de hacienda y jefe de Robert Kimmit. Como se ve, de una forma u otra los dos candidatos principales a comandar el Banco Mundial se relacionaban con la misma banca de Wall Street.

Por otra parte, la buena voluntad germana puede prolongar la decadencia del BM. Al igual que el Fondo Monetario, la entidad está atiborrada de técnicos y burócratas demasiado bien pagados (de US$ 20.000 mensuales para arriba). Pero ya nada tiene que ver con los objetivos planteados en Bretton Woods (1944) por John Maynard Keynes. Para empezar, no parece razonable que Washington retenga la presidencia y la ponga en manos de hombres proclives a los negocios, no al desarrollo económico global.

A diferencia de Kimmit, Zoellick tiene una larga carrera internacional. Por ejemplo, redondeó años atrás negociaciones para que China ingresara a la Organización mundial de Comercio. Su último cargo oficial fue el de subsecretario de estado, donde su perfil moderado era afín al de Condoleezza Rice. Opuesto, por tanto, al de Wolfowitz cuando éste estaba en la Casa Blanca y Bush lo impuso en el BM (2006), para quitárselo de encima.

Zoellick, de 53 años, completará los cinco años de mandato que le correspondían a su malhadado antecesor. Es decir, estará en el cargo mucho más allá de la partida de Bush. Por supuesto, el candidato queda sujeto a la aprobación –automática- de una junta que dice representar a los 185 miembros del BIRF. Muchos de ellos, cabe señalar, son meros colores en el mapa o estados poco viables. En cuanto a Wolfowitz, su renuncia tendrá efecto a partir del 30 de junio, pero ya nadie toma eso en cuenta.

Problemas no le faltarán al sucesor, amén del escándalo, la inepcia de muchos funcionarios y el hábito de contratar costosos consultores amigos para tareas que ellos debieran realizar. Exactamente, como sucede en el FMI o el Banco interamericano de desarrollo. Por de pronto, Zoellick debe relanzar una campaña para recaudar US$ 28.000 millones destinados a países pobres entre 2007 y 2009. Resulta irónico que, en esas economías, el salario de un solo técnico de segunda clase alimente a quinientas familias un año entero. Más lo es que tantos de esos funcionarios provengan del subcontinente indio, África subsahariana o Latinoamérica.

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