Cristina marca la diferencia con su esposo acercándose a Brasil y EE.UU.

La presidenta electa quiere dar rápidas señales de algún cambio para recobrar la expectativa, aunque sea internacional, en su gestión, y por eso se propuso visitar antes de asumir los dos puntos centrales de la agenda exterior.

16 noviembre, 2007

Luego de definir el fin de semana en El Calafate las segundas líneas más
importantes del elenco que la acompañará, Cristina Fernández
de Kirchner irá el lunes, en visita relámpago, a reunirse con Luiz
Inacio Lula da Silva, con quien acordaron el encuentro a la pasada en Chile, cuando
ambos participaron en la cumbre iberoamericana.

Si bien debió suspender giras, sobre todo por el interior, al haber
tenido que entrar de lleno en la transición antes de lo previsto, debido
a la renuncia anticipada de Miguel Peirano, que la obligó a definir su
gabinete para evitar más internas, la futura mandataria subrayó
con doble línea la necesidad de diferenciarse de la gestión de
su esposo destacando dos ejes de integración continental descuidados
en los últimos tres años: con la potencia del sur y la del norte.

La sociedad con Brasil se impone ante el rumbo terminal que tomó el
Mercosur, del que ambos países son los socios mayores, y el auge que
cobraron los negocios bilaterales privados, al punto que para Argentina, Brasil
es el principal destino y procedencia del comercio exterior, además de
generar el mayor flujo de inversiones en empresas nacionales.

Pero también la presencia activa de Petrobrás en la subregión
y la inminente reargentinización de YPF han revalorizado la alianza energética
estratégica con Brasil, que luego del descubrimiento reciente de la mayor
reserva continental se erige en potencia regional, con real proyección
de desplazar a Venezuela de ese rol.

El dato no es menor, ya que si algo caracterizó al gobierno de Néstor
Kirchner en materia de integración fue su acercamiento a Hugo Chávez,
Evo Morales y Rafael Correa, una corriente ideológica enrolada con el
líder cubano Fidel Castro que abomina el laborista brasileño.

La por ahora primera dama asimismo aspira a que quien será su embajador
en Estados Unidos, Héctor Timerman, le prepare una miniagenda para hacerse
un viaje la otra semana.

Una “foto” en Washington o Nueva York siquiera, previa a la asunción,
es muy valorada estratégicamente por Cristina, quien cuenta con la aquiescencia
norteamericana para destrabar el financiamiento al país que le permita
reinsertarse en la comunidad internacional y acceder a créditos para
el desarrollo.

El gesto, interpretan en su entorno, podría hacer subir la jerarquía
del representante del gobierno de Estados Unidos que concurra al acto de transmisión
del mando entre los esposos.

Corte sudamericano

El retiro de Petrobrás de Sucre (Venezuela) significó el réquiem
al proyecto de megagasoducto que uniría Caracas con Buenos Aires, planteado
por Chávez y entusiastamente acompañado por Kirchner.

Pero sin Brasil, la enorme cañería virtual queda interrumpida
en su geografía más vasta en extensión y consumo. De ahí
que Bolivia recobre el rol estratégico en el abastecimiento de gas a
esta parte del continente y Venezuela tenga que reconsiderar la provisión
del fluido al sur del territorio.

El presidente de Petrobras, José Sergio Gabrielli, confirmó que
ya no planean invertir en el proyecto gasífero Mariscal Sucre en Venezuela,
que según los analistas se estancó ante los desacuerdos con el
gobierno de Hugo Chávez sobre la utilización del gas.

La diferencia consistía en que Venezuela deseaba utilizar el gas extraído
de los yacimientos para abastecer el mercado local, mientras que Petrobras prefería
licuarlo para enviarlo a mercados internacionales, negocio que arroja en este
momento significativa rentabilidad.

La política aplicada por Chávez fronteras adentro derivó
en el retiro de Exxon Mobile y ConocoPhillips y animó a Petrobrás
a reintentar con Bolivia nuevos acuerdos de exploración la nacionalización
dispuesta por el gobierno de Evo Morales en mayo de 2006.

 

Luego de definir el fin de semana en El Calafate las segundas líneas más
importantes del elenco que la acompañará, Cristina Fernández
de Kirchner irá el lunes, en visita relámpago, a reunirse con Luiz
Inacio Lula da Silva, con quien acordaron el encuentro a la pasada en Chile, cuando
ambos participaron en la cumbre iberoamericana.

Si bien debió suspender giras, sobre todo por el interior, al haber
tenido que entrar de lleno en la transición antes de lo previsto, debido
a la renuncia anticipada de Miguel Peirano, que la obligó a definir su
gabinete para evitar más internas, la futura mandataria subrayó
con doble línea la necesidad de diferenciarse de la gestión de
su esposo destacando dos ejes de integración continental descuidados
en los últimos tres años: con la potencia del sur y la del norte.

La sociedad con Brasil se impone ante el rumbo terminal que tomó el
Mercosur, del que ambos países son los socios mayores, y el auge que
cobraron los negocios bilaterales privados, al punto que para Argentina, Brasil
es el principal destino y procedencia del comercio exterior, además de
generar el mayor flujo de inversiones en empresas nacionales.

Pero también la presencia activa de Petrobrás en la subregión
y la inminente reargentinización de YPF han revalorizado la alianza energética
estratégica con Brasil, que luego del descubrimiento reciente de la mayor
reserva continental se erige en potencia regional, con real proyección
de desplazar a Venezuela de ese rol.

El dato no es menor, ya que si algo caracterizó al gobierno de Néstor
Kirchner en materia de integración fue su acercamiento a Hugo Chávez,
Evo Morales y Rafael Correa, una corriente ideológica enrolada con el
líder cubano Fidel Castro que abomina el laborista brasileño.

La por ahora primera dama asimismo aspira a que quien será su embajador
en Estados Unidos, Héctor Timerman, le prepare una miniagenda para hacerse
un viaje la otra semana.

Una “foto” en Washington o Nueva York siquiera, previa a la asunción,
es muy valorada estratégicamente por Cristina, quien cuenta con la aquiescencia
norteamericana para destrabar el financiamiento al país que le permita
reinsertarse en la comunidad internacional y acceder a créditos para
el desarrollo.

El gesto, interpretan en su entorno, podría hacer subir la jerarquía
del representante del gobierno de Estados Unidos que concurra al acto de transmisión
del mando entre los esposos.

Corte sudamericano

El retiro de Petrobrás de Sucre (Venezuela) significó el réquiem
al proyecto de megagasoducto que uniría Caracas con Buenos Aires, planteado
por Chávez y entusiastamente acompañado por Kirchner.

Pero sin Brasil, la enorme cañería virtual queda interrumpida
en su geografía más vasta en extensión y consumo. De ahí
que Bolivia recobre el rol estratégico en el abastecimiento de gas a
esta parte del continente y Venezuela tenga que reconsiderar la provisión
del fluido al sur del territorio.

El presidente de Petrobras, José Sergio Gabrielli, confirmó que
ya no planean invertir en el proyecto gasífero Mariscal Sucre en Venezuela,
que según los analistas se estancó ante los desacuerdos con el
gobierno de Hugo Chávez sobre la utilización del gas.

La diferencia consistía en que Venezuela deseaba utilizar el gas extraído
de los yacimientos para abastecer el mercado local, mientras que Petrobras prefería
licuarlo para enviarlo a mercados internacionales, negocio que arroja en este
momento significativa rentabilidad.

La política aplicada por Chávez fronteras adentro derivó
en el retiro de Exxon Mobile y ConocoPhillips y animó a Petrobrás
a reintentar con Bolivia nuevos acuerdos de exploración la nacionalización
dispuesta por el gobierno de Evo Morales en mayo de 2006.

 

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