Crisis en Italia: cae Siniscalco y Fazio está acorralado

Mientras se licua la coalición derechista de Silvio Berlusconi, éste devuelve Economía a Giulio Tremonti. Entretanto, el “premier” le retira la confianza a Antonio Fazio. Pero el jefe del banco central sólo puede ser despedido por el senado.

23 septiembre, 2005

Deteriorado por las duras derrotas electorales de 2004 y asediado por sondeos que le aseguran peor suerte en los comicios generales de 2006, Berlusconi fue sorprendido –y golpeado- por la renuncia de Domenico Siniscalco en Economía. No tuvo más remedio que devolver el cargo a Giulio Tremonti, hasta ahora viceprimer ministro.

Amén de oportunista –el ex ministro pertenece a un “grupo rebelde” dentro de la coalición-, la dimisión repite las durísimas críticas del Fondo Monetario a la gestión económica y fiscal italiana. Ahora, Tremonti marchará a la asamblea semestral FMI-Banco Mundial con instrucciones de pedir la renuncia de Raghuram Rajan y François Bourguignon como funcionarios del Fondo y el BM. “Insolentes y descomedidos, que no representan a nadie”, los ha calificado Berlusconi a los dos.

Pero los verdaderos problemas están en casa. Mientras los parlamentarios opositores exigen a gritos la dimisión de Berlusconi y elecciones anticipadas, el escándalo provocado por el grupo Fiorani (Banca Popolare Italiana, ex Lodi) y su frustrado intento de copar Banca Antoniana Popolare Veneta puede contagiarse al grupo de Giovanni Consorte (la aseguradora Unipol), que se ha lanzado sobre Banca Nazionale del Lavoro con apoyo de la japonesa Nomura Securities.

En realidad, Siniscalco disentía con Berlusconi cuando éste aún defendía a Fazio, presidente de Banca d’Italia. Salpicado por los casos AntonVeneta y BNL, Fazio vive una situación similar a la de Pedro Pou en la Argentina poscavallista: sólo puede sacarlo el senado. En cuanto a Siniscalco, hubo otro motivo: su proyecto presupuestario fue rechazado por el gobierno, a instancias de Tremonti. Tampoco lo aprobaba la Comisión Europea.

Por cierto, Siniscalco venía promoviendo la dimisión de Fazio desde agosto, mientras Berlusconi no sabía qué hacer y quería tomar distancia de los escándalos bancarios. El increíble apoyo de purpurados y dirigentes católicos ultramontanos a Fazio derivó, días atrás, en expresiones contra judíos y masones, por parte de “filósofos” estilo Rocco Buttiglione.

Por supuesto, las actuaciones de autoridades reguladoras y judiciales en el caso AntonVeneta llevaron a la caída de Giampiero Fiorani, acorralaron a Fazio y le permitieron a ABN Amro retomar su oferta pública accionaria por el banco padovano. Asustado por la renuncia de Siniscalco –y las presiones dentro de la coalición para pone de jefe a Gianfranco Fini-, Berlusconi le quitó respaldo político a Fazio.

De todos modos, el presidente del central ya había perdido la confianza del Banco Central Europeo y los comisarios de competencia (Nellie Kroes) y finanzas (Charles McCreevy). Pero Berlusconi también se distanció de los obispos que están haciendo una anacrónica campaña contra los matrimonios de hecho. Una declaración de laicos clericales incluye la firma de Fazio.

A todo eso, el frente bancario sigue borrascoso. La fiscalía de Milán está dispuesta a bloquear el inminente acuerdo por AntonVeneta entre ABN y BPI. Exige que, antes, la entidad de Lodi corte todo vinculo subsistente con Fiorani y sus cómplices. Eso incluye la “caja fuerte” familiar donde el financista pretende ocultar su fortuna personal y una serie de fondos en Suiza, Luxemburgo y Caimán. Por su lado, Unipol prepara la OPA sobre BNL con asistencia del grupo financiero Nomura. Como la firma de Consorte es aseguradora y no puede controlar un banco, se sospecha en Roma que los japoneses serán los managers finales de BNL.

Deteriorado por las duras derrotas electorales de 2004 y asediado por sondeos que le aseguran peor suerte en los comicios generales de 2006, Berlusconi fue sorprendido –y golpeado- por la renuncia de Domenico Siniscalco en Economía. No tuvo más remedio que devolver el cargo a Giulio Tremonti, hasta ahora viceprimer ministro.

Amén de oportunista –el ex ministro pertenece a un “grupo rebelde” dentro de la coalición-, la dimisión repite las durísimas críticas del Fondo Monetario a la gestión económica y fiscal italiana. Ahora, Tremonti marchará a la asamblea semestral FMI-Banco Mundial con instrucciones de pedir la renuncia de Raghuram Rajan y François Bourguignon como funcionarios del Fondo y el BM. “Insolentes y descomedidos, que no representan a nadie”, los ha calificado Berlusconi a los dos.

Pero los verdaderos problemas están en casa. Mientras los parlamentarios opositores exigen a gritos la dimisión de Berlusconi y elecciones anticipadas, el escándalo provocado por el grupo Fiorani (Banca Popolare Italiana, ex Lodi) y su frustrado intento de copar Banca Antoniana Popolare Veneta puede contagiarse al grupo de Giovanni Consorte (la aseguradora Unipol), que se ha lanzado sobre Banca Nazionale del Lavoro con apoyo de la japonesa Nomura Securities.

En realidad, Siniscalco disentía con Berlusconi cuando éste aún defendía a Fazio, presidente de Banca d’Italia. Salpicado por los casos AntonVeneta y BNL, Fazio vive una situación similar a la de Pedro Pou en la Argentina poscavallista: sólo puede sacarlo el senado. En cuanto a Siniscalco, hubo otro motivo: su proyecto presupuestario fue rechazado por el gobierno, a instancias de Tremonti. Tampoco lo aprobaba la Comisión Europea.

Por cierto, Siniscalco venía promoviendo la dimisión de Fazio desde agosto, mientras Berlusconi no sabía qué hacer y quería tomar distancia de los escándalos bancarios. El increíble apoyo de purpurados y dirigentes católicos ultramontanos a Fazio derivó, días atrás, en expresiones contra judíos y masones, por parte de “filósofos” estilo Rocco Buttiglione.

Por supuesto, las actuaciones de autoridades reguladoras y judiciales en el caso AntonVeneta llevaron a la caída de Giampiero Fiorani, acorralaron a Fazio y le permitieron a ABN Amro retomar su oferta pública accionaria por el banco padovano. Asustado por la renuncia de Siniscalco –y las presiones dentro de la coalición para pone de jefe a Gianfranco Fini-, Berlusconi le quitó respaldo político a Fazio.

De todos modos, el presidente del central ya había perdido la confianza del Banco Central Europeo y los comisarios de competencia (Nellie Kroes) y finanzas (Charles McCreevy). Pero Berlusconi también se distanció de los obispos que están haciendo una anacrónica campaña contra los matrimonios de hecho. Una declaración de laicos clericales incluye la firma de Fazio.

A todo eso, el frente bancario sigue borrascoso. La fiscalía de Milán está dispuesta a bloquear el inminente acuerdo por AntonVeneta entre ABN y BPI. Exige que, antes, la entidad de Lodi corte todo vinculo subsistente con Fiorani y sus cómplices. Eso incluye la “caja fuerte” familiar donde el financista pretende ocultar su fortuna personal y una serie de fondos en Suiza, Luxemburgo y Caimán. Por su lado, Unipol prepara la OPA sobre BNL con asistencia del grupo financiero Nomura. Como la firma de Consorte es aseguradora y no puede controlar un banco, se sospecha en Roma que los japoneses serán los managers finales de BNL.

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