La Organización Mundial del Comercio, que se reúne la semana próxima en Buenos Aires, podría perder al socio más importante si Donald Trump va adelante con su intención de cortarse solo. Pero hay otros factores que cambian los contornos de esta bienal: la Unión Europea después del Brexit y los problemas de Angela Merkel en alemania.
Con su instintiva sospecha sobre todas las instituciones multilaterales, Donald Trump no muestra interés en la OMC, un cuerpo que hasta el gobierno de su predecesor Barack obama, era visto como un instrumento estratégico.
Si el gobierno de Obama pretendía usar la Organización Mundial del Comercio para combatir los subsidios ilegales que Beijing usaba para ayudar a su industria del aluminio, Trump ha dejado que ese argumento cayera en el olvido. En lugar de intentar usar la OMC y sus procesos para perseguir los objetivos de Estados Unidos, Trump prefiere actuar unilateralmente evitando siempre las organizaciones multilaterales.
Lo ha dicho con toda claridad durante su reciente gira por los países asiáticos: “Estados Unidos no ha sido tratado con justicia por la OMC. No vamos a tolerar más esos abusos crónicos”.
Trump está convencido de que la OMCm creada en los años 90 tiene mucho que ver con los problemas económicos que vienen acosando a las comunidades estadounidenses desde hace tiempo, la pérdida de empleos incluida.
Total que los 164 miembros que se reunirán en nuestra ciudad la semana próxima deberán hacer frente a esta crisis existencial de un organismo que ya lleva 20 años y de todo el sistema comercial de la posguerra. El gobierno deberá encontrar la manera de que la reunión no fracase rotundamente debido a las divergencias irreconciliables entre sus miembros.