Creciente acercamiento entre Rusia y Turquía

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Los móviles ostensibles son el plan nuclear iraní y la renovada actividad petrolera en Irak. En dos meses, los presidentes Abdullah Gül y Dimitri Medvediev tendrán muchos temas, aunque Occidente persista en no ver a Angora como potencia local.

<p>Ciertamente, Turqu&iacute;a no es Rusia, China, India ni Brasil. Pero, para Mosc&uacute;, resulta clave en un proceso por el cual Vladimir Putin &ndash;poder tras el trono- busca recobrar influencia en la ex Uni&oacute;n Sovi&eacute;tica. Ese &aacute;mbito abarca, entre otras, las rep&uacute;blicas musulmanas pero laicas del C&aacute;ucaso y Asia central, tres de las cuales son petroleras y cinco hablan lenguas turcas. <br />
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Turqu&iacute;a viene de una &ldquo;burbuja post otomana&rdquo; de noventa a&ntilde;os. Los herederos de Mustaf&aacute; Kemal ( &Auml;tat&uuml;rk) aprovecharon el colapso sovi&eacute;tico en 1989/91/ para ocuparse de Azerbaidy&aacute;n, Kazajst&aacute;n, T&uuml;rkmenist&aacute;n, Kirghist&aacute;n y Uzbekist&aacute;n. Pero, ahora, Angora y Mosc&uacute; tienen suficientes incentivos para trabajar juntos en Eurasia.<br />
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Vista desde el oeste, o sea desde el Pent&aacute;gono, Rusia es un estado estrat&eacute;gicamente vulnerable, sin barreras para invasores. Pero su flanco europeo no convalida esa ingenuidad: desde el siglo XIII, polacos, suecos, franceses y alemanes se han estrellado contra la ciudadela moscovita. S&oacute;lo los mongoles y los otomanos subyugaron partes del imperio ruso durante lapsos m&aacute;s o menos prolongados. <br />
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Pero existe un problema interno heredado de zares y soviets: las minor&iacute;as &eacute;tnicas. El gobierno central sostiene que alrededor de 80% de sus 170 millones de habitantes son rusos &eacute;tnicos. Esta cifra, empero, comprende gente definida s&oacute;lo por el idioma m&aacute;s frecuente en su vida diaria, el ruso. <br />
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<p>Salvo Chechenia, las minorías –especialmente islámicas- no sufren menor crecimiento vegetativo desde 1990, como los rusos. Este factor puede crearle dificultades a Moscú y, por ello, los estrategas militares occidentales sueñan con “una bomba de tiempo demográfica” y explican que Rusia es potencia ascendente en el corto plazo, pero declínate en el largo. China, Japón e India no piensan lo mismo.</p>
<p>Sin duda, Rusia goza de una gran ventaja coyuntural: quien debiera garantizar la seguridad de algunos vecinos suyos, Estados Unidos, está trabado en otros frentes. Sus ejércitos recién comienzan a abandonar Afganistán. Eso explica que Barack Obama intente reacercarse al shií Irán, amigo de Turquía y enemigo de una alianza sunní (los talibán).<br />
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La situación turca es opuesta. Tras la disolución del imperio Otomano (1918/22), quedó reducida a su núcleo anatólico, virtualmente invulnerable. Rodeada de agua por tres lados, domina el paso del Mediterráneo al mar Negro. Durante la guerra fría, Turquía apeló a la Organización del Tratado Atlántico (OTAN) como escudo ante la URSS, con la cual limitaba en el Cáucaso y los Balcanes.<br />
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En lo tocante a los países limítrofes árabes (Siria, Irak), hace rato han olvidado el dominio otomano hasta el golfo Pérsico y Yemen. La otra potencia local, Irán, es aliado de Siria, pero su carácter de metrópoli shií lo aleja de las monarquías sunnitas. En cuanto a Irak, la mayoría shií controla Bagdad y Basora, pero los kurdos siguen en el norte y son para la Mesopotamia<br />
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Mientras tanto, la Organización del Tratado Nortlántico ya no es útil para casi nadie. Con la apertura de mercados en la ex URSS, Angora se encuentra de pronto al frente de cinco repúblicas. Esta “cartera” le permite abandonar la obsesión por entrar en la Unión Europea, si Bruselas se pone xenófoba.</p>
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