<p>No obstante, es cierto que la cumbre de Londres incluyó gestos espectaculares pero vacuos y no aportó soluciones novedosas. Sea estímulos efectivos (planteo de Estados Unidos), sea reforma financieras en serio (planteo de la Eurozona).<br />
En cambio, el Grupo de los 20 repitió las usuales vaguedades sobre el FMI, el Banco Mundial y –peor- la pálida Organización Mundial de Comercio. El único grupo interesado en problemas serios lo componen economías emergentes como China, India, Brasil, etc.<br />
El documento final, afirman ortodoxos y estructuralistas al unísono, “fue en verdad descarado” (palabras de “The Economist”). La cifra de US$ 5 billones esgrimida en el texto, a gastar entre ahora y 2010, y el 1,1 billón adicional vía FMI no son realmente “una expansión fiscal concertada”. La primera cantidad parece, en realidad, una estimación del deterioro previsible en las cuentas públicas durante el bienio.<br />
En lo tocante al US$ 1,1 billón del Fondo, las cosas tampoco son transparentes, pues no es lo mismo financiar un ente multilateral que hacer gastos adicionales. Por lo mismo, los US$ 250.000 millones para “apoyar el financiamiento del intercambio” se ignoran de dónde saldrán.<br />
Entretanto, la triplicación (US$ 250.000 a 750.000 millones) en los recursos del FMI es más una aspiración que un hecho. Hasta la semana pasada, por cierto, sólo se han comprometido alrededor de US$ 350.000 millones y eso antes de la cumbre. En síntesis, los únicos fondos nuevos son también una promesa: US$ 300.000 millones en derechos especiales de giro, la “divisa gerencial” del Fondo. </p>
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Crecen las dudas sobre la cumbre del G-20 y su saldo
Por ahora, los escépticos se centran en el Fondo Monetario Internacional y son analistas apegados al modelo anglosajón. Además, no quieren al frente un socialdemócrata como Dominique Strauss-Kahn, ya que preferirían un burócrata fiel como sus antecesores.