<p>Un reciente estudio de la conservadora institución Brookings, Washington, analiza los números fiscales del quinquenio 2005/9. En Grecia, un crítico déficit que promedia 6,5% del producto bruto interno en ese lapso, pero toca 12,7% en 2009, tiene estrechos nexos con la corrupción sistémica. Igual sostiene el Banco Mundial.<br />
Su motor principal son los rusfeti, que van desde contratos ejecutivos hasta acuerdos inmobiliarios con el poderoso, ultraconservador clero católico bizantino. Este tipo de “tradiciones” ha generado un estado acromegálico pero débil, que ahora desemboca en una crisis de confianza y golpea a la Unión Europea.<br />
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A criterio de Brookings, la combinación de sobornos cotidianos y peculado en gran escala explica buena parte del rojo fiscal. Año a año, resta 8% del PBI -vale decir, alrededor de € 20.000 millones- y obligó al primer ministro Yioryios Papandréu a admitir públicamente que “nuestro problema básico es la corrupción institucional”. También censuró al aparato judicial “porque no investiga denuncias, ampara a los amigos y fomenta impunidad”.<br />
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Cabe señalar que, en esta materia, Grecia no está muy lejos de Portugal, Italia e, inesperadamente, Estados Unidos. “Si Atenas reprimiera mejor la corrupción –por ejemplo, al nivel de Madrid, 4% del PBI, si no al de Amsterdam-, el déficit presupuestario sería mucho menos serio”. Así cree Daniel Kaufmann, experto de la institución. <br />
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Transparencia Internacional, menos fiable, calcula que –el año pasado- 13,5% de familias griegas pagó sobornos por € 1.360 en promedio. Los ciudadanos dan coima para acelerar licencias de conducir, turnos médicos o permisos de construcción, evadir impuestos y la mar en coche. Sólo en 2007/9, varios políticos relevantes han renunciado o se los procesa por corrupción en gran escala. Semanas atrás, esto se agravó al saberse que Goldman Sachs había sido cómplice en maniobras para disimular endeudamiento externo.</p>
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Corrupción sistémica, clave real de la insolvencia griega
Una secular, mediterránea cultura de clientelismo y sobornos saquea continuamente los dineros públicos. En el país campean dos lacras insoslayables: fakelari (mordidas, coimas chicas) y rusfeti, favores políticos. Juntas son casi inexpugnables