<p>El partido Republicano sostiene, como artículo de fe –sin evidencias- que la creciente deuda pública es el motivo de dos lacras persistentes, desempleo y estancamiento. No obstante, estos mismos republicanos rechazan el nuevo compromiso ofrecido por Barack Obama para disminuir esa deuda en los próximos diez ejercicios porque, con buen sentido, el mandatario insiste en que cualquier trato incluya algún grado de aumento tributario.<br />
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“¿Dónde están ubicados? preguntaba en la reciente rueda de prensa. “Si afirman que será el mayor impulso a la confianza ¿dónde está la trampa?” Por supuesto, la trampa reside en que los republicanos –gracias al Tea Party- están atados a metas ideológicas. Vale decir, al recorte del gobierno y los impuestos, más que a reducir el déficit. Así, han rechazado varias ofertas de Washington, aunque los incrementos quedasen neutralizados por los recortes de gastos.<br />
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Este rechazo por el rechazo mismo se puso en evidencia la noche del sábado, cuando el diputado John Boehner fue obligado por los republicanos a abandonar un plan que había discutido con Obama. Su objeto era podar el rojo en cuatro billones durante diez años fiscales (octubre a septiembre).<br />
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El esquema habría ido demasiado lejos en recortar gastos discrecionales y sociales, restando demasiadas partidas a la economía, en un momento cuando ésta precisa desesperadamente inversiones públicas. Aun así, era mejor que la virtual quema de partidas exigida por los republicanos, pues al menos elevaba de US$ 700.000 millones a un billón (+42,5%) en entradas adicionales, desde 2013/14, terminando con descuentos impositivos al sector privado y las familias que ganen US$ 250.000 anuales o más, dictados bajo el gobierno de George W.Bush. No por casualidad, el mismo que metió a EE.UU. en tres guerras imposibles, Irak, Somalía y Afganistán-Pakistán. <br />
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Eric Cantor, jefe del bloque opositor en la cámara baja, insistió ante Boehner que sus correligionarios, uncidos a promesas antitributarias, no podrían aceptar el nuevo plan. Desde este martes, entonces, los negociadores tratan de llegar a un acuerdo para reducir el déficit por alrededor de “sólo” dos billones en un decenio. Pero las consecuencias para la economía física y la vida de los norteamericanos serán desastrosas de todas maneras.<br />
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Es bueno ver a Obama desafiando al Tea Party y su ilógico fundamentalismo de pueblo chico, para imponer un acuerdo antes de que sea demasiado tarde y el 2 de agosto llegue sin nuevo tope para el endeudamiento federal. Pero muchos economistas serios temen que la clase de trato en vista pueda llevar a más años de estancamiento y dejar sin poder político al propio presidente. Justamente, lo que buscan los republicanos. No advierten que, cuando lleguen a la Casa Blanca, el país puede ser un tembladeral donde se hundan ambos partidos.</p>
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Contradicciones de los republicanos ante Obama
En Estados Unidos hay una notoria brecha de lógica que afecta al núcleo mismo de la intransigencia opositora en materia de endeudamiento federal. Irónicamente, es presidente quien se ha encargado de ponerla en evidencia esta borrascosa semana.