Congreso vs. Bush: impasse que pone en apuros a la oposición

Mal asesorado, George W.Bush aplicó un veto total a la ley que exige retirar tropas desde el 31 de marzo, a cambio de US$ 124.000 millones. Pero, a su vez, los demócratas hicieron mal sus cuentas y la pertinacia presidencial traba todo.

3 mayo, 2007

Mientras el vicepresidente Richard Cheney, eminencia gris de la Casa Blanca, dicta cada paso de Bush (ninguno de ambos tiene mucho que perder), una estrecha mayoría opositora votó un proyecto de ley por el cual se entregarán los fondos adicionales solicitados, si la evacuación se inicia en siete meses. Pero el veto sólo puede anularse con mayoría absoluta (dos tercios).

Los demócratas no la logran porque, en forma poco explicable, varios republicanos moderados siguen apoyando la aventura iraquí. ¿Por qué? Por una obsesión: no aparecer ante la opinión pública (harta de guerras ahí y en Afganistán) como promotores de una derrota casi segura.

Por otro lado, Bush no quiere que ningún retiro de tropas empiece durante su mandato, que concluye en enero de 2009. Sin embargo, la oposición senatorial se ha unido a la de los diputados baja en apoyo de un texto que determina empezar la retirada de Irak a fin de marzo próximo. Esto era una “concesión” al plazo original, 1° de octubre de este año. Pero ahora el presidente frustrò el embate con el veto.

Usando sus facultades presupuestarias, empero, el congreso pone a Bush en un dilema de hierro. O acepta esa fecha o se queda sin los US$ 124.000 millones extras que pide para el ejercicio fiscal corriente, que cierra el 30 de septiembre. Esa suma debiera cubrir gastos adicionales en Irak y Afganistán (otra guerra de desenlace cada vez más incierto). Tras las frustrada reunión del miércoles, ahora los mediadores proyectan dorar la píldora incluyendo algunas condiciones políticas… a cargo de Bagdad.

En medio de esos trajines, el comité de supervisión gubernamental (cámara de representantes) pidió la comparencia de Condoleezza Rice, secretaria de estado. Tema: las falsas explicaciones dadas para justificar la invasión de Irak en 2003. La votación se atuvo estrictamente a las líneas partidarias, lo cual no habla bien de los republicanos y su anacrónico verticalismo. Resulta obvio que los pretextos para marchar sobre Bagdad –en cuya elaboración Rice tuvo parte- eran mentiras lisas y llanas.

Para componer las cosas, algunos legisladores oficialistas calificaron la iniciativa opositora de “amague sin fundamento”. Pero los demócratas señalaron que exigirán a Rice decir cuanto sepa del asunto. En especial, el falso informe sobre intentos iraquíes de comprarle a Nigeria uranio enriquecido, cuya publicación generó un escándalo alrededor de Valerie Plame (agente de la CIA) y el principal asesor del vicepresidente Richard Cheney. En Gran Bretaña, un ex agente de inteligencia fue “suicidado” para cubrir huellas del enjuague.

“Una persona era responsable en la Casa Blanca en lo referente a inteligencia sobre Irak y era Rice, asesora de seguridad de George W.Bush”. Asi recuerda Henry Waxman, demócrata por California y jefe del comité. “La opinión pública fue engañada sobre los riesgos militares y políticos reales que planteaba el régimen de Saddam Huséin”, sostuvo el diputado. Durante la fase previa a la invasión, el departamento de estado estaba en manos de Colin Powell, que renunció en desacuerdo con Cheney –operador de intereses petroleros y ex CEO de Halliburton- y su aliado Donald Rumsfeld, secretario de defensa.

Mientras el vicepresidente Richard Cheney, eminencia gris de la Casa Blanca, dicta cada paso de Bush (ninguno de ambos tiene mucho que perder), una estrecha mayoría opositora votó un proyecto de ley por el cual se entregarán los fondos adicionales solicitados, si la evacuación se inicia en siete meses. Pero el veto sólo puede anularse con mayoría absoluta (dos tercios).

Los demócratas no la logran porque, en forma poco explicable, varios republicanos moderados siguen apoyando la aventura iraquí. ¿Por qué? Por una obsesión: no aparecer ante la opinión pública (harta de guerras ahí y en Afganistán) como promotores de una derrota casi segura.

Por otro lado, Bush no quiere que ningún retiro de tropas empiece durante su mandato, que concluye en enero de 2009. Sin embargo, la oposición senatorial se ha unido a la de los diputados baja en apoyo de un texto que determina empezar la retirada de Irak a fin de marzo próximo. Esto era una “concesión” al plazo original, 1° de octubre de este año. Pero ahora el presidente frustrò el embate con el veto.

Usando sus facultades presupuestarias, empero, el congreso pone a Bush en un dilema de hierro. O acepta esa fecha o se queda sin los US$ 124.000 millones extras que pide para el ejercicio fiscal corriente, que cierra el 30 de septiembre. Esa suma debiera cubrir gastos adicionales en Irak y Afganistán (otra guerra de desenlace cada vez más incierto). Tras las frustrada reunión del miércoles, ahora los mediadores proyectan dorar la píldora incluyendo algunas condiciones políticas… a cargo de Bagdad.

En medio de esos trajines, el comité de supervisión gubernamental (cámara de representantes) pidió la comparencia de Condoleezza Rice, secretaria de estado. Tema: las falsas explicaciones dadas para justificar la invasión de Irak en 2003. La votación se atuvo estrictamente a las líneas partidarias, lo cual no habla bien de los republicanos y su anacrónico verticalismo. Resulta obvio que los pretextos para marchar sobre Bagdad –en cuya elaboración Rice tuvo parte- eran mentiras lisas y llanas.

Para componer las cosas, algunos legisladores oficialistas calificaron la iniciativa opositora de “amague sin fundamento”. Pero los demócratas señalaron que exigirán a Rice decir cuanto sepa del asunto. En especial, el falso informe sobre intentos iraquíes de comprarle a Nigeria uranio enriquecido, cuya publicación generó un escándalo alrededor de Valerie Plame (agente de la CIA) y el principal asesor del vicepresidente Richard Cheney. En Gran Bretaña, un ex agente de inteligencia fue “suicidado” para cubrir huellas del enjuague.

“Una persona era responsable en la Casa Blanca en lo referente a inteligencia sobre Irak y era Rice, asesora de seguridad de George W.Bush”. Asi recuerda Henry Waxman, demócrata por California y jefe del comité. “La opinión pública fue engañada sobre los riesgos militares y políticos reales que planteaba el régimen de Saddam Huséin”, sostuvo el diputado. Durante la fase previa a la invasión, el departamento de estado estaba en manos de Colin Powell, que renunció en desacuerdo con Cheney –operador de intereses petroleros y ex CEO de Halliburton- y su aliado Donald Rumsfeld, secretario de defensa.

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