Confirmado: Gran Bretaña seguirá sin adoptar el euro
Londres confirmó ayer que, por ahora, no adopta el euro como moneda de circulación única. En gesto conciliador, el gobierno aclaró que, justo dentro de un año, volverá a considerar el tema. El Banco de Inglaterra se mantuvo en silencio.
Gordon Brown, canciller del Tesoro –o sea, ministro de Hacienda-, informó oficialmente al Parlamento que el gobierno aún “no ha reunido elementos de juicio para recomendar la adopción del euro en reemplazo de la libra esterlina”. Según el comunicado “cuatro de las cinco condiciones detalladas en la carta de intención de 1997 siguen sin satisfacerse”. Pero, en un gesto inesperado, el primer ministro Tony Blair –hablando como simple diputado- anticipó que, para mediados de 2004, el gobierno podrá llamar a referendo sobre el tema.
El veredicto de Brown (un “euroescéptico” afín a los jerarcas del Banco de Inglaterra) representa “otro triunfo para la esterlina, que sobrevive –en sucesivas formas- desde el siglo XI. Pero la reticencia británica influye en otros dos miembros de la Unión Europea que no adhieren a la moneda común: Suecia y Dinamarca. En medio de polémicas reavivadas por la actitud de Londres, los suecos aguardan su propio referendo (septiembre), en tanto los daneses se atienen al plebiscito de 2000, que rechazó al euro.
No es casual que, en Gran Bretaña y los países nórdicos, la opinión pública tampoco vea con buenos ojos la ampliación de la UE a veinticinco miembros, varios de los cuales son economías transicionales o menos desarrolladas. En cuanto a este grupo y el euro, existe un compromiso colectivo de adoptarlo al momento de ingresar, como acaba de refirmar Polonia tras su plebiscito sobre la entrada. Por otra parte, los opositores a la moneda única observan que, mientras se apresura el ingreso a Eurolandia de economías menos avanzadas, hay fuera de la propia UE estados como Suiza o Islandia. Dato curioso: políticos y parlamentarios en Glasgfow y Edimburgo recordaban, anoche, que el acta de Unión –casi tricentenaria- teóricamente no obstaría para adoptar el euro en Escocia.
Gordon Brown, canciller del Tesoro –o sea, ministro de Hacienda-, informó oficialmente al Parlamento que el gobierno aún “no ha reunido elementos de juicio para recomendar la adopción del euro en reemplazo de la libra esterlina”. Según el comunicado “cuatro de las cinco condiciones detalladas en la carta de intención de 1997 siguen sin satisfacerse”. Pero, en un gesto inesperado, el primer ministro Tony Blair –hablando como simple diputado- anticipó que, para mediados de 2004, el gobierno podrá llamar a referendo sobre el tema.
El veredicto de Brown (un “euroescéptico” afín a los jerarcas del Banco de Inglaterra) representa “otro triunfo para la esterlina, que sobrevive –en sucesivas formas- desde el siglo XI. Pero la reticencia británica influye en otros dos miembros de la Unión Europea que no adhieren a la moneda común: Suecia y Dinamarca. En medio de polémicas reavivadas por la actitud de Londres, los suecos aguardan su propio referendo (septiembre), en tanto los daneses se atienen al plebiscito de 2000, que rechazó al euro.
No es casual que, en Gran Bretaña y los países nórdicos, la opinión pública tampoco vea con buenos ojos la ampliación de la UE a veinticinco miembros, varios de los cuales son economías transicionales o menos desarrolladas. En cuanto a este grupo y el euro, existe un compromiso colectivo de adoptarlo al momento de ingresar, como acaba de refirmar Polonia tras su plebiscito sobre la entrada. Por otra parte, los opositores a la moneda única observan que, mientras se apresura el ingreso a Eurolandia de economías menos avanzadas, hay fuera de la propia UE estados como Suiza o Islandia. Dato curioso: políticos y parlamentarios en Glasgfow y Edimburgo recordaban, anoche, que el acta de Unión –casi tricentenaria- teóricamente no obstaría para adoptar el euro en Escocia.
