Después de cuarenta años separados, el binomio de derecha (Unión Democristiana y Unión Socialcristiana bávara) se reúne con el Partido Socialdemócrata –centroizquierda- en una difìcil “gran coaliciòn”. Ahí, el PSD llega dividido entre partidarios de Gerhard Schröder, sus reformas pro mercado y gente de Andrea Nahles, opuesta al programa, que ve como triunfo de la derecha.
Si bien la coalición controla 448 escaños y se precisan sólo 308 para asegurar la elección de Merkel, había un riesgo: que un bloque bastante grande de diputados izquierdistas no apoyase. En ese caso, el gobierno resultante sería menos estable, máxime porque se ignora si Merkel tiene habilidad suficiente para manejarse en un escenario complicado.
Había un “número mágico”, cuarenta. Si las defecciones en el PSD lo superan, será un arranque vacilante para la gran coalición. Ya se había notado ese factor durante la tempestuosa elección del socialdemócrata Wolfgang Thierse, presidente saliente del legislativo, como vice del Bundestag. Finalmente, 51 legisladores se opusieron a la gran coalición, o sea a Merkel y, su apoyo no llehó siquiera a 400 voytos (397).
Sin un líder claro entre los socialemócratas, la canciller entrante deberá apoyarse en dos operadores ajenos al parlamente. Se trata de Franz Müntefering, sociademócrata de derecha (vicecanciller) y del democristiano Thomas de Maizière, jefe de gabinete. Con la derecha católica de la alianza UDC-USC (Edmunb Stoiber, capitoste bávaro) y el PSD escindido, el panorama se ve difícil para el primer gabinete Merkel.
Después de cuarenta años separados, el binomio de derecha (Unión Democristiana y Unión Socialcristiana bávara) se reúne con el Partido Socialdemócrata –centroizquierda- en una difìcil “gran coaliciòn”. Ahí, el PSD llega dividido entre partidarios de Gerhard Schröder, sus reformas pro mercado y gente de Andrea Nahles, opuesta al programa, que ve como triunfo de la derecha.
Si bien la coalición controla 448 escaños y se precisan sólo 308 para asegurar la elección de Merkel, había un riesgo: que un bloque bastante grande de diputados izquierdistas no apoyase. En ese caso, el gobierno resultante sería menos estable, máxime porque se ignora si Merkel tiene habilidad suficiente para manejarse en un escenario complicado.
Había un “número mágico”, cuarenta. Si las defecciones en el PSD lo superan, será un arranque vacilante para la gran coalición. Ya se había notado ese factor durante la tempestuosa elección del socialdemócrata Wolfgang Thierse, presidente saliente del legislativo, como vice del Bundestag. Finalmente, 51 legisladores se opusieron a la gran coalición, o sea a Merkel y, su apoyo no llehó siquiera a 400 voytos (397).
Sin un líder claro entre los socialemócratas, la canciller entrante deberá apoyarse en dos operadores ajenos al parlamente. Se trata de Franz Müntefering, sociademócrata de derecha (vicecanciller) y del democristiano Thomas de Maizière, jefe de gabinete. Con la derecha católica de la alianza UDC-USC (Edmunb Stoiber, capitoste bávaro) y el PSD escindido, el panorama se ve difícil para el primer gabinete Merkel.