viernes, 22 de noviembre de 2024

¿Cómo será la era post Donald Trump?

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La hora de la verdad se aproxima. Será mañana. Entonces se sabrá si el candidato Republicano será presidente de EEUU. Si no lo es, como lo señalan muchos indicios, además de alivio en buena parte del mundo, comienza una nueva etapa para la democracia estadounidense.

Lo cierto es que la influencia de Trump perdurará, incluso si se desvanece su presencia pública en los próximos meses. Es buena parte de la agenda del debate lo que, lamentablemente, persistirá.

Primero que todo el ejemplo: quedó demostrado que un personaje –hasta hace pocos años, digno de ser una caricatura- extravagante, prepotente y sobre todo mentiroso, puede conseguir y retener apoyo en vastos sectores de la población.

Habrá una nueva clase de políticos que tendrá la tentación de seguir su ejemplo y su modelo.
Muchos especialistas debaten si el fenómeno Trump solo puede ser posible en la era de las redes sociales y de social media. En los últimos 15 años, cuando todavía los medios tradicionales dominaban el escenario, el millonario amagó con ingresar a la política, pero en vista de la escasa resonancia de sus esfuerzos, abandonó.

Esta campaña –y es un modelo a imitar por otros- se centró exclusivamente en los medios sociales. Tal vez eso explica, de un lado, el impacto que logró; y de otra parte, por qué los medios tradicionales no vieron venir el fenómeno Trump y tendieron a subestimarlo.

Si ese estilo se populariza, adiós a toda pretensión de inyectar seriedad y trascendencia en el debate político estadounidense. Con el consiguiente efecto que tendrá sobre las instituciones y sobre la esencia misma del concepto actual de democracia.

Una secuela perversa de la campaña que hizo Trump es que convenció a mucha gente –que seguramente tenía ganas de ser convencida- de que los jueces toman partido, los medios mienten, las elecciones son amañadas, y no hay organismo público que pueda ser confiable.
En cuanto al Partido Republicano, puede fragmentarse, o caer en manos de un émulo de Trump, o rejuvenecer con aportes de nuevos dirigentes. Pero la masa de votantes enojada que siguió a Trump seguirá allí lista a enfrentarlo.

En otras latitudes, las consecuencias del fenómeno son perceptibles. Muchos países europeos están viendo el auge de partidos de extrema derecha, que militan contra los inmigrantes. Sin hablar de todos los matices del Brexit británico y de la militancia a favor del proteccionismo comercial y en contra de tratados globales.

Esta es tal vez la verdadera tragedia: el modo de entender la política de Trump comienza a verse como parte normal de la escena cotidiana.

 

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