lunes, 25 de noviembre de 2024

¿Cómo gobernar en un mundo en ruptura?

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El choque de cuatro fuerzas económicas fundamentales –urbanización, tecnología, demografía y globalización– está produciendo un cambio monumental. La competencia global y el cambio tecnológico han acelerado la destrucción creativa y superado la capacidad de adaptación del mercado laboral. Trascendentales cambios económicos plantean nuevas exigencias a los Gobiernos de todo el mundo.

La creación de trabajo es un desafío fenomenal para muchos legisladores aunque las empresas se quejen de la falta de habilidades fundamentales. Las poblaciones con más viejos están comenzando a resquebrajar las redes de seguridad social y, para las sociedades endeudadas en economías avanzadas, el desafío va a aumentar a medida que comience a subir el costo del capital. El tan necesario aumento de la productividad sigue esquivándole al sector público. La inequidad de ingresos está aumentando y provocando una reacción violenta, en algunos casos orientada hacia las mismas interconexiones de comercio, finanzas y grupos que alimentaron el crecimiento de los últimos 30 años.
(En este extracto tomado del nuevo libro No Ordinary Disruption: The Four Global Forces Breaking All the Trends, los autores explican cómo pueden responder los formadores de políticas. El extracto acaba de ser publicado por el McKinsey Global Institute. Sus autores son: Richard Dobbs, James Manyika y Jonathan Woetzel).
Así como muchas empresas se están viendo obligadas a repensar sus estrategias y modificar lo que antes daban por supuesto, los Gobiernos deben hacer lo mismo. El desafío del liderazgo político generado por las rupturas que producen esas tendencias se vuelve todavía más urgente por el creciente número de lugares para la participación y la expresión pública. Los ciudadanos en todas partes del mundo exigen que los Gobiernos mejoren la calidad de los servicios públicos, en poco tiempo y muchas veces a menor costo. En tiempos como este, con presupuestos ajustados, ciclos eleccionarios cortos y donde las reacciones son prácticamente inmediatas el margen de error que tienen los líderes del sector público es pequeño. De Brasil a Egipto, a Hong Kong o Ucrania, es normal ver grandes grupos de ciudadanos tomando las calles exigiendo cambios.
Para los funcionarios del sector público, muchas veces el desafío no es falta de visión sino plazos cortos, prioridades encontradas y entrega deficiente. Muchos Gobiernos han logrado superar todas esas cosas. Un país asiático redujo el crimen callejero 35% en el primer año de un programa de transformación. Un Gobierno su­da­mericano redujo 80% las listas de espera en hospitales y aumentó en más de 50% el número de graduados que eligen dedicarse a enseñar. El Gobierno de un mercado emergente introdujo un plan de seguridad social para cientos de miles de trabajadores en dos meses. En cada uno de esos casos, los legisladores usaron lo que McKinsey llama “Entrega 2.0”, un programa bien diseñado con mediciones adecuadas, laboratorios experimentales de entrega, pequeños equipos de ejecución con mucho poder, visible apoyo de los líderes y una cultura de responsabilización por el desempeño.

Implicancias para la gobernanza futura 

Entonces, ¿qué es lo que distingue a esos esfuerzos? ¿Puede un Gobierno preparar a su sociedad para las difíciles decisiones pero reteniendo la última responsabilidad mientras realiza los cambios de largo plazo necesarios para sostener la prosperidad nacional y los niveles de vida? Creemos que sí, dicen los autores. Y si bien se presta mucha atención al dinero que tienen los gobiernos a su disposición ?y cómo lo consiguen? el financiamiento es solo una de las formas de medir lo que un Gobierno hace realmente. En términos generales, las acciones políticas orientadas a lograr resultados deseados tienden a ubicarse en algunas de estas tres categorías: incentivos, regulación e información. En todo el mundo los Gobiernos están empleando los tres métodos para avanzar a través de este paisaje cambiante con agilidad, innovación y buena implementación.

El uso de incentivos para acelerar el cambio

Por lo general, definimos incentivos como palos y zanahorias que el Gobierno brinda al sector privado. Pero el Gobierno puede crear incentivos para inducirse a sí mismo a trabajar más inteligentemente. Las reformas de la comisión encabezada por Peter Hartz en Alemania en 2002 cambiaron las herramientas del mercado laboral del país usando incentivos tales como cambiar las metas de desempeño para los asistentes sociales y los programas de capacitación. También aplicaron incentivos para que las empresas contraten a los que llevaban largo tiempo desempleados y retener a los trabajadores en períodos de poca demanda. Esos esfuerzos jugaron un papel fundamental en el cambio de las condiciones del mercado laboral del país. 
Otras iniciativas para crear empleo que se están implementando implican promoción de exportaciones, infraestructura, servicios sociales y fomentar el emprendedorismo. 
Algunos países están usando incentivos para hacer frente a los desafíos demográficos y económicos del envejecimiento de la población. Un esfuerzo importante para engrosar las filas de los empleados es incluir más mujeres. En 2012 solo 51% de las mujeres en edad de trabajar participaba en la fuerza laboral mundial, porcentaje comparado con 77% de los hombres. 

Usar la regulación como respuesta directa al cambio

El poder de regular del Gobierno ?de fijar estándares y definir las reglas de conducta y de los mercados? puede cumplir un papel fundamental en la modernización de las economías y preparación del país para el futuro. La regulación puede resultar una herramienta particularmente eficaz donde las deficiencias del mercado son evidentes y hay problemas estructurales que impiden la adopción de las mejores prácticas. Los accionistas de las grandes instituciones financieras no pueden supervisar eficazmente las medidas de alto riesgo que toman los ejecutivos, de manera que los reguladores deben imponer estándares al capital y realizar una cuidadosa supervisión. 
Para construir edificios más eficientes en el uso de la energía los dueños deben hacer inversiones iniciales que tal vez no puedan trasladar directamente a los inquilinos. Por lo tanto, puede ser útil recurrir al diseño de estándares para ser aplicados por toda la industria de la construcción. 
En cuanto al problema del envejecimiento de la población, algunos países han extendido la edad legal para la jubilación, en algunos casos hasta dos años. Es un comienzo, pero totalmente insuficiente para correr a la par de los cambios demográficos que el mundo está viendo. Un análisis reciente de los 43 países más desarrollados descubrió que entre 1965 y 2005, el promedio de edad legal para jubilarse subió menos de cinco meses. En el mismo periodo la expectativa de vida del hombre subió nueve años. En Europa la legislación danesa reconoció temprano la inminente bomba de tiempo que esto significa y el país decidió establecer una relación permanente y fija entre la edad para jubilarse y la expectativa de vida y además poner restricciones a la jubilación anticipada. Resultado: la población dinamarquesa de gente entre los 55 y los 64 años tiene mayor participación en la fuerza laboral (58%) que el país promedio de la Unión Europea (menos de 50%) y para 2050 tendrá la más alta edad jubilatoria (69 años) de todos los países de la OCDE. 
Los países ?especialmente aquellos con instituciones financieras subdesarrolladas o riesgos específicos a las fluctuaciones globales? usan el método regulatorio para manejar su vulnerabilidad a la participación global. Por ejemplo, los Gobiernos han elaborado varias respuestas regulatorias para aumentar los ingresos de capital, que van desde medidas de corto plazo hasta medidas de gran intervención estatal o cambios sistémicos a largo plazo para sus mercados financieros. La regulación suele ser muy invasiva cuando los mercados están poco desarrollados. 
Chile, cuya economía es relativamente moderna pero desproporcionadamente dependiente de las exportaciones de cobre, continuó con su apertura al capital extranjero pero mantuvo una postura conservadora en política fiscal. En 2007, el Gobierno instaló el Fondo de Estabilización Económica y Social con un aporte inicial de US$ 2.600 millones. El fondo fue creado específicamente para reducir la dependencia nacional de los ciclos comerciales globales y la volatilidad de los ingresos por las fluctuaciones en el precio del cobre. Invierte fundamentalmente en bonos del Gobierno y una porción de sus activos se puede usar para financiar el déficit del gasto o cancelar deuda del Gobierno. Los activos del fondo han crecido hasta llegar casi a los US$ 15.000 millones y Chile se ha convertido en uno de los países de la región que más ha crecido financieramente. El Fondo Monetario Internacional lo ha mencionado recientemente como ejemplo representativo de resiliencia a las fluctuaciones de los flujos globales. 
Los Gobiernos han usado la regulación para exigir resultados ambientales, sociales y de otros órdenes como respuesta a tendencias globales mientras dejan que las industrias elijan las tecnologías que necesitan para cumplir con esos objetivos. En esos casos hay casi siempre consenso social sobre qué se busca pero no sobre cómo llegar a eso. Lograr esto último eso es gran parte de la batalla, porque quienes participan en el mercado pueden estar ya comprometidos con tecnologías ligadas al entorno que precedió a esta ruptura en la tendencia. 
Emplear la información para mejorar productividad 
Big data no solo es útil para apps y comercio electrónico. La información es una herramienta importantísima para mejorar la productividad del sector público, especialmente en un contexto donde hay permanente presión por mejorar productividad y calidad de servicio. Los Gobiernos están comenzando a priorizar la información como una herramienta eficaz para mejorar el manejo de los recursos y tareas que administran, como educación, salud, equiparar oferta con demanda laboral e incluso para defensa y seguridad. También ayudan a la industria al brindar información que los consumidores pueden usar para tomar mejores decisiones. Los países centroeuropeos, como Austria, Alemania y Suiza en particular, han sido siempre modelos en educación vocacional basada en las necesidades de la industria. 
Otros países tienen modelos similares pero en menor escala y dirigidos a sectores específicos. El Gobierno de Brasil, por ejemplo, está tomando la delantera con Prominp (Programa de Movilización de la Industria Nacional de Petróleo y Gas Natural) para convocar a empresas, universidades y sindicatos a mejorar la educación y mantener competitivo el sector de gas y petróleo brasileños. 
Otro paso es identificar y vigilar los principales motores de productividad en la economía. Incluso entre los países con mejor desempeño, existe gran diferencia entre los sectores. Dentro del sector cuasi público, pueden tener hospitales y escuelas que funcionan muy bien y muy mal. Los que mejor funcionan por lo general han entendido e implementado bien las prácticas perfeccionadas en el sector privado: principios de austeridad, data analytics, compra inteligente y gestión por desempeño.
La tecnología y big data ofrecen otro camino a los políticos para generar mejoras de productividad en todos los servicios públicos.
El Portal da Transparencia brasileño publica gran cantidad de información que incluye los gastos de organismos de orden nacional, los débitos de las tarjetas de crédito emitidas por el Gobierno a funcionarios oficiales y una lista de empresas a las que se ha prohibido contratar trabajos con el Gobierno. 
Esta era de ruptura de tendencias está imponiendo a los Gobiernos y legisladores incertidumbres y presiones que son tan importantes como las que afectan a las empresas y los ejecutivos. Cada vez más el liderazgo público será juzgado por su capacidad para ordenar los recursos y crear consenso para hacer frente a los problemas que se avecinan. 
En última instancia, es difícil prescribir un régimen específico para un gobierno de determinado tamaño y forma. Cada país deberá tomar las decisiones por su cuenta. Pero cualquiera sea la situación del Gobierno ?en expansión o en contracción, desarrollado o no, con excedente o con déficit? debe tratar de responder con rapidez y agilidad. Si así lo hacen estarán mejor protegidos de algunas tendencias amenazadoras y permitirán que el sector público aproveche las enormes posibilidades que se le presentan. La implementación inteligente de incentivos, regulaciones y datos es un requisito para el éxito.

 

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