<p>Washington, Bruselas (Unión Europea), París y Moscú encaran una “fase 2” de medidas contra las supuestas aspiraciones nucleares iraníes en el campo bélico. No importa si, en cualquier momento, un vecino munido realmente de armas estratégicas ilegales (Pakistán) choca con una potencia atómica reconocida (India) a causa de Afganistán.<br />
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Pero, por hoy, el verdadero obstáculo es la presencia de multinacionales de toda laya en suelo persa. El detalle fue subrayado por el presidente ruso Dimitri Medvédev a su colega Barack Obama, días atrás en Singapur. En tanto, el secretario de Naciones Unidas, Ban ki-mun –que no logra salvar las cumbres sobre clima ni alimentos- les dice a ambos que “cooperen contra Teherán o será demasiado tarde”.<br />
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Era otra inconsistencia diplomática: el alto funcionario proviene de una Surcorea directamente amenazada por los desbordes nucleares de Norcorea. Para Japón el peligro iraní es remoto pero los proyectiles de Pyongyang caen cerca.<br />
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Por sobre todo, ¿cómo sancionar un régimen en cuyo territorio se han instalado cuarenta grupos empresarios? Este factor explica por qué las últimas gestiones de Mohammed el-Baradéi (agencia internacional de energía atómica, AIEA) no parecen llevar a nada concreto. Siete años de tratativas y cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad se han estrellado contra las argucias no de Mahmud Ahmadinedyad –presidente desde hace un quinquenio-, sino del consejo superior, máxima autoridad política y religiosa.<br />
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La lista de conglomerados presentes en el país es por demás ilustrativa. Además de Rusia, Gran Bretaña, España o China, los hay de Italia (ENI), Canadá (Lundin Mining, Zarlink), Alemania (Siemens), Japón (Mitusbishi, Mitsui), Suecia (Volvo), Sudáfrica (Sasol), Malasia (Petronas), Austria (OMV), Francia (Alcatel-Lucent, Total, BNP Paribas), Finlandia (Nokia), Indonesia (LG Engineering), Noruega (Norsk Hydro, Statoil), Holanda (ING, Royal Dutch/Shell), India (Essar Oil, Oil National Gas) y otros jugadores.<br />
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Los casos ruso y chino son paradigmáticos. Moscú tiene filiales de AtomStroy (la firma que enriquecería uranio iraní), Gazprom, Glavkosmos (aeronáutica y espacio) o Lukoil. En cuanto a Beijing, está representada por Alite Technologies (electrónica), Great Wall Industry (tecnología satelital), CNOOC, National Precision Machinery y Sinopec.<br />
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Por si todo eso no fuese bastante, circulan en Viena versiones sobre una “iniciativa secreta” iraní. Nada menos que aplicar energía nuclear no a la guerra, sino a una paulatina sustitución de hidrocarburos por combustibles atómicos. Existen dos móviles: el paulatino agotamiento de reservas explotables (aunque los crudos suban al nivel de junio de 2008, US$ 147,25 el barril) y la tendencia mundial a carburantes más limpios.</p>
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Cómo acosar a Irán si ahí operan 40 multinacionales
La nueva hipótesis occidental fogoneada por Estados Unidos e Israel- extendería sanciones a hidrocarburos, minería y energía. Pero conglomerados como Gazprom (ruso), Sinopec (chinos), Repsol (español), HSBC (londinense) y otros están ahí.