Colombia: se acentúa un viejo proceso de balcanización
Bien vistas, las FARC y el ELN simplemente son formas modernas de las repúblicas cimarronas que resistían a Bogotá ya a mediados del siglo XVIII. En vez de fuerzas españolas, ahora hay contingentes norteamericanos.
Según medios locales, ahora “las fuerzas armadas revolucionarias y el ejército de liberación nacional protagonizan una guerra a muerte por poder, materia prima y dinero”, que ha dejado de 300 a 500 víctimas en pocos meses. Por supuesto, la prensa bogotana –que apoya al gobierno conservador- para por alto un tercer contendiente, los paramilitares.
Pero el trasfondo, por momentos, no parece haber cambiado mucho en 250 años. Recuerda mucho más a ficciones de José Eustasio Rivera (un Gabriel García Márquez “avant la lettre”) o a las excelentes investigaciones históricas del dominicano Juan Bosch. Dos publicaciones afines al presidente Gabriel Uribe admiten que ambas guerrillas se disputan áreas petroleras -recurso semiagotado en el país-, cultivos de coca –se sospecha que también de opio- y rutas que llevan a Brasil, Perú, Panamá, Ecuador y Venezuela (pero sólo se citan estos dos países).
Las diferencias entre los dos grupos radican en negociaciones del ELN con el gobierno y –afirman medios brasileños- con Washington. Por su parte, Estados Unidos intenta vincular las FARC con Hugo Chàvez y su colega ecuatoriano. Según la revista ”Semana”, las FARC tienen 17.000 efectivos, contra apenas tres mil del ELN. Fundadas hace cuarenta años por Manuel Marulanda Vélez, “Tiro fijo”, la escisión puso al ELN en manos de Germán Briceño, hermano del “Mono Jojoy”, todavía jefe militar de las FARC.
De acuerdo con esa fuente, la lucha se centra en los departamentos de Nariño, Cauca y Arauco. Curiosamente, omiten los territorios amazónicos de Vaupés y Putumayo. Ambos están en el sudoeste, son fronterizos con Brtasil y, en el segundo caso, con Perú (en 1942 le arrebató esa zona a Ecuador, su ocupante legal). No se mencionan los paramilitares ni el próspero lavado de fondo vía Panamá o las Antillas holandesas.
Según medios locales, ahora “las fuerzas armadas revolucionarias y el ejército de liberación nacional protagonizan una guerra a muerte por poder, materia prima y dinero”, que ha dejado de 300 a 500 víctimas en pocos meses. Por supuesto, la prensa bogotana –que apoya al gobierno conservador- para por alto un tercer contendiente, los paramilitares.
Pero el trasfondo, por momentos, no parece haber cambiado mucho en 250 años. Recuerda mucho más a ficciones de José Eustasio Rivera (un Gabriel García Márquez “avant la lettre”) o a las excelentes investigaciones históricas del dominicano Juan Bosch. Dos publicaciones afines al presidente Gabriel Uribe admiten que ambas guerrillas se disputan áreas petroleras -recurso semiagotado en el país-, cultivos de coca –se sospecha que también de opio- y rutas que llevan a Brasil, Perú, Panamá, Ecuador y Venezuela (pero sólo se citan estos dos países).
Las diferencias entre los dos grupos radican en negociaciones del ELN con el gobierno y –afirman medios brasileños- con Washington. Por su parte, Estados Unidos intenta vincular las FARC con Hugo Chàvez y su colega ecuatoriano. Según la revista ”Semana”, las FARC tienen 17.000 efectivos, contra apenas tres mil del ELN. Fundadas hace cuarenta años por Manuel Marulanda Vélez, “Tiro fijo”, la escisión puso al ELN en manos de Germán Briceño, hermano del “Mono Jojoy”, todavía jefe militar de las FARC.
De acuerdo con esa fuente, la lucha se centra en los departamentos de Nariño, Cauca y Arauco. Curiosamente, omiten los territorios amazónicos de Vaupés y Putumayo. Ambos están en el sudoeste, son fronterizos con Brtasil y, en el segundo caso, con Perú (en 1942 le arrebató esa zona a Ecuador, su ocupante legal). No se mencionan los paramilitares ni el próspero lavado de fondo vía Panamá o las Antillas holandesas.
