Clima: intento entre gallos y medianoche

En la helada noche danesa, Barack Obama y Hu Jintao tratan de salvar una cumbre que se alarga. Pero las divergencias entre Estados Unidos, China y la Unión Europea tienen clara lectura política y sinceran un cóctel de buenas intenciones e hipocresía.

18 diciembre, 2009

<p>Washington llega a la &uacute;ltima jornada con un as en la manga: US$ 100.000 millones en aportes a pa&iacute;ses pobres para financiar la reducci&oacute;n de emisiones contaminantes. La cifra, que decuplica la oferta de Bruselas, deja a Beijing y Delhi sin propuestas a la vista.<br />
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Esto ser&iacute;a un problema para chinos e indios, siempre y cuando realmente les interesase limitar en serio los gases tipo invernadero. Shashi Tharur, segundo de Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidos, es brutalmente franco: &ldquo;No podemos negar a 600 millones de personas el derecho a obtener una electricidad que les falta&rdquo;. Se refiere al d&eacute;ficit indio de energ&iacute;a t&eacute;rmica, esto es derivada de crudos (libera di&oacute;xido de carbono) y carb&oacute;n (libera mon&oacute;xido).<br />
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Pero el diplom&aacute;tico y ensayista no propugna echar por la borda el protocolo de Kyoto ni esta accidentada cumbre. No obstante, tras adherir a la idea de una segunda vuelta (M&eacute;xico, julio), Tharur se aferra a la postura china e india. A saber, aceptar s&oacute;lo la reducci&oacute;n voluntaria de emisiones y rechazar la vigilancia multinacional. Sin embargo, el &ldquo;compromiso pol&iacute;tico&rdquo; que plantea Obama comprende todo el mundo, meta que podr&iacute;a acabar en una simple declaraci&oacute;n final no vinculante. Vale decir, en nada.<br />
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El mandatario estadounidense, cuya aceptaci&oacute;n p&uacute;blica ha cedido de 56% a 47% entre febrero y mediados de este mes, se debate entre expectativas mundiales dif&iacute;ciles de satisfacer y presiones internas contradictorias. Por supuesto, tambi&eacute;n las sufren la UE, Jap&oacute;n, Brasil o Rusia. Ni siquiera una salida transaccional (34% de reducci&oacute;n hacia 2020, tomando 2005 como referencias) parece capaz de evitar un resonante fracaso en Copenhague.<br />
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Sin duda, el espectro de Kyoto asedia a Obama. En 1997, EE.UU. fue clave para llegar al protocolo, pero luego Bill Clinton no se anim&oacute; a presentar al Senado el consiguiente proyecto de ley. En 2001, George W. Bush &ndash;obediente al &ldquo;lobby&rdquo; petrolero y automotor- lo descart&oacute; del todo. Por ende, 2009 llega con una alianza non sancta de grandes contaminadores (Beijing, Washington, Mosc&uacute;, Delhi, Brasilia, etc.) que traba todo, por ahora.<br />
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Obama no debe afrontar s&oacute;lo a los republicanos, antiambientalistas natos, sino tambi&eacute;n a parte de la clase media norteamericana. Mejor dicho, a la recesi&oacute;n iniciada en diciembre de 2007 (causada por las pol&iacute;ticas de Bush, vaya iron&iacute;a). En efecto, la propuesta del gobierno a la cumbre implica un alza de US$ 23 mensuales en las facturas el&eacute;ctricas urbanas. No abundan en el Capitolio dem&oacute;cratas dispuestos a jugarse bancas en las elecciones de medio tiempo (2010) por algo en apariencia tan remoto como el efecto invernadero. Lo malo es que los an&oacute;malos huracanes y maremotos en medio planeta lo ponen en evidencia desde 2004. <br />
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