La columna, que tituló “Irán: cinco formas fáciles de destruir una economía” hace referencia a la reciente publicación del informe económico del presidente Hassan Rouhani en ocasión de cumplir sus primeros 100 días en el gobierno. El informe pinta un panorama negro, pero en lugar de culpar a las sanciones internacionales Rouhani afirma allí que la responsabilidad del desbarajuste la tienen las políticas populistas de su predecesor, Mahmoud Ahmadi-Nejad.
El gobierno de Ahmadi-Nejad gozó de ingresos petroleros récord de US$ 600.000 millones durante sus ocho años de gobierno, el equivalente de lo que el país había ganado en 100 años desde que por primera vez descubrió petróleo.
A pesar de esos fenomenales ingresos, Rouhani heredó arcas vacías, una deuda de US$ 80.000 millones y una combinación de inflación alta (40%) y estancamiento económico (la economía se redujo 5,8%) algo que no había ocurrido en los últimos 50 años. “El gobierno anterior fue el más rico y el más endeudado”, dice Rouhani en su informe.
Muchos economistas se preguntan cómo un gobierno puede infligir semejante daño a una economía durante un boom petrolero. Algunos llegan a sugerir que las políticas de Ahmadi-Nejad deberían incluirse en las carreras de economía para mostrar cómo un presidente populista puede convertir oportunidades de oro en desastres.
En esa línea de pensamiento, Bozorgmehr enumera aquí las cinco lecciones que deja Ahmadi-Nejad sobre cómo destruir una economía:
- Aumente siete veces la oferta monetaria, de US$ 27.000 millones en 2005 a más de US$189.000 millones en 2013, y niegue que tenga un impacto en la inflación. Diga al público y a los economistas que el aumento en liquidez no tiene nada que ver con que la tasa de inflación sea de 40%.
- Use casi la mitad de la base monetaria del país (US$40.2oo millones) para construir casas baratas para los pobres, aunque esas viviendas estén casi siempre en el medio de la nada y con infraestructura mediocre. Ignore las consecuencias de tomar dinero prestado del Banco Central y su impacto en la inflación.
- Recorte millones de dólares en subsidios a la energía y productos básicos y luego pague en efectivo todos los meses a casi 75 millones de iraníes para compensar la suba de precios. Ignore el hecho de que la cuenta de los subsidios a la energía no baja mucho y que su gobierno se ha comprometido a pagar US$ 1.400 millones todos los meses, aunque esto sea más del doble de lo que ahorró con el recorte original a los subsidios. En lugar de temblar de miedo por el déficit, imprima billetes.
- Ignore al sector industrial doméstico y niegue que la mayoría de las industrias están produciendo a un nivel que es 70% inferior a su capacidad o han quebrado. En lugar de usar los cuantiosos ingresos petroleros para desarrollar la industria nacional, duplique las importaciones anuales de bienes de consumo, anuncie que su crecimiento económico es 10% aunque en realidad es -5,8% y diga que ha creado 2,5 millones de empleos al año, esperando que nadie averigüe qiue la cifra real es casi la décima parte de eso.
- Privatice empresas estatales que valen US$ 122.000 millones. Reparta acciones de las más rentables – como petroquímicas y siderurgias – a los pobres como “acciones de justicia” y gran parte del resto a partidarios leales y organizaciones cuasi estatales a precios inferiores al mercado. Ignore los reclamos del sector privado de que lo está destruyendo.