China: una locomotora que exige mucha, mucha energía

Pese a una economía en auge y posibilidades de convertirse en potencia, el país más poblado del mundo tiene problemas eléctricos. En 2003, una ola de grandes apagones azotó vastas áreas de China y hoy plantea complejos interrogantes.

16 marzo, 2004

Por ejemplo, ¿cómo y dónde obtener los combustibles necesarios para sostener el crecimiento? ¿hasta qué punto el desarrollo energético perjudicará el ambiente?… “Es un asunto de relevancia internacional. La expansión económica ha sido tal que tomó desprevenida a mucha gente, aquí y en el exterior”. Así señala Scott Roberts, representante en Beijing de la consultora Cambridge Energy Research Associates (Massachusetts).

China ha transtornado ya los mercados de insumos con su voracidad por combustibles y materias primas o semiprimas. En 2003, las importaciones petroleras aumentaron casi un tercio. Se han hecho tantos vehículos, fábricas, aeropuertos y rascacielos que el país desplazó a Estados Unidos como mayor importador siderúrgico. De paso, Beijing representa 30% de la demanda mundial de aceros terminados. Por su parte, el consumo eléctrico subió 15% el año último. La producción carbonera se elevó en cien millones de toneladas. Igual, hay escasez en todos esos rubros.

Además, los requerimientos actuales son modestos, comparados con los futuros. Hacia 2020, las necesidades de combustibles serán más del doble, razón por la cual el gobierno tiene planes para levantar cien nuevas usinas eléctricas, alimentadas por energía nuclear, hídrica y térmica. Todo esto hace sospechar que los incipientes esfuerzos pro ambiente quedarán en segundo plano.

China intenta casi todas las posibilidades –salvo, curiosamente, las no convencionales-, pero ninguna ofrece soluciones libres de riesgo. Los planes en marcha prevén no menos de veinte usinas nucleares en quince años. Varios proyectos hidroeléctricos, considerados “limpios” por los funcionarios, amenazan romper el equilibrio ecológico en muchos ríos claves que fluyen desde la meseta tibetana.

Para peor, el combustible básico –carbón mineral, 70% de la energía generada- es el más sucio y fuente principal del “efecto invernadero”. Los expertos prevén que, hacia 2020, el país reemplazará a EE.UU. como máximo generador de monóxido de carbono. Esto no sorprende, pues China emula ese modelo en lo económico (no, claro, en lo político).

“El problema fundamental es que Beijing sigue a Washington, pero el planeta no podrá soportar un segundo EE.UU.”, teme Zhang Jianyu, director local de Environmetal Defense, grupo ecologista norteamericano.

El gobierno es ambiguo al respecto. En un reciente mensaje al Congreso, el primer ministro Wen Jiabao admitió la necesidad de mejor protección ambiental y pidió “una sociedad orientada a la conservación de recursos”. Pero, al mismo tiempo, exhortó a “desarrollar más fuentes de energía, grandes yacimientos carboníferos, usinas, exploración y explotación de petróleo”.

Michelle Billig, ex agregada en la embajada norteamericana, hoy en el Consejo de Relaciones Exteriores, cree –empero- que los chinos han mejorado la eficiencia energética y piensan en el ambiente. A su criterio, están completando pautas superiores a las de EE.UU. y, en algunas cosas, “son bastante más serios que nosotros”.

No obstante, muchos expertos afirman que esos esfuerzos son por ahora insuficientes. A menudo (señala Zhang) “los factores ecológicos ceden ante la demanda de energía. Pero la degradación ambiental se traduce ya en pérdidas económicas. El propio gobierno estima que la lluvia ácida cuesta unos US$ 13.000 millones anuales, en tanto la contaminación del aire le quita al PBI casi 3% cada año”.

China tampoco es muy eficiente en el uso de combustibles. Según Roberts, las peores industrias derrochan 70% más de energía que sus equivalentes en EE.UU. Así, el consumo eléctrico subió 15% en 2003; un volumen, la diferencia iguala la demanda total en Brasil.

Eso explica por qué el petróleo es tan relevante. Beijing empezó a importarlo a principios de los 90. En parte porque sus reservas iban agotándose, en parte porque la demanda ya subía aceleradamente. Ahora, Irak muestra al gobierno, dependiente de esa zona, cuán vulnerable podría ser.

Un análisis hecho por Deutsche Bank (diciembre), indica que –justamente por eso- Beijing está construyendo instalaciones masivas para crear una reserva estratégica. El informe también detecta activas negociaciones alrededor del mundo, desde países vecinos (Kazajstán, Rusia) hasta Sudamérica y Canadá. Hace dos meses, el propio presidente Hu Jintao visitó países petroleros africanos.

Por hoy, los técnicos gubernamentales alertan al público sobre riesgos de nuevos apagones masivos. En 2003, casi dos tercios de las provincias y las regiones autónomas los sufrieron en diverso grado. En el futuro, pueden tan similares o peores.

Por ejemplo, ¿cómo y dónde obtener los combustibles necesarios para sostener el crecimiento? ¿hasta qué punto el desarrollo energético perjudicará el ambiente?… “Es un asunto de relevancia internacional. La expansión económica ha sido tal que tomó desprevenida a mucha gente, aquí y en el exterior”. Así señala Scott Roberts, representante en Beijing de la consultora Cambridge Energy Research Associates (Massachusetts).

China ha transtornado ya los mercados de insumos con su voracidad por combustibles y materias primas o semiprimas. En 2003, las importaciones petroleras aumentaron casi un tercio. Se han hecho tantos vehículos, fábricas, aeropuertos y rascacielos que el país desplazó a Estados Unidos como mayor importador siderúrgico. De paso, Beijing representa 30% de la demanda mundial de aceros terminados. Por su parte, el consumo eléctrico subió 15% el año último. La producción carbonera se elevó en cien millones de toneladas. Igual, hay escasez en todos esos rubros.

Además, los requerimientos actuales son modestos, comparados con los futuros. Hacia 2020, las necesidades de combustibles serán más del doble, razón por la cual el gobierno tiene planes para levantar cien nuevas usinas eléctricas, alimentadas por energía nuclear, hídrica y térmica. Todo esto hace sospechar que los incipientes esfuerzos pro ambiente quedarán en segundo plano.

China intenta casi todas las posibilidades –salvo, curiosamente, las no convencionales-, pero ninguna ofrece soluciones libres de riesgo. Los planes en marcha prevén no menos de veinte usinas nucleares en quince años. Varios proyectos hidroeléctricos, considerados “limpios” por los funcionarios, amenazan romper el equilibrio ecológico en muchos ríos claves que fluyen desde la meseta tibetana.

Para peor, el combustible básico –carbón mineral, 70% de la energía generada- es el más sucio y fuente principal del “efecto invernadero”. Los expertos prevén que, hacia 2020, el país reemplazará a EE.UU. como máximo generador de monóxido de carbono. Esto no sorprende, pues China emula ese modelo en lo económico (no, claro, en lo político).

“El problema fundamental es que Beijing sigue a Washington, pero el planeta no podrá soportar un segundo EE.UU.”, teme Zhang Jianyu, director local de Environmetal Defense, grupo ecologista norteamericano.

El gobierno es ambiguo al respecto. En un reciente mensaje al Congreso, el primer ministro Wen Jiabao admitió la necesidad de mejor protección ambiental y pidió “una sociedad orientada a la conservación de recursos”. Pero, al mismo tiempo, exhortó a “desarrollar más fuentes de energía, grandes yacimientos carboníferos, usinas, exploración y explotación de petróleo”.

Michelle Billig, ex agregada en la embajada norteamericana, hoy en el Consejo de Relaciones Exteriores, cree –empero- que los chinos han mejorado la eficiencia energética y piensan en el ambiente. A su criterio, están completando pautas superiores a las de EE.UU. y, en algunas cosas, “son bastante más serios que nosotros”.

No obstante, muchos expertos afirman que esos esfuerzos son por ahora insuficientes. A menudo (señala Zhang) “los factores ecológicos ceden ante la demanda de energía. Pero la degradación ambiental se traduce ya en pérdidas económicas. El propio gobierno estima que la lluvia ácida cuesta unos US$ 13.000 millones anuales, en tanto la contaminación del aire le quita al PBI casi 3% cada año”.

China tampoco es muy eficiente en el uso de combustibles. Según Roberts, las peores industrias derrochan 70% más de energía que sus equivalentes en EE.UU. Así, el consumo eléctrico subió 15% en 2003; un volumen, la diferencia iguala la demanda total en Brasil.

Eso explica por qué el petróleo es tan relevante. Beijing empezó a importarlo a principios de los 90. En parte porque sus reservas iban agotándose, en parte porque la demanda ya subía aceleradamente. Ahora, Irak muestra al gobierno, dependiente de esa zona, cuán vulnerable podría ser.

Un análisis hecho por Deutsche Bank (diciembre), indica que –justamente por eso- Beijing está construyendo instalaciones masivas para crear una reserva estratégica. El informe también detecta activas negociaciones alrededor del mundo, desde países vecinos (Kazajstán, Rusia) hasta Sudamérica y Canadá. Hace dos meses, el propio presidente Hu Jintao visitó países petroleros africanos.

Por hoy, los técnicos gubernamentales alertan al público sobre riesgos de nuevos apagones masivos. En 2003, casi dos tercios de las provincias y las regiones autónomas los sufrieron en diverso grado. En el futuro, pueden tan similares o peores.

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