<p>Esto sucede mientras muchos países disponen de dos ventajas fundamentales para China y sus necesidades de recursos naturales, en particular alimentarios. No por casualidad, hace unos días el primer ministro Wen Jiabao le recordaba a Washington, como máximo acreedor, cuidar sus colocaciones en bonos.</p>
<p>Desde octubre, el país emplea un paquete de US$ 590.000 millones en incentivos con mayor sensatez que los 700.000 millones del contemporáneo rescate financiero norteamericano. Los chinos subsidian empresas capaces de competir dentro y fuera, retener mano de obra proveniente del campo o fomentar investigación y desarrollo. Entretanto, se construyen rutas y se tienden ferrocarriles para abaratar el transporte en un territorio de 9.300.000 km2. </p>
<p>Por otra parte, el enfriamiento logra objetivos que las autoridades de Beijing han intentado durante cuatro años, sin éxito. Entre ellas, frenar la inflación minorista, reducir una excesiva dependencia de las exportaciones y pinchar una burbuja inmobiliaria, antes de que terminase como las de EE.UU., Gran Bretaña o España.</p>
<p>Por supuesto, la recesión en economías centrales ha repercutido en China vía, precisamente, menos ventas al exterior de rubros industriales. Pero, según señalaba el presidente Hu Jintao ante el congreso del partido, “problemas y oportunidades vienen de la mano. En ciertas circunstancias, los primeros pueden transformarse en las segundas”.<br />
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China puede resurgir con más fuerza tras la crisis
La crisis sistémica y los esfuerzos para revertirla pueden tornar Beijing en un competidor más fuerte que antes. Cuarta economía, tras la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, aprovechará sus enormes reservas en efectivo y una sólida red bancaria.