China, India y sus vecinos quieren frenar la demanda de hidrocarburos

Asia oriental y meridional están replanteando políticas petroleras. Para detener el consumo de combustibles, contemplan recortar subsidios y dejar subir precios locales. Eso podría influir en el mercado internacional.

8 septiembre, 2005

Días atrás, Delhi anunció que rebajará subsidios y permitirá a las petroleras estatales elevar precios minoristas de naftas y gasoil hasta 7%, en forma inmediata. Tailandia, a su vez, prepara un drástico programa pro conservación, tanto de combustibles como de energía termoeléctrica. China, Taiwán e Indonesia se hallan estudiando planes para disminuir subsidios y elevar precios de combustibles a los usuarios. En cuanto a Pakistán y Bangla Desh, directamente acaban de aumentar esos precios.

Hasta el alza mundial iniciada en 2004, subsidios y precios políticos eran casi intocables en algunos países del área. Ahora se han resuelto o anticipado incrementos de hasta 20%, salvo para las naftas de menor octanaje.

Con la llamativa ausencia de Surcorea, Japón, Singapur y Hongkong (en ambos casos, ciudades estados que funcionan como plazas financieras y especulativas), los gobiernos del área han estado generaciones subvencionando el consumo de combustibles. Algunos analistas ortodoxoa asocian esas políticas al uso poco racional de hidrocarburos y un supuesto efecto: la ineficiencia económica general. En verdad, China e India consumen cinco veces más combusitibles (no “energia”) que Japón por cada dólar añadido al producto bruto interno.

La demanda de hidrocarburos ha ido creciendo en Asia oriental y meridional en los últimos diez años -especialmente en China e India-, en buena medida por los bajos precios. Pero, de un modo u otro, consumidores y usuarios de la región comienzan a pagar cara la adicción. Llamativamente, quienes insisten en el punto (técnicos monetaristas del Banco Asiático de Desarrollo) no parecer advertir que la ”adicción” norteamericana es la verdadera clave del problema global.

El equlibrio entre comercio subsidiado y comercio flexible remite a un cambio en el perfil empresario del sector. Grandes compañías estatales (como la china Sinopec) han sido privatizadas en parte y cotizan en bolsa. Eso las torna más sensibles a necesidades y presiones de accionistas e inversores, inclusive del exterior. Ergo, empiezan a preocuparse más de esos grupos de interés que de la escena local o los precios políticos. Al mismo tiempo, firmas privadas estilo la india Reliance o Formosa Petrochemicals (FP) están penetrando en plazas hasta hace poco cerradas o monopólicas.

Hay un caso muy ilustrativo, China Petroleum Corporation. La empresa perdió el monopolio en ventas de combustibles durante 2000. Poco después, FP –controlada por Formosa Plastics Group- se lanzó a ese mercado y prontó captó un tercio de la demanda. El hecho de que FP proviniera de una “provincia en secesión ilegal” no fue muy tenido en cuenta, pese a las periódiccas amenazas de Beijing contra Taipei.

Días atrás, Delhi anunció que rebajará subsidios y permitirá a las petroleras estatales elevar precios minoristas de naftas y gasoil hasta 7%, en forma inmediata. Tailandia, a su vez, prepara un drástico programa pro conservación, tanto de combustibles como de energía termoeléctrica. China, Taiwán e Indonesia se hallan estudiando planes para disminuir subsidios y elevar precios de combustibles a los usuarios. En cuanto a Pakistán y Bangla Desh, directamente acaban de aumentar esos precios.

Hasta el alza mundial iniciada en 2004, subsidios y precios políticos eran casi intocables en algunos países del área. Ahora se han resuelto o anticipado incrementos de hasta 20%, salvo para las naftas de menor octanaje.

Con la llamativa ausencia de Surcorea, Japón, Singapur y Hongkong (en ambos casos, ciudades estados que funcionan como plazas financieras y especulativas), los gobiernos del área han estado generaciones subvencionando el consumo de combustibles. Algunos analistas ortodoxoa asocian esas políticas al uso poco racional de hidrocarburos y un supuesto efecto: la ineficiencia económica general. En verdad, China e India consumen cinco veces más combusitibles (no “energia”) que Japón por cada dólar añadido al producto bruto interno.

La demanda de hidrocarburos ha ido creciendo en Asia oriental y meridional en los últimos diez años -especialmente en China e India-, en buena medida por los bajos precios. Pero, de un modo u otro, consumidores y usuarios de la región comienzan a pagar cara la adicción. Llamativamente, quienes insisten en el punto (técnicos monetaristas del Banco Asiático de Desarrollo) no parecer advertir que la ”adicción” norteamericana es la verdadera clave del problema global.

El equlibrio entre comercio subsidiado y comercio flexible remite a un cambio en el perfil empresario del sector. Grandes compañías estatales (como la china Sinopec) han sido privatizadas en parte y cotizan en bolsa. Eso las torna más sensibles a necesidades y presiones de accionistas e inversores, inclusive del exterior. Ergo, empiezan a preocuparse más de esos grupos de interés que de la escena local o los precios políticos. Al mismo tiempo, firmas privadas estilo la india Reliance o Formosa Petrochemicals (FP) están penetrando en plazas hasta hace poco cerradas o monopólicas.

Hay un caso muy ilustrativo, China Petroleum Corporation. La empresa perdió el monopolio en ventas de combustibles durante 2000. Poco después, FP –controlada por Formosa Plastics Group- se lanzó a ese mercado y prontó captó un tercio de la demanda. El hecho de que FP proviniera de una “provincia en secesión ilegal” no fue muy tenido en cuenta, pese a las periódiccas amenazas de Beijing contra Taipei.

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