jueves, 26 de diciembre de 2024

China está inquieta por sus opciones africanas

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En días, Sudán puede precipitarse en otra guerra étnica y arrastrar a Chad vía Darfur. Lógicamente inquieto, Beijing sopesa esta nueva ola de violencia entre africanos y musulmanes, justo al aparecer gas natural en Palestina- Israel.

<p>Chad es un buen banco de pruebas. Uno de los cuatro países peor ubicados en la lista de desarrollo humano compilada por Naciones Unidas, es pieza clave para los intereses chinos en la región, cuyo pivote es el vecino Sudán. Entre ambos, median una bomba, Darfur, y el referendo del día 9.<br />
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Por cierto, el sueño chino es hacer hallazgos petroleros y, usando un poliducto ya financiado por el BM (US$ 4.200 millones), llevar el producto a la costa atlántica vía Camerún. Pero Beijing necesita un segundo ducto, al este, que cruce Sudán y alcance el mar Rojo. Esto exige restablecer la paz entre el régimen de Jartum, Darfur y las etnias del sur (Adzaña). Dura tarea: en pocos años, han muerto no menos de 200.000 personas y 2.500.000 se exilaron a Libia y… Chad.</p>

<p>Uno de los ejes es Chad, un pa&iacute;s muy aislado, entre&nbsp;los m&aacute;s pobres e inestables de &Aacute;frica. Guerras civiles e invasiones extranjeras son moneda corriente desde que Francia lo dej&oacute; en 1960. Nada de eso asustaba a los chinos ah&iacute; ni en una decena de estados turbulentos. Pero el plebiscito en Sud&aacute;n, sus caracter&iacute;sticas separatistas y Darfur, cu&ntilde;a entre ambos pa&iacute;ses, amenaza los proyectos chinos en toda la regi&oacute;n. <br />
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En 2009 y parte de 2010, Beijing compr&oacute; en Chad derechos de exploraci&oacute;n petrolera en una regi&oacute;n sin caminos, electricidad ni tel&eacute;fonos. As&iacute; opera Beijing en el &Aacute;frica subsahariana y nororiental. Esencialmente en pa&iacute;ses exportadores de hidrocarburos como Sud&aacute;n, Angola o Nigeria, donde construye o repara rutas y ferrocarriles, en tanto obtiene enormes contratos de cateo en Congo (Kinshasa, Brazzaville) y Guinea. <br />
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En pa&iacute;ses mineros, dejados por inversores convencionales por violencia o corrupci&oacute;n sist&eacute;mica, compa&ntilde;&iacute;as chinas reviven explotaciones de cobalto, cobre, bauxita, etc. El gigante inclusive promueve actividades agropecuarias en Costa de Marfil (otrora joya del imperio poscolonial franc&eacute;s), cuya nueva capital &ndash;Yamusukro- se levanta con empr&eacute;stitos, fondos e ingenieros chinos. Historias similares exhiben Senegal, Mal&iacute; o Burkina Faso, ex Alto Volta.<br />
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Durante 1965 a 1980, la ola de inter&eacute;s occidental se esfum&oacute; junto con el fracaso de las imposibles democracias africanas. Al rev&eacute;s de Latinoam&eacute;rica, &Aacute;frica no ha tenido un siglo y medio para ensayar reg&iacute;menes pol&iacute;ticos y sociales. Aun as&iacute;, todav&iacute;a hoy no hay al sur del r&iacute;o Bravo democracias comparables a las de Am&eacute;rica anglosajona o Europa occidental. <br />
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<p>Al sur del Atlas, había escasos estados orgánicos hasta la ocupación europea sistemática (desde 1883) y ésta terminó hace poco más de cincuenta años. Por eso, resulta absurdo que occidente reproche a esos países corrupción crónica y anarquía. Pero no lo es que los africanos lamenten compromisos incumplidos, escasa asistencia y un sistema económico internacional inicuo.<br /><br />Es un marco a medida de los chinos, que acuden con la bolsa llena (han asignado en 2005/09 unos US$ 200.000 millones para inversión externa), pocas exigencias sobre conducta de los gobiernos y la idea de que todos tienen posibilidades de prosperar, si hay buen financiamiento. Particularmente en infraestructura. De ahí el programa puesto en marcha en N’djamena: la primera refinería petrolera, caminos, canales de irrigación y una red telefónica inalámbrica.<br /><br />Este tipo de inversiones y esfuerzos intensivos ha llevado el intercambio China-África subsahariana de menos de US$ 10 millones anuales hace veinte años a US$ 80.000 millones en 2009. Para llegar a eso, Beijing no tuvo en cuenta a entidades como el anémico Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF, Banco mundial) o el Fondo Monetario, ignorando sus normas mínimas de transparencia, licitaciones abiertas, respeto al ambiente y política fiscal.</p><p>En varios sentidos, esto remite a tiempos de políticas coloniales hoy consideradas desastrosas. Por entonces, los países tomadores de préstamos debían contratar sólo empresas de países prestamistas y dar prioridad a los negocios sobre el desarrollo o el bienestar social. China va más lejos al firmar contratos de largo plazo que permiten a países de baja calificación crediticia repagar deudas en hidrocarburos o minerales.<br /><br />Pero ¿pueden las necesidades chinas de materias primas promover un despegue africano? ¿o la indiferencia de Beijing hacia la disciplina financiera local, las buenas prácticas de negocios o los derechos civiles reproducirá auges pasados, enriquecerá élites corruptas y se irá dejando el continente peor que antes? En realidad, así sucedió con el ex Congo belga entre 1883 y 1965. <br /><br /><p> </p></p>

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