Caso Berlusconi: vuelve a escena el síndrome mani pulite

“No hay motivos para bloquear el exhorto que incluye a Silvio Berlusconi”, sostenía este fin de semana Roberto Castelli, ministro italiano de Justicia. El actual “premier” está envuelto en una causa por maniobras contables durante 1994-6.

17 junio, 2003

En rigor, el litigio se origina no en Berlusconi mismo, sino en el grupo que manejaba antes de llegar a la jefatura de gobierno. En el trienio 1994-6, la compañía Fininvest apeló a fraudes y otras irregularidades contables para asentar transacciones atinentes a compraventa de derechos sobre películas norteamericanos para su difusión comercial por TV. Las acciones judiciales datan de 2001, cuando la fiscalía milanesa detectó transferencias bancarias de Mediaset (sucesora de Fininvest, ambas controladas por Berlusconi) entre las Islas Vírgenes –“offshore” cercano a Bahamas- y cuentas suizas, por € 171 millones.

El problema es que el exhorto coincide con duras presiones del gobierno sobre el Parlamento, para que éste le otorgue inmunidad a Berlusconi en un caso mucho más grave. Se trata del proceso SME, una firma agroalimentaria controlada por el estado italiano. En esta causa se imputa a Berlusconi haber frenado la cesión de la empresa por parte del IRI residual a la Comisión de Infraestructura y Redes (CIR), en 1986-8. Esta maniobra incluyó sobornos al juez Filippo Verde e involucra como intermediarios a Cesare Previti o Attilio Pacifico, hoy dirigentes de la tambaleante coalición oficialista. El clima político tampoco ayuda: la alianza derechista acaba de sufrir importantes reveses en una serie de elecciones locales.

Básicamente, este proceso se centra en cargos por corrupción contra Previti y los demás. El problema, para Berlusconi, es que –al ser elegido presidente del consejo, o sea primer ministro-, ya estaba incurso en esas actuaciones. En este sentido, su situación es inversa a la de Carlos S.Ménem en la causa por venta ilegal de armas, hecho acaecido cuando ya era presidente. Pero hay un paralelo: Ménem y Berlusconi politizaron el tema y lanzaron una feroz ofensiva contra los jueces (sólo que el argentino contaba con una Corte Suprema adicta), asustando de paso a banqueros, empresarios y medios conservadores que, desde el triunfo de Berlusconi, trataban de limpiar la imagen de Giulio Andreotti, protagonista del “mani pulite” original. Esta campaña explica que, en el Río de la Plata, los problemas judiciales del “cavaliere” sigan siendo silenciados.

En rigor, el litigio se origina no en Berlusconi mismo, sino en el grupo que manejaba antes de llegar a la jefatura de gobierno. En el trienio 1994-6, la compañía Fininvest apeló a fraudes y otras irregularidades contables para asentar transacciones atinentes a compraventa de derechos sobre películas norteamericanos para su difusión comercial por TV. Las acciones judiciales datan de 2001, cuando la fiscalía milanesa detectó transferencias bancarias de Mediaset (sucesora de Fininvest, ambas controladas por Berlusconi) entre las Islas Vírgenes –“offshore” cercano a Bahamas- y cuentas suizas, por € 171 millones.

El problema es que el exhorto coincide con duras presiones del gobierno sobre el Parlamento, para que éste le otorgue inmunidad a Berlusconi en un caso mucho más grave. Se trata del proceso SME, una firma agroalimentaria controlada por el estado italiano. En esta causa se imputa a Berlusconi haber frenado la cesión de la empresa por parte del IRI residual a la Comisión de Infraestructura y Redes (CIR), en 1986-8. Esta maniobra incluyó sobornos al juez Filippo Verde e involucra como intermediarios a Cesare Previti o Attilio Pacifico, hoy dirigentes de la tambaleante coalición oficialista. El clima político tampoco ayuda: la alianza derechista acaba de sufrir importantes reveses en una serie de elecciones locales.

Básicamente, este proceso se centra en cargos por corrupción contra Previti y los demás. El problema, para Berlusconi, es que –al ser elegido presidente del consejo, o sea primer ministro-, ya estaba incurso en esas actuaciones. En este sentido, su situación es inversa a la de Carlos S.Ménem en la causa por venta ilegal de armas, hecho acaecido cuando ya era presidente. Pero hay un paralelo: Ménem y Berlusconi politizaron el tema y lanzaron una feroz ofensiva contra los jueces (sólo que el argentino contaba con una Corte Suprema adicta), asustando de paso a banqueros, empresarios y medios conservadores que, desde el triunfo de Berlusconi, trataban de limpiar la imagen de Giulio Andreotti, protagonista del “mani pulite” original. Esta campaña explica que, en el Río de la Plata, los problemas judiciales del “cavaliere” sigan siendo silenciados.

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