<p>Por supuesto, la conferencia Cancún 2010 sobre el cambio climático no concluirá con gente de pie aplaudiendo. Tal vez sea menos trivial de cuanto se esperaba, pero los 192 países –muchos de ellos apenas colores en el mapa- volverán el viernes a sus casas sin un acuerdo entre manos. Pero surge un problema: el planteo seguido en Copenhague 2009 ha cambiado y ya no se basa tanto en las emisiones de gases tipo invernadero (monóxido y dióxido de carbono).<br />
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Una cantidad de asistentes sostiene que Naciones Unidas debiera afrontar la cuestión de otra manera, postura que la entidad comparte. Por ejemplo, se ha propuesto estudiar métodos de geoingeniería, algo muy distinto a los enfoques convencionales sobre el efecto invernadero.<br />
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Al presente, la conferencia –cierra el 10- ha encontrado más divergencias que puntos en común. En particular, por un paso atrás de Japón: su representante Hideki Minamikawa se negó a suscribir el borrador de acuerdo final, si antes no lo hacen China y Estados Unidos.<br />
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En este clima, no puede descartarse que Cancún siga el triste destino de Copenhague. Mientras tanto, se aproxima el vencimiento del protocolo de Tokio (1992/2011), que tampoco habían firmado Japón, China y EE.UU. Pero ahora irrumpe el nuevo espectro de las comunicaciones: WikiLeaks. Una masa de cables secretos, fechados hace algunos meses y difundidos esta semana, revela que el belga Herman van Rompuy –presidente de consejo europeos- tachaba de “fracaso” la cumbre danesa y pronosticaba otro para Cancún. <br />
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Cancún, un fracaso no ajeno a WikiLeaks
Nuevamente el no de Tokio traba un acuerdo en la cumbre. Al parecer, nadie puede o no quiere impedir que Japón siga contaminando la atmósfera ni depredando los mares. Esta vez, la reunión aportó dos novedades: la geoingeniería y WikiLeaks.