Canadá y México apoyan a George W.Bush en materia comercial

El mandatario saliente reclutó a ambos vecinos en una esfuerzo para influir en los debates electorales sobre intercambio. Esta semana, los dos salieron a la palestra contra la cámara de diputados y a los dos precandidatos demócratas.

23 abril, 2008

Felipe Calderón y el primer ministro Stephen Harper –conservadores- se unieron a una solitaria campaña de la Casa Blanca. Bush ha estado recorriendo el país con su libreto de libre comercio y ataques a la “politiquería opositora”, que pretende desactivar lo que él considera uno de sus mayores legados.

Durante una reunión en Nueva Orleans, los tres censuraron a la demócrata Nancy Pelosi –presidente de la cámara baja- y el bloqueo a un acuerdo de libre intercambio con Colombia, cuyo gobierno es incondicional de Bush. Pero lo que desvela a Calderón y Harper es otra cosa: Barack Obama y Hillary Rodham Clinton buscan renegociar el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (ANLC). El orientado a Bogotá es sólo un pacto bilateral, como los impuestos a los países centroamericanos, Chile, Perú, etc.

“No es momento de pensar siquiera en enmendar o suspender el ANLC”, sostuvo el mexicano. Junto a Bush y Harper, proclamaron “los irrefutables progresos” logrados por el pacto desde 1994 en ambos países. Por supuesto, los críticos al sur del río Bravo insisten en que lo único promovido por el tratado ha sido la maquila.

El paulatino endurecimento de Bush refleja una frustración casi personal: el tema Colombia está congelado en el congreso y, junto con el ANLC, sufre el ataque de los precandidatos demócratas. Éste arreció antes de las internas en Pennsilvania, donde los efectos del libre intercambio de sienten más que en el sur. Ambos vecinos también secundaron las advertencias presidenciales, en cuanto a que, si no hay acuerdo con Colombia, habrá también problemas de seguridad en la región. Eso equivale a reconocer y apoyar la injerencia estadounidense en ese país y así le parece a la oposición en Canadá y México.

Obviamente, el comercio es tema álgido en una campaña electoral que coincide con crecientes señales recesivas y pérdida de empleos en EE.UU. Aparte, Pelosi sugirió que diputados permitiría votar sobre el tratado colombiano, si el ejecutivo considera aumentar subsidios al desempleo y programas para asistir a sus víctimas. Bush rechazó la idea, prefiriendo estímulos tributarios a grandes empresas, dividendos bursátiles y estamentos prósperos.

“Colombia –dijo en Nueva Orleans- creará trabajo en nuestro país abriendo su mercado a nuestras exportaciones”. Pero se trata de un mercado pequeño. Mientras tanto, Harper y Calderón aclaraban que no pensaban interferir en los debates políticos estadounidenses ni en la campaña electoral. Pero el canadiense indicó, acto seguido, que consideraría renegociar el ANLC con el próximo presidente y, al pasar, recordó que su país es el máximo proveedor de hidrocarburos a EE.UU.

Felipe Calderón y el primer ministro Stephen Harper –conservadores- se unieron a una solitaria campaña de la Casa Blanca. Bush ha estado recorriendo el país con su libreto de libre comercio y ataques a la “politiquería opositora”, que pretende desactivar lo que él considera uno de sus mayores legados.

Durante una reunión en Nueva Orleans, los tres censuraron a la demócrata Nancy Pelosi –presidente de la cámara baja- y el bloqueo a un acuerdo de libre intercambio con Colombia, cuyo gobierno es incondicional de Bush. Pero lo que desvela a Calderón y Harper es otra cosa: Barack Obama y Hillary Rodham Clinton buscan renegociar el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (ANLC). El orientado a Bogotá es sólo un pacto bilateral, como los impuestos a los países centroamericanos, Chile, Perú, etc.

“No es momento de pensar siquiera en enmendar o suspender el ANLC”, sostuvo el mexicano. Junto a Bush y Harper, proclamaron “los irrefutables progresos” logrados por el pacto desde 1994 en ambos países. Por supuesto, los críticos al sur del río Bravo insisten en que lo único promovido por el tratado ha sido la maquila.

El paulatino endurecimento de Bush refleja una frustración casi personal: el tema Colombia está congelado en el congreso y, junto con el ANLC, sufre el ataque de los precandidatos demócratas. Éste arreció antes de las internas en Pennsilvania, donde los efectos del libre intercambio de sienten más que en el sur. Ambos vecinos también secundaron las advertencias presidenciales, en cuanto a que, si no hay acuerdo con Colombia, habrá también problemas de seguridad en la región. Eso equivale a reconocer y apoyar la injerencia estadounidense en ese país y así le parece a la oposición en Canadá y México.

Obviamente, el comercio es tema álgido en una campaña electoral que coincide con crecientes señales recesivas y pérdida de empleos en EE.UU. Aparte, Pelosi sugirió que diputados permitiría votar sobre el tratado colombiano, si el ejecutivo considera aumentar subsidios al desempleo y programas para asistir a sus víctimas. Bush rechazó la idea, prefiriendo estímulos tributarios a grandes empresas, dividendos bursátiles y estamentos prósperos.

“Colombia –dijo en Nueva Orleans- creará trabajo en nuestro país abriendo su mercado a nuestras exportaciones”. Pero se trata de un mercado pequeño. Mientras tanto, Harper y Calderón aclaraban que no pensaban interferir en los debates políticos estadounidenses ni en la campaña electoral. Pero el canadiense indicó, acto seguido, que consideraría renegociar el ANLC con el próximo presidente y, al pasar, recordó que su país es el máximo proveedor de hidrocarburos a EE.UU.

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