viernes, 22 de noviembre de 2024

Cambia la geografía económica mundial

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En 25 años hubo un cambio drástico en el escenario del crecimiento global. Los países emergentes ascendieron en el ranking y los  desarrollados cayeron de 81,3 % del PBI a 60,8%.

Todo depende del plazo que se tome en el análisis. Si se repara en los últimos años, lo cierto es que los famosos BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) parecen haber desaparecido del tablero –todos con problemas y bajas tasas de crecimiento y exportación- mientras que el resto de las economías subsdesarrolladas vuelve a tener problemas con el precio de los productos básicos y con un descenso del comercio mundial.

En cambio, cuando la mirada alcanza dos décadas y media, las modificaciones son el resultado de las diferencias en las tasas de crecimiento. Entre 1990 y 2015 el mundo creció 134%, pero mientras los países desarrollados aumentaron 63%, los que están en desarrollo, lo hicieron en 206%, como bien lo advierte el reciente informe del Observatorio de la Economía Mundial de la Universidad Nacional de San Martín.Es que a partir del nuevo proceso de globalización iniciado en los años 80 se está modificando aceleradamente el peso relativo de los distintos países y regiones.

 

Todas las regiones que abarcan a los países en desarrollo, a excepción de Eurasia, ganaron posiciones, aunque casi todo el crecimiento total es explicado por Asia, donde China ganó 13,1 puntos. América latina avanzó 1,5 puntos representando el 6,9 % del PIB mundial actual.

 

Estas modificaciones son resultado de las diferencias en las tasas de crecimiento. Entre 1990 y 2015 el mundo creció 134 %, pero mientras los PD aumentaron 63 %, los PED lo hicieron en 206 %. La región con más alto crecimiento fue Asia que, con China como líder, creció 520 %. América latina se expandió 110 %, tasa menor a la de Asia, Medio Oriente y Ãfrica del Norte y Ãfrica Subsahariana. Eurasia (Rusia y Turquía) fue la región que menos creció debido a la implosión de la URSS en la década de los 90.

 

La misma tendencia se observa con la población, aunque las modificaciones son más lentas. Ahora los países desarrollados cuentan con el 15,3 % de los habitantes del planeta cuando en 1990 tenían el 18,2 %. La ONU proyecta que bajarán al 14,1 % en 2030.

 

Dos indicadores clave también muestran los cambios en el mundo. En 2000 los países en desarrollo tenían el 36 % de las reservas internacionales, mientras que en 2015 llegaron al 65 %.

 

Todo indica que esta tendencia diferencial continuará en el futuro, y como siempre ha ocurrido, seguirá generando realineamientos geopolíticos, la construcción de nuevos espacios económicos y comerciales comunes a nivel regional y cambios en la composición y dirección de los organismos internacionales, proceso que ya se está registrando con el avance de los chinos y de otros grandes países emergentes.

 

En suma, hay un nuevo ranking mundial. Hacia 1990 las cinco naciones más importantes por su PIB en dólares corrientes eran: EE.UU., Japón, Alemania, Francia e Italia. En apenas 25 años el cambio ha sido muy fuerte: sigue encabezando el ranking los EE.UU, pero le sigue China, dejando a Japón en tercer lugar, Alemania baja al cuarto lugar y llega al quinto el Reino Unido, dejando a Francia en el sexto puesto. En los próximos 15 años todo parecería indicar que el tamaño de la economía china superará a la de los EE.UU., y la clase media asiática sería 10 veces mayor que la norteamericana, y 8 veces superior a la europea. Esto es una buena noticia para países productores de alimentos como el nuestro y buena parte de la región.

 LA CUESTIÓN DEMOGRÃFICA

El cada vez más bajo crecimiento de la población y su cada vez mayor envejecimiento es un  problema serio y preocupante: provoca un debilitamiento de la demanda y un aumento del ahorro lo cual dificulta estimular el crecimiento. Además, la menor cantidad de trabajadores disponibles genera problemas por el lado de la oferta y para compensarlo se tendrá que aumentar la productividad de forma tal que compense esa reducción. Finalmente, desde el punto de vista financiero, el sostenimiento de los jubilados se hace cada vez más difícil al cambiar la relación de activos y pasivos: los activos deberán hacer un esfuerzo cada vez mayor para sostener a los jubilados.

La tasa de crecimiento poblacional del mundo se está reduciendo y se prevé que seguirá esa tendencia en el futuro. A partir de 2020, se estima será inferior a 1 %, algo que sucede desde 2010 en los PD y que sucederá con los PED a partir de 2026.

Los casos más paradigmáticos son la UE (a excepción de  algunos pocos países) y Japón, donde ya se observa la reducción de la masa de trabajadores; China comenzará a sentir ese fenómeno dentro de algunos años mientras que en los EE.UU. y básicamente debido a la inmigración, la población activa seguirá creciendo, aunque levemente.

Tal comportamiento tiene su expresión en una cada vez menor participación de la población activa (20 a 64 años) en el total. Por ejemplo, en la UE se estima que entre 2015 y 2030 la población económicamente activa se reducirá en 5,3 % y los jubilados, que en 2015 representaban el 31 % de esa población, en 2030 serán el 43 %.

La situación en América Latina: AL cuenta con 625 millones de personas y se espera que en 2030 alcance los 705 millones.  En la franja de los 0 a 4 años se espera una reducción, lo que indica que hacia futuro la población mostrará un envejecimiento; así, mientras que en 2015 el 26 % de la población se encontraba entre 0 y 14 años, para el año 2030 se espera que ese porcentaje disminuya a poco más del 20 %. El análisis de la pirámide poblacional entre 1990 y 2030 es muy elocuente.

Otra de las características es la reducción en la tasa de crecimiento de la población económicamente activa: en los años 80 crecía al 3 % anual, mientras que se estima que para 2030 crecerá solo al 1 %, lo cual tendrá los mismos problemas descriptos para el caso europeo, aunque desfasados en el tiempo.

EL DOMINIO ECONÓMICO DE EE.UU.

Nunca fue absoluto. Entre 1920 y 1945 disputó y ganó la supremacía con Gran Bretaña. Entre 1946 y 1991 tuve enfrente a la Unión Soviética. Desde los años 70 hasta nuestros días Europa se integró convirtiéndose en la UE cuyo tamaño de la economía es similar al de los EE.UU. En los ´80 apareció el fantasma de Japón sobre el que muchos creían iba a desalojar a los EE.UU. Y en los años ´90 comienza a emerger China cuyo volumen económico se está acercando al de los EE.UU.

Sin embargo y a pesar de todo ello, los EE.UU. siguen ocupando un lugar central en la economía mundial por el nivel del PIB, el peso de las multinacionales y de las IED, el avance científico y tecnológico, el peso de sus empresas tecnológicas, el dólar como signo de referencia internacional, la clara dominancia en el sistema monetario, financiero y bursátil, y el funcionamiento y nivel de los servicios. Todo acompañado por su categórico poder militar (equivale al 50 % del gasto militar del mundo). Las empresas tecnológicas de los EE.UU. tienen el 60 % de los usuarios de los medios de comunicación del mundo, el 91 % de los sistemas operativos disponibles, y el 99 % de los usuarios de Smartphone; las empresas chinas están muy por detrás de las norteamericanas. Los fondos de inversión de los EE.UU. manejan el 55 % de los activos mundiales. Los EE.UU. siguen imponiendo las leyes de funcionamiento económico mundial, desde las comerciales, hasta las financieras pasando por la propiedad intelectual.

Si bien en algunos años China alcanzará a los EE.UU. en términos de PIB eso no significa automáticamente un reordenamiento del mundo, porque para que ello ocurra deberán pasar seguramente varias décadas para saber si China se consolida y puede superar a los EE.UU. en todos los otros aspectos que definen el liderazgo mundial. EE.UU. era mucho más grande que el Reino Unido cuando lo superó, y China no lo es y no es fácil proyectar cuando aún tiene muchas materias pendientes además de las económicas, como la democracia y la situación social.

 

LA ECONOMÃA PODRÃA ESTAR ATRAPADA EN UN ESTANCAMIENTO DE LARGO PLAZO

 Larry Summers (ex Secretario del Tesoro de los EE.UU.) sostiene que el mundo enfrenta un “estancamiento secular”, que se explica por un déficit de la demanda que afecta el crecimiento potencial de la economía mundial, y que desalienta la inversión y, por ende, genera un aumento del desempleo estructural. Sostiene que este período de estancamiento existe desde fines de los años 1990, aunque muchos economistas consideran que el punto de partida fue la debacle de 2008/09, a pesar de que existieran factores desencadenantes previos. Por otra parte, como la gran recesión de 2008/09 forzó a los bancos centrales a aplicar políticas monetarias expansivas, con tasas de interés cercanas a cero, ahora los máximos organismos se encuentran sin herramientas para estimular la demanda, ya que no pueden reducir aún más las tasas de interés. También sucede lo mismo con la política fiscal dado el alto nivel de endeudamiento público.

Otros autores, como Otmar Issing, (ex economista en Jefe y ex miembro del Consejo del Banco Central Europeo) coinciden en la misma postura atribuyendo la causa a la caída demográfica en los países ricos y al envejecimiento de la población, aunque también ayuda a ese comportamiento la baja de las tasas de interés y la caída de la inflación.

Robert Shiller (Premio Nobel de Economía 2013), agregó un dato inquietante: “La idea misma de una estagnación secular hace que la gente se angustie por su futuro y decida ahorrar aún más”. Lo que se podría describir como un círculo vicioso del ahorro, en detrimento de la inversión, imprescindible para encarar grandes proyectos de infraestructura pública.

Si esta situación de envejecimiento se vive de manera más profunda en los PD, en los PED también hay un incremento del ahorro, ya que el crecimiento de las clases medias no está relacionado con una mejora de los sistemas sociales. En estos países las personas se ven obligadas a ahorrar más para cubrir situaciones inesperadas en sus vidas tales como pérdidas de empleos o enfermedades o bien la jubilación.

Además, también influye negativamente en la demanda la cada vez mayor concentración de la riqueza: los ricos consumen relativamente poco y ahorran mucho, mientras que los sectores medios, que no han visto aumentar sus ingresos reales en las últimas dos décadas no pueden aumentar el consumo.

Siguiendo a Summers, otro factor que explica este estancamiento actual sería que el período de grandes innovaciones (como internet o la telefonía celular) ya pasó, y por lo tanto las empresas no tienen que invertir tanto en modernizar sus equipamientos, lo que reduce sus necesidades de financiamiento. “Hoy el sector privado en el mundo desarrollado no busca maximizar sus beneficios, sino desendeudarse. Es absurdo que un actor económico no tome crédito cuando las tasas están cercanas a cero”, explicó Richard Koo (economista Jefe del  Nomura Research Institute).

Sin embargo, no todos coinciden con esta visión negativa. Ben Bernanke (ex presidente de la Reserva Federal), salió a refutar la tesis de Summers sosteniendo que hay que considerar la situación desde un punto de vista mundial y no solamente doméstico: “La disponibilidad de inversiones rentables en el extranjero permite combatir la estagnación económica”.

Otros especialistas advierten que el envejecimiento de la población tiende a estabilizarse, lo que echaría por tierra este aumento permanente del ahorro (“Las personas más viejas deberán usar parte de sus ahorros para mantener su nivel de consumo”, según Issing). Y por último, también se pone en duda que se haya llegado al fin de la era de las grandes innovaciones, una predicción que, según estos expertos, cada tanto se repite. Como sostiene el economista francés Jean-Yves Archer, “en los años 1980, había estudios que indicaban que la deforestación iba a ser dramática a causa de la multiplicación del intercambio epistolar. Desde la llegada del mail y del papel reciclado, esta predicción quedó en la nada”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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