Bush y sus US$ 140.000 en estímulos, o sea más de lo mismo

Durante este mes, debiera definirse el plan presidencial “cuya prioridad será generar crecimiento lo antes posible”. Pero Estados Unidos afronta una recesión quizá peor que las de 1991 y 2001/2.

Hasta el momento, sólo hubo contactos y reuniones privadas entree George W.Bush, Henry Paulson (un secretario de hacienda poco imaginativo, salvo para rescatar bancos) y los asesores económicos de la Casa Blanca. Por supuesto, ahí no se habla de recesión ni de estanflación, sino de enfriamiento.

Según versiones circulantes en Wall Street, el eventual paquete equivaldrá a entre 0,9 y 1% del producto bruto interno. Incluirá incentivos tributarios para los sectores más prósperos, grandes empresas, dividendos y la actividad financiera. Vale decir, la misma receta iniciada en 2001 que, según Paulson, “llevará directo y pronto alivio impositivo al pueblo norteamericano”.

La única referencia a la castigada clase media la hizo Bush, admitiendo que “el mercado inmobiliario declina y los precios de combustibles suben”. Por supuesto, el gobierno saliente no emite señales que ayuden a los precadindatos republicanos, salvo al potencial “independiente” Michael Bloomberg, que responderá –si se presenta- a los estamentos más ricos de la población urbana.

Un borrador circulante menciona U$S 800 por cabeza en reembolsos tributarios a las personas y 1,600 a familias. Pero el grueso de la desgravación indirecta será a empresas que, según el credo ofertista de Bush, estimulará la economìa vía consumo (66,7% del PBI). Eso nunca sucedió, ni siquiera bajo Ronald Reagan.

Inexplicamente, republicanos y demócratas cooperan en el intento de definir el paquete en 30 a 45 días. Pero los precandidatos de oposición –en particular legisladores- piensan más en los estamentos medios que en los sectores acomodados o el gran capìtal. Mientras, un creciente grupo de analistas –dentro o fuera de Wall Street- parece seguro de que habrá algún tipo de recesión ya este año. Algunos la esperan suave (o sea una estanflación), otros más intesna que en 1991 y 2001/2.

Hasta el momento, sólo hubo contactos y reuniones privadas entree George W.Bush, Henry Paulson (un secretario de hacienda poco imaginativo, salvo para rescatar bancos) y los asesores económicos de la Casa Blanca. Por supuesto, ahí no se habla de recesión ni de estanflación, sino de enfriamiento.

Según versiones circulantes en Wall Street, el eventual paquete equivaldrá a entre 0,9 y 1% del producto bruto interno. Incluirá incentivos tributarios para los sectores más prósperos, grandes empresas, dividendos y la actividad financiera. Vale decir, la misma receta iniciada en 2001 que, según Paulson, “llevará directo y pronto alivio impositivo al pueblo norteamericano”.

La única referencia a la castigada clase media la hizo Bush, admitiendo que “el mercado inmobiliario declina y los precios de combustibles suben”. Por supuesto, el gobierno saliente no emite señales que ayuden a los precadindatos republicanos, salvo al potencial “independiente” Michael Bloomberg, que responderá –si se presenta- a los estamentos más ricos de la población urbana.

Un borrador circulante menciona U$S 800 por cabeza en reembolsos tributarios a las personas y 1,600 a familias. Pero el grueso de la desgravación indirecta será a empresas que, según el credo ofertista de Bush, estimulará la economìa vía consumo (66,7% del PBI). Eso nunca sucedió, ni siquiera bajo Ronald Reagan.

Inexplicamente, republicanos y demócratas cooperan en el intento de definir el paquete en 30 a 45 días. Pero los precandidatos de oposición –en particular legisladores- piensan más en los estamentos medios que en los sectores acomodados o el gran capìtal. Mientras, un creciente grupo de analistas –dentro o fuera de Wall Street- parece seguro de que habrá algún tipo de recesión ya este año. Algunos la esperan suave (o sea una estanflación), otros más intesna que en 1991 y 2001/2.

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