Bush: una ley añade 1.100 kilómetros al cerco en la frontera

George W.Bush aprobó una ampliación algo superior a 1.100 kilómetros en las vallas interpuestas entre Estado Unidos y su vecino meridional. Se supone que esa medida contra inmigrantes ilegales favorecerá a los republicanos en los comicios.

26 octubre, 2006

Por supuesto, la decisión irritará todavía más en Méjico. Días atrás, el flamante presidente conservador Felipe Calderón sostuvo que “ese tipo de medidas complicará enormemente las ya delicadas relaciones entre ambos países.

Indiferente a las reacciones aztecas, la dirigencia republicana espera que la nueva ley mejore sus alicaídas posibilidades electorales. Tal como vienen los sondeos, los demócratas tienen probabilidades de recobrar el control en diputados y poner en peligro la mayoría oficialista en el senado.

“Tenemos la responsabilidad de proteger nuestras fronteras y la tomamos en serio”, declaró el presidente tras firmar la ley. Lo curioso es que, hasta no hace mucho, Bush se oponía a la medida porque –señalaba-, se limitaba a restricciones en la fronteras. En su lugar, el primer mandatario quería algo mucho más ambicioso, que encarara la situación de los catorce millones de residentes ilegales en existencia.

El senado llegó a pasar una ley como la pretendida por Bush. Pero los propios republicanos la bocharon en la cámara baja y, en lugar, aprobaron la ley que acaba de firmar el presidente. No sin lógica, Bush insistió en que el país “debe afrontar la realidad, es decir los millones de ilegales que ya están en el país y sus hijos nacidos acá”.

Por supuesto, la decisión irritará todavía más en Méjico. Días atrás, el flamante presidente conservador Felipe Calderón sostuvo que “ese tipo de medidas complicará enormemente las ya delicadas relaciones entre ambos países.

Indiferente a las reacciones aztecas, la dirigencia republicana espera que la nueva ley mejore sus alicaídas posibilidades electorales. Tal como vienen los sondeos, los demócratas tienen probabilidades de recobrar el control en diputados y poner en peligro la mayoría oficialista en el senado.

“Tenemos la responsabilidad de proteger nuestras fronteras y la tomamos en serio”, declaró el presidente tras firmar la ley. Lo curioso es que, hasta no hace mucho, Bush se oponía a la medida porque –señalaba-, se limitaba a restricciones en la fronteras. En su lugar, el primer mandatario quería algo mucho más ambicioso, que encarara la situación de los catorce millones de residentes ilegales en existencia.

El senado llegó a pasar una ley como la pretendida por Bush. Pero los propios republicanos la bocharon en la cámara baja y, en lugar, aprobaron la ley que acaba de firmar el presidente. No sin lógica, Bush insistió en que el país “debe afrontar la realidad, es decir los millones de ilegales que ya están en el país y sus hijos nacidos acá”.

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