Bush: su creciente deterioro es ya un riesgo económico

El sector privado recobró 243.000 puestos laborales en febrero, más de lo esperado. Pero la tasas largas a más de 4,75 y el deterioro de la imagen presidencial fomentan la reticencia del público a gastar o endeudarse.

14 marzo, 2006

Aunque la recuperación del empleo forme parte de los indicadores que suele esgrimir la Reserva Federal para continuar elevando tasas básicas, esta vez Wall Street promovía un rebote accionario para diluir los efectos de nuevas encuestas desfavorables a George W.Bush. Según oportunos gurúes (los mismos que no apostaban a más de 210.000 puestos), el mayor margen mensual en recreación del trabajo impulsará el gasto de las personas y el crecimiento económico, todavía insuficiente.

El repunte de febrero sigue a los 170.000 puestos generados en enero y acumula 413.000 en el bimestre. No obstante, el índice de desocupación avanzó de 4,7 a 4,8% de la población activa. Ello refleja una parte de la realidad que los operadores prefieren obviar: el peor trimestre económico en tres años, vivido entre octubre y diciembre, con el ritmo anual del producto bruto interno desplomándose de 3,6 a 1,1%.

Sea como fuere, a partir del actual trimestre la economía dependerá más del aumento de empleo que de una burbuja inmobiliaria en desinfle. En cuanto a la política de la Reserva Federal, no se cree que el alza de tipos largos modifique la idea de llevar la básica del actual 4,5% a 5% en las próximas dos reuniones del comité monetario. Bajo Benjamin Bernanke, presumen observadores independientes, el banco central será mucho menos complaciente hacia la Casa Blanca o los mercados especulativos.

El deterioro de la figura presidencial es, a la vez, causa y consecuencia de percepciones negativas sobre la situación económica real o, en todo caso, la “sensación térmica” entre la gente. Bush y su equipo se ven desgastados por la pésima marcha de la guerra en Irak –Afganistán tampoco va bien-, el asunto de los puertos y un partido Republicano cuyo núcleo histórico se aleja del presidente para no hacer mal papel en las próximas elecciones parlamentarias.

Una serie de sondeos, realizados desde mediados de febrero a la semana pasada, por cierto, indican que el apoyo al presidente oscila entre apenas 33 y 37% de las muestras. Dejando de lado a Richard M.Nixon, ningún mandatario llegó a ceder tanto durante el segundo mandato. Por el contrario, Dwight Eisenhower, Ronald Reagan, James E.Carter, George W.H.Bush y William J.Clinton conservaban 45 a 60% de apoyo en igual punto de sus gestiones.

Por otra parte, 68% de republicanos y 80% de ciudadanos en general sostienen que Estados Uinidos va por mal camino. La economía preocupa, más allá del entusiasmo de analistas y medios allegados al mundo bursátil o financiero. A criterio de consultores políticos republicanos, existe correlación entre el descenso del apoyo público y el distanciamiento de senadores oficialistas respecto de la Casa Blanca.

Inclusive, la actitud de la dirigencia partidaria tiende a ser selectiva. Por un lado, rechazo de llano a personajes como el vicepresidente Richard Cheney o Donald Rumsfeld, secretario de Defensa. Por el otro, prefiere a Condoleeza Rice como interlocutora o referente (síntoma detectado hace un tiempo por el equipo de Henry Kissinger). Cuando las actitudes y decisiones de Bush lo acercan a la secretaria de Estado, los parlamentarios se muestran más conformes con el presidente. No obstante, Karl Rove –predicador ultramontano que sigue manejando el salón oval- está seguro de poder dar vuelta la situación. Su actitud se parece a la de John Ehrlichman antes de la caída de Nixon.

Aunque la recuperación del empleo forme parte de los indicadores que suele esgrimir la Reserva Federal para continuar elevando tasas básicas, esta vez Wall Street promovía un rebote accionario para diluir los efectos de nuevas encuestas desfavorables a George W.Bush. Según oportunos gurúes (los mismos que no apostaban a más de 210.000 puestos), el mayor margen mensual en recreación del trabajo impulsará el gasto de las personas y el crecimiento económico, todavía insuficiente.

El repunte de febrero sigue a los 170.000 puestos generados en enero y acumula 413.000 en el bimestre. No obstante, el índice de desocupación avanzó de 4,7 a 4,8% de la población activa. Ello refleja una parte de la realidad que los operadores prefieren obviar: el peor trimestre económico en tres años, vivido entre octubre y diciembre, con el ritmo anual del producto bruto interno desplomándose de 3,6 a 1,1%.

Sea como fuere, a partir del actual trimestre la economía dependerá más del aumento de empleo que de una burbuja inmobiliaria en desinfle. En cuanto a la política de la Reserva Federal, no se cree que el alza de tipos largos modifique la idea de llevar la básica del actual 4,5% a 5% en las próximas dos reuniones del comité monetario. Bajo Benjamin Bernanke, presumen observadores independientes, el banco central será mucho menos complaciente hacia la Casa Blanca o los mercados especulativos.

El deterioro de la figura presidencial es, a la vez, causa y consecuencia de percepciones negativas sobre la situación económica real o, en todo caso, la “sensación térmica” entre la gente. Bush y su equipo se ven desgastados por la pésima marcha de la guerra en Irak –Afganistán tampoco va bien-, el asunto de los puertos y un partido Republicano cuyo núcleo histórico se aleja del presidente para no hacer mal papel en las próximas elecciones parlamentarias.

Una serie de sondeos, realizados desde mediados de febrero a la semana pasada, por cierto, indican que el apoyo al presidente oscila entre apenas 33 y 37% de las muestras. Dejando de lado a Richard M.Nixon, ningún mandatario llegó a ceder tanto durante el segundo mandato. Por el contrario, Dwight Eisenhower, Ronald Reagan, James E.Carter, George W.H.Bush y William J.Clinton conservaban 45 a 60% de apoyo en igual punto de sus gestiones.

Por otra parte, 68% de republicanos y 80% de ciudadanos en general sostienen que Estados Uinidos va por mal camino. La economía preocupa, más allá del entusiasmo de analistas y medios allegados al mundo bursátil o financiero. A criterio de consultores políticos republicanos, existe correlación entre el descenso del apoyo público y el distanciamiento de senadores oficialistas respecto de la Casa Blanca.

Inclusive, la actitud de la dirigencia partidaria tiende a ser selectiva. Por un lado, rechazo de llano a personajes como el vicepresidente Richard Cheney o Donald Rumsfeld, secretario de Defensa. Por el otro, prefiere a Condoleeza Rice como interlocutora o referente (síntoma detectado hace un tiempo por el equipo de Henry Kissinger). Cuando las actitudes y decisiones de Bush lo acercan a la secretaria de Estado, los parlamentarios se muestran más conformes con el presidente. No obstante, Karl Rove –predicador ultramontano que sigue manejando el salón oval- está seguro de poder dar vuelta la situación. Su actitud se parece a la de John Ehrlichman antes de la caída de Nixon.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades