George Walker Bush sigue copando la Suprema Corte con conservadores, táctica habitual de los presidente republicanos durante el segundo mandato. Esta vez, empero, lo hace mientras pierde consenso público, en medio de una crisis de imagen: escándalos alrededor de Richard Cheney (su ex asesor jefe, procesado por perjurio y obstrucción de la justicia), la CIA pidiendo permiso para legalizar torturas de presos políticos, pésimo manejo del caso Katrina, más de dos mil soldados muertos en Irak, etc.
Bush actuó con llamativo apuro, debido al fracaso de su candidata anterior, Harriet Miers. De perfil moderado, la ex abogada personal del presidente fue ferozmente atacada por los ultraconservadores, en especial el ala evangélica.
El primer mandatario pidió al senado aprobar sin vacilaciones a Alito, hasta ahora juez federal en el tribunal de apelaciones del III circuito. El sólo hecho de remplazar a alguien tan moderado y respetado como Sandra Day O’Connor, desatará una batalla legislativa. Relativamente joven –tiene 55 años- y de familia italiana muy religiosa, se opone al aborto, detesta a los homosexuales y no ve bien a los hispanos.
George Walker Bush sigue copando la Suprema Corte con conservadores, táctica habitual de los presidente republicanos durante el segundo mandato. Esta vez, empero, lo hace mientras pierde consenso público, en medio de una crisis de imagen: escándalos alrededor de Richard Cheney (su ex asesor jefe, procesado por perjurio y obstrucción de la justicia), la CIA pidiendo permiso para legalizar torturas de presos políticos, pésimo manejo del caso Katrina, más de dos mil soldados muertos en Irak, etc.
Bush actuó con llamativo apuro, debido al fracaso de su candidata anterior, Harriet Miers. De perfil moderado, la ex abogada personal del presidente fue ferozmente atacada por los ultraconservadores, en especial el ala evangélica.
El primer mandatario pidió al senado aprobar sin vacilaciones a Alito, hasta ahora juez federal en el tribunal de apelaciones del III circuito. El sólo hecho de remplazar a alguien tan moderado y respetado como Sandra Day O’Connor, desatará una batalla legislativa. Relativamente joven –tiene 55 años- y de familia italiana muy religiosa, se opone al aborto, detesta a los homosexuales y no ve bien a los hispanos.