Bush: el pedido de fondos lo perjudica en las encuestas

Tras el mensaje de George W.Bush (domingo 7), dos encuestas indican que 68/70% del público se siente “angustiado” por la posguerra. También inquietan las primeras proyecciones de déficit fiscal 2004: US$ 562/567.000 millones.

9 septiembre, 2003

Uno de los sondeos, hecho por CNN -usualmente oficialista-, revela que apenas 32% de la muestra mantiene confianza en la gestión de posguerra. Por su parte, banqueros, analistas y ejecutivos se manifiestan preocupados por el mondo adicional (US$ 87.000 millones) solicitado al Congreso.

“No parece factible que la Casa Blanca obtenga el total de pedido. Especialmente –explicaban expertos de Yale y Chicago-, porque ello podría llevar la segunda estimación de déficit a US$ 562/567.000 millones para 2004. El ejercicio fiscal empieza el mes próximo y el actual cerrará con no menos de US$ 455.000 millones en rojo (récord nominal absoluto en la historia estadounidense).

El aspecto humano de la posguerra tampoco ayuda. Mientras Bush le hablaba al país, en Irak caían heridos dos soldados, llevando la cuenta a poco más de 1.1000 más 336 muertos. Además, Gran Bretaña enviaba 1.2000 hombres más.

El primer mandatario “ha reconocido finalmente –sostenía ayer el “Washington Post”, que había apoyado la guerra- lo obvio: la posguerra marcha mal y exigirá mucho más tiempo, tropas, gastos y sacrificios que los previstos en abril”. En ese clima, la actitud de Donald Rumsfeld resultó chocante: “el exceso de críticas nos dificulta la tarea”, dijo anoche el secretario de Defensa, sobre cuya renuncia especula la prensa en Washington, Londres y Berlín.

El funcionario y el vicepresidente Richard Cheney ven con malos ojos la última propuesta de Kofi Annan. El secretario general de ONU trata de armar, para el sábado en Ginebra, un encuentro entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Esto es, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña.

Pero los problemas fiscales siguen de cerca a los políticos. De hecho, éstos remiten a los otros, dado que la asistencia requerida por EE.UU. para la “segunda fase de posguerra” (definición de Jacques Chirac) refleja el costo de desplegar más recursos en Irak. En paralelo, la opinión pública norteamericana “ya no cree en el gobierno. En 2001, Bush anunció que el primer paquete de rebajas impositivas, por US$ 1,35 billón en diez años, estimularía la actividad. No ocurrió así”, recuerda Joseph Stiglitz, Nobel económico de ese mismo año.

Por el contrario, “la actual administración licuó el superávit legado por la anterior, US$ 230.000 millones. En 2003 –prosigue el ex vicepresidente del Banco Mundial-, dijo lo mismo respecto del segundo paquete, que el Congreso redujo de US$ 726.000 a 330.000 millones”.

Ahora, Washington “pasa la gorra entre los mismos países cuya cooperación desdeñaba en marzo. Mientras, los déficit gemelos (fiscal, comercial) aumentan porque la economía más rica del mundo no sabe vivir dentro de sus propios medios”. Al respecto, EE.UU. “siempre busca chivos emisarios. Hace veinte años, la culpa la tenía Japón. Hoy la tienen China, el yüan barato y su creciente superávit comercial”.

Pero la clave está en otra parte, pues los rojos en comercio exterior, balanza de pagos, presupuesto y –hasta cierto punto- acción social están estrechamente vinculados. “Si una economía gasta más de cuanto ahorra (indicaba Paul Krugman), debe tomar prestado. El ahorro nacional tiene un componente público decisivo, afectado desde los años 80 por las irresponsables rebajas tributarias derivadas del ofertismo en boga bajo Ronald Reagan y Bush hijo”.

Por entonces, esa gestión generó fuertes aumentos de déficit y un colapso bancario. Ahora “se repite la insensatez”, apunta Stiglitz. En las condiciones fiscales actuales, si realmente la economía real está reactivándose -sostienen profesores de Wharton y el MIT-, el ahorro privado debiera elevarse a un ritmo sin precedentes en EE.UU. u otras economías avanzadas”.

La crisis fiscal de Reagan demandó doce años para superarse y la actual “no tomará menos. Eso equivale a tres presidencias”, presume Krugman. Pero, como reflexiona el Nobel 2001, “el resto del mundo también debiera preocuparse: la globalización hace que los errores de un país líder tengan repercusiones generales. Eventualmente las economías mayores irán recobrándose y absorberán más inversión externa directa”. Pero, como EE.UU. precisa “importar” IED a razón de US$ 1.600 millones diarios, sus necesidades chocarán con las de sus rivales y habrá una formidable iliquidez global. ¿Quiénes pagarán el pato? Stiglitz, Krugman, Wharton y Yale coinciden: los países emergentes y periféricos.

Uno de los sondeos, hecho por CNN -usualmente oficialista-, revela que apenas 32% de la muestra mantiene confianza en la gestión de posguerra. Por su parte, banqueros, analistas y ejecutivos se manifiestan preocupados por el mondo adicional (US$ 87.000 millones) solicitado al Congreso.

“No parece factible que la Casa Blanca obtenga el total de pedido. Especialmente –explicaban expertos de Yale y Chicago-, porque ello podría llevar la segunda estimación de déficit a US$ 562/567.000 millones para 2004. El ejercicio fiscal empieza el mes próximo y el actual cerrará con no menos de US$ 455.000 millones en rojo (récord nominal absoluto en la historia estadounidense).

El aspecto humano de la posguerra tampoco ayuda. Mientras Bush le hablaba al país, en Irak caían heridos dos soldados, llevando la cuenta a poco más de 1.1000 más 336 muertos. Además, Gran Bretaña enviaba 1.2000 hombres más.

El primer mandatario “ha reconocido finalmente –sostenía ayer el “Washington Post”, que había apoyado la guerra- lo obvio: la posguerra marcha mal y exigirá mucho más tiempo, tropas, gastos y sacrificios que los previstos en abril”. En ese clima, la actitud de Donald Rumsfeld resultó chocante: “el exceso de críticas nos dificulta la tarea”, dijo anoche el secretario de Defensa, sobre cuya renuncia especula la prensa en Washington, Londres y Berlín.

El funcionario y el vicepresidente Richard Cheney ven con malos ojos la última propuesta de Kofi Annan. El secretario general de ONU trata de armar, para el sábado en Ginebra, un encuentro entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Esto es, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña.

Pero los problemas fiscales siguen de cerca a los políticos. De hecho, éstos remiten a los otros, dado que la asistencia requerida por EE.UU. para la “segunda fase de posguerra” (definición de Jacques Chirac) refleja el costo de desplegar más recursos en Irak. En paralelo, la opinión pública norteamericana “ya no cree en el gobierno. En 2001, Bush anunció que el primer paquete de rebajas impositivas, por US$ 1,35 billón en diez años, estimularía la actividad. No ocurrió así”, recuerda Joseph Stiglitz, Nobel económico de ese mismo año.

Por el contrario, “la actual administración licuó el superávit legado por la anterior, US$ 230.000 millones. En 2003 –prosigue el ex vicepresidente del Banco Mundial-, dijo lo mismo respecto del segundo paquete, que el Congreso redujo de US$ 726.000 a 330.000 millones”.

Ahora, Washington “pasa la gorra entre los mismos países cuya cooperación desdeñaba en marzo. Mientras, los déficit gemelos (fiscal, comercial) aumentan porque la economía más rica del mundo no sabe vivir dentro de sus propios medios”. Al respecto, EE.UU. “siempre busca chivos emisarios. Hace veinte años, la culpa la tenía Japón. Hoy la tienen China, el yüan barato y su creciente superávit comercial”.

Pero la clave está en otra parte, pues los rojos en comercio exterior, balanza de pagos, presupuesto y –hasta cierto punto- acción social están estrechamente vinculados. “Si una economía gasta más de cuanto ahorra (indicaba Paul Krugman), debe tomar prestado. El ahorro nacional tiene un componente público decisivo, afectado desde los años 80 por las irresponsables rebajas tributarias derivadas del ofertismo en boga bajo Ronald Reagan y Bush hijo”.

Por entonces, esa gestión generó fuertes aumentos de déficit y un colapso bancario. Ahora “se repite la insensatez”, apunta Stiglitz. En las condiciones fiscales actuales, si realmente la economía real está reactivándose -sostienen profesores de Wharton y el MIT-, el ahorro privado debiera elevarse a un ritmo sin precedentes en EE.UU. u otras economías avanzadas”.

La crisis fiscal de Reagan demandó doce años para superarse y la actual “no tomará menos. Eso equivale a tres presidencias”, presume Krugman. Pero, como reflexiona el Nobel 2001, “el resto del mundo también debiera preocuparse: la globalización hace que los errores de un país líder tengan repercusiones generales. Eventualmente las economías mayores irán recobrándose y absorberán más inversión externa directa”. Pero, como EE.UU. precisa “importar” IED a razón de US$ 1.600 millones diarios, sus necesidades chocarán con las de sus rivales y habrá una formidable iliquidez global. ¿Quiénes pagarán el pato? Stiglitz, Krugman, Wharton y Yale coinciden: los países emergentes y periféricos.

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