Bush: diputados rechazan su plan, objetado ya por Brzezinski

La mayoría de la cámara más 17 republicanos se pronunciaron contra la estrategia de George W.Bush, pero el rechazo no obtuvo los votos necesarios en el senado. Por su parte, un ex secretario de estado había advertido contra atacar Irán.

18 febrero, 2007

Por ahora, se trata de una declaración no vinculante –a la que tal vez se una el senado-, pero anticipa qué le ocurrirá al “presupuesto bélico” planteado por el presidente días atrás al congreso. El texto, en efecto, cuestiona el envío de 21.500 efectivos adicionales. Su única concesión consiste en rescatar el papel de los propios soldados, aunque para ello olvide abusos como los de Abú Ghreib y masacres de civiles.Aun así, no reunió en el senado los sesenta votos requeridos, aunque sí una mayoría de 56 a 34.

Sea como fuere, la resolución obtuvo 246 votos a favor y 182 en contra, tras un debate que duró 44 horas en la cámara baja. No hubo más republicanos pasándose al otro campo por una actitud típica entre conservadores de pueblo chico: “apoyar este declaración equivale a un toque de retirada”, como dijo el representante Vito Fossella. Un día antes, Bush apuntaba al tema de fondo pidiendo “financiar a nuestros bravos militares y aprobando US$ 93.000 millones adicionales para la guerra global contra el terrorismo”.

Pero, ya el 1º de febrero, un respetado experto en geopolítica advertía, ante la comisión senatorial de relaciones exteriores, que “el gobierno intenta extender la guerra a Irán.” Era Zbigniew Brzezinski, secretario de estado bajo James Carter e impulsor de los acuerdos de Camp David sobre paz en Palestina-Israel (1978).

A diferencia de muchos demócratas, el ex funcionario viene criticando la invasión a Irak desde 2003 y la relaciona con intereses petroleros cuyo operador es el vicepresidente Richard Cheney. “Esta guerra es una calamidad histórica, estratégica y moral. Se inició –sostenía ante los legisladores- partiendo de premisas falsas y ahora deteriora la legitimidad de las acciones norteamericanas. Provocada por impulsos maniqueos y una ciega arrogancia imperial, sólo agrava la inestabilidad regional”.

En una exposición privada pero no secreta, conocida recién el viernes 16, Brzezinski señala: “todo eso puede terminar, probablemente, en un conflicto con Irán y buena parte del mundo islámico”. Entre las hipótesis plausibles, existe la de “un choque buscado a sabiendas. Como el gobierno iraquí no reúne los criterios de seguridad fijados últimamente por Washington, éste le echa la culpa a Irán. En ese escenario, provocaciones shiitas en Irak o algún atentado en EE.UU. podrían ser pretexto para ‘acciones defensivas’ contra Tehrán”.

Semejantes perspectivas, sostenía el experto, “nos meterán en un pantano cada vez más hondo que abarcará Irak, Irán, Afganistán, Pakistán y otros vecinos”. Algunos ultraconservadores –el predicador findamentalista Karl Rove es uno- creen que eso despertaría una “explosión patriótica” y permitiría elegir otro presidente republicano.

Para prevenir esa clase de tentaciones, Brzezinski propuso un plan en tres fases: (1) EE.UU. debe anunciar que evacuará Irak en un plazo razonable y específico, resuelto junto con al gobierno de Bagdad, (2) convocar a un diálogo donde intervengan Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia, Libia y Pakistán, (3) encarar esfuerzos serios para solucionar la cuestión palestina. En otras palabras, un complemento a la propuesta del grupo de estudios (James Baker, Lee Hamilton), desdeñada por Bush.

En lo tocante a una “conspiración de patriotas”, la derrota electoral de noviembre la dificultaría extraordinariamente, pues pone en evidencia que hay una sociedad, un congreso y una parte de los republicanos dispuestos a frenar ideas mesiánicas. Casi lo mismo ocurre ya con el irredentismo israelí luego del fracaso en Líbano. Este fin de semana, empero, Bush seguía denunciando presuntas acciones bélicas de Irán.

Por ahora, se trata de una declaración no vinculante –a la que tal vez se una el senado-, pero anticipa qué le ocurrirá al “presupuesto bélico” planteado por el presidente días atrás al congreso. El texto, en efecto, cuestiona el envío de 21.500 efectivos adicionales. Su única concesión consiste en rescatar el papel de los propios soldados, aunque para ello olvide abusos como los de Abú Ghreib y masacres de civiles.Aun así, no reunió en el senado los sesenta votos requeridos, aunque sí una mayoría de 56 a 34.

Sea como fuere, la resolución obtuvo 246 votos a favor y 182 en contra, tras un debate que duró 44 horas en la cámara baja. No hubo más republicanos pasándose al otro campo por una actitud típica entre conservadores de pueblo chico: “apoyar este declaración equivale a un toque de retirada”, como dijo el representante Vito Fossella. Un día antes, Bush apuntaba al tema de fondo pidiendo “financiar a nuestros bravos militares y aprobando US$ 93.000 millones adicionales para la guerra global contra el terrorismo”.

Pero, ya el 1º de febrero, un respetado experto en geopolítica advertía, ante la comisión senatorial de relaciones exteriores, que “el gobierno intenta extender la guerra a Irán.” Era Zbigniew Brzezinski, secretario de estado bajo James Carter e impulsor de los acuerdos de Camp David sobre paz en Palestina-Israel (1978).

A diferencia de muchos demócratas, el ex funcionario viene criticando la invasión a Irak desde 2003 y la relaciona con intereses petroleros cuyo operador es el vicepresidente Richard Cheney. “Esta guerra es una calamidad histórica, estratégica y moral. Se inició –sostenía ante los legisladores- partiendo de premisas falsas y ahora deteriora la legitimidad de las acciones norteamericanas. Provocada por impulsos maniqueos y una ciega arrogancia imperial, sólo agrava la inestabilidad regional”.

En una exposición privada pero no secreta, conocida recién el viernes 16, Brzezinski señala: “todo eso puede terminar, probablemente, en un conflicto con Irán y buena parte del mundo islámico”. Entre las hipótesis plausibles, existe la de “un choque buscado a sabiendas. Como el gobierno iraquí no reúne los criterios de seguridad fijados últimamente por Washington, éste le echa la culpa a Irán. En ese escenario, provocaciones shiitas en Irak o algún atentado en EE.UU. podrían ser pretexto para ‘acciones defensivas’ contra Tehrán”.

Semejantes perspectivas, sostenía el experto, “nos meterán en un pantano cada vez más hondo que abarcará Irak, Irán, Afganistán, Pakistán y otros vecinos”. Algunos ultraconservadores –el predicador findamentalista Karl Rove es uno- creen que eso despertaría una “explosión patriótica” y permitiría elegir otro presidente republicano.

Para prevenir esa clase de tentaciones, Brzezinski propuso un plan en tres fases: (1) EE.UU. debe anunciar que evacuará Irak en un plazo razonable y específico, resuelto junto con al gobierno de Bagdad, (2) convocar a un diálogo donde intervengan Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia, Libia y Pakistán, (3) encarar esfuerzos serios para solucionar la cuestión palestina. En otras palabras, un complemento a la propuesta del grupo de estudios (James Baker, Lee Hamilton), desdeñada por Bush.

En lo tocante a una “conspiración de patriotas”, la derrota electoral de noviembre la dificultaría extraordinariamente, pues pone en evidencia que hay una sociedad, un congreso y una parte de los republicanos dispuestos a frenar ideas mesiánicas. Casi lo mismo ocurre ya con el irredentismo israelí luego del fracaso en Líbano. Este fin de semana, empero, Bush seguía denunciando presuntas acciones bélicas de Irán.

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