Bush atacará Irán antes de terminar el mandato, sostiene el Times

Richard Cheney admitió que “consideramos todas las opciones”. La Casa Blanca no quiere que el senado anule la resolución que permitió invadir Irak. Esas facultades pueden servir para atacar Irán. Según el “Daily telegraph”, Israel acompañará.

25 febrero, 2007

Al conocerse la actitud de George W.Bush y el vicepresidente, hasta Wall Street mostró alarma. En efecto, cualquier horizonte bélico implica factores inflacionarios, especialmente por el lado de precios de alimentos e insumos primarios. El clima hizo bajar los principales paneles 0,3% (Dow Jones industrial). 0,35% (Nasdaq compuesto) y 0,4% (Standard&Poor’s 500).

Al mismo tiempo, el “Times” londinense revelaba que altos funcionarios británicos temen que Bush ordena aciones contra Irán antes de concluir el mandato. Tiene un motivo interno: promover una “explosión patriótica” e imponer sucesor republicano. El pretexto es “no dejarle esa cuenta sin saldar al próximo presidente”, como señalaba Cheney en declaraciones a la cadena ABC. Al día siguiente, el “Daily telegraph” –otro periódico conservador- reveló que Washington planea abrirle a Tel Aviv un corredor aéreo para atacar Irán pasando sobre Irak.

Los senadores demócratas, en realidad, preparan una resolución que limitará la misión militar en Irak y, por tanto, dejará sin asidero jurídico al espectacular despliegue de fuerzas en pleno golfo Pérsico. Otra consecuencia de esa medida será el retiro gradual de tropas en la Mesopotamia. Técnicamente, será una propuesta para anular la resolución de 2002 (votada entonces por varios demócratas, entre ellos Hillary Rodham Clinton). Eso equivaldrá a torpedear el plan B de Bush y plegarse a las recomendaciones del grupo de estudio sobre Irak (James Baker, Lee Hamilton).

Con notable imprudencia, aquella resolución daba excesiva latitud al presidente (más de la otorgada en Vietnam, 1968), autorizándolo a emplear “las fuerzas armadas como lo estimase necesario y apropiado para defender la seguridad nacional contra la continua amenaza planteada por Irak”. Por entonces, Washington había armado una campaña de acción psicológica basada en tres premisas falsas: un arsenal de armas de destrucción masiva en poder de Saddam Huséin, supuesta alianza con al-Qa’eda y su participación en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Ante las noticias del Capitolio, Antony Fratto –vocero de la Casa Blanca- se negó a “discutir hipótesis legislativas de los demócratas”. A su juicio, la oposición “se encuentra dividida al respecto, como se evidenció en la sesión del sábado 17 en la cámara baja”. Sea como fuere, Bush resistirá intentos de anular la resolución de 2002.

Por supuesto, el poder ejecutivo no puede constitucionalmente desobedecer leyes, resoluciones ni anulaciones del poder legislativo. Hasta el momento, el presidente se limita a luchar por los US$ 100.000 extras pedidos para aumentar esfuerzos bélicos en Irak y Afganistán. Pero hay dos factores posteriores a la presentación del propuesto: el “show” militar ante las costas de Irán –acompañado por crecientes denuncias de interferencia persa en Irak- y el desborde de la guerra afgana sobre Pakistán y Cachemira.

Esto alarma a India, China y Rusia. Específicamente, se espera una ola de ataques talibán, en alianza con al-Qa’eda local, sobre Waziristán, Beluchistán (provincias pakis sobre la frontera afgana). Al mismo tiempo, habrá disrubios y atentados en Jammu y Cachemira. La primera está ocupada por Pakistán desde 1947, la segunda por India. En síntesis, si Washington se lanza sobre Tehrán, la cuenta que Bush dejará será imposible de salda en años.

Al conocerse la actitud de George W.Bush y el vicepresidente, hasta Wall Street mostró alarma. En efecto, cualquier horizonte bélico implica factores inflacionarios, especialmente por el lado de precios de alimentos e insumos primarios. El clima hizo bajar los principales paneles 0,3% (Dow Jones industrial). 0,35% (Nasdaq compuesto) y 0,4% (Standard&Poor’s 500).

Al mismo tiempo, el “Times” londinense revelaba que altos funcionarios británicos temen que Bush ordena aciones contra Irán antes de concluir el mandato. Tiene un motivo interno: promover una “explosión patriótica” e imponer sucesor republicano. El pretexto es “no dejarle esa cuenta sin saldar al próximo presidente”, como señalaba Cheney en declaraciones a la cadena ABC. Al día siguiente, el “Daily telegraph” –otro periódico conservador- reveló que Washington planea abrirle a Tel Aviv un corredor aéreo para atacar Irán pasando sobre Irak.

Los senadores demócratas, en realidad, preparan una resolución que limitará la misión militar en Irak y, por tanto, dejará sin asidero jurídico al espectacular despliegue de fuerzas en pleno golfo Pérsico. Otra consecuencia de esa medida será el retiro gradual de tropas en la Mesopotamia. Técnicamente, será una propuesta para anular la resolución de 2002 (votada entonces por varios demócratas, entre ellos Hillary Rodham Clinton). Eso equivaldrá a torpedear el plan B de Bush y plegarse a las recomendaciones del grupo de estudio sobre Irak (James Baker, Lee Hamilton).

Con notable imprudencia, aquella resolución daba excesiva latitud al presidente (más de la otorgada en Vietnam, 1968), autorizándolo a emplear “las fuerzas armadas como lo estimase necesario y apropiado para defender la seguridad nacional contra la continua amenaza planteada por Irak”. Por entonces, Washington había armado una campaña de acción psicológica basada en tres premisas falsas: un arsenal de armas de destrucción masiva en poder de Saddam Huséin, supuesta alianza con al-Qa’eda y su participación en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Ante las noticias del Capitolio, Antony Fratto –vocero de la Casa Blanca- se negó a “discutir hipótesis legislativas de los demócratas”. A su juicio, la oposición “se encuentra dividida al respecto, como se evidenció en la sesión del sábado 17 en la cámara baja”. Sea como fuere, Bush resistirá intentos de anular la resolución de 2002.

Por supuesto, el poder ejecutivo no puede constitucionalmente desobedecer leyes, resoluciones ni anulaciones del poder legislativo. Hasta el momento, el presidente se limita a luchar por los US$ 100.000 extras pedidos para aumentar esfuerzos bélicos en Irak y Afganistán. Pero hay dos factores posteriores a la presentación del propuesto: el “show” militar ante las costas de Irán –acompañado por crecientes denuncias de interferencia persa en Irak- y el desborde de la guerra afgana sobre Pakistán y Cachemira.

Esto alarma a India, China y Rusia. Específicamente, se espera una ola de ataques talibán, en alianza con al-Qa’eda local, sobre Waziristán, Beluchistán (provincias pakis sobre la frontera afgana). Al mismo tiempo, habrá disrubios y atentados en Jammu y Cachemira. La primera está ocupada por Pakistán desde 1947, la segunda por India. En síntesis, si Washington se lanza sobre Tehrán, la cuenta que Bush dejará será imposible de salda en años.

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