Bush acaba de relanzar el proyecto “guerra de las galaxias”

En nombre de “la seguridad nacional”, Estados Unidos busca controlar el acceso al espacio. El 31 de agosto, el presidente firmó una directiva en ese sentido, recién divulgada hace algunos días.

19 octubre, 2006

Por supuesto, sus críticos ya la llaman “star wars revisited”, o sea “regreso a la guerra de las galaxias”, aludiendo a la interminable saga cinematográfica. Lo cierto es que el documento, titulado “US national space policy” (política espacial nacional), comienza rechazando todo tipo de acuerdo sobre armamentos estratégicos “que limite nuestra acción en el espacio”.

Más adelante, prohíbe “el acceso al espacio a cualquier estado hostil a nuestros intereses”. Con buen sentido del humor y aludiendo a “Star trek” (Viaje a las estrellas, la saga pacifista opuesta a “Guerra de las galaxias”), un diario alemán se pregunta “¿y si aparecen klingon, romulanos o, peor, el Dominio?”.

En algunos aspectos, la nueva doctrina es más ambiciosa que la lanzada por Ronald Reagan en los años 80 o la reformulada por Bush padre en los 90. La directiva, en efecto, define sin ambages un objetivo de largo plazo: “asegurar la supremacía de Estados Unidos en la atmósfera y fuera de ella”. Así señala un resumen de diez páginas publicado, no casualmente, durante un feriado largo, este mes.

Naturalmente, se ha desatado una amplia polémica. Mientras tanto, George W.Bush, su neurona –el vicepresidente Richard Cheney- y el secretario de defensa, Donald Rumsfeld, no abren la boca. Algo poco usual en ellos. “Este documento aumenta sospechas de que Washington quiere desarrollar, probar y desplegar un arsenal espacial, cuyo costo nadie atina a figurarse”, sostiene Michael Krepon, experto en el tema. A criterio de Theresa Hitchens (Centro para información sobre defensa), “se abre la puerta a una estrategia de guerra en el espacio, expuesta con tono desafiante y unilateral”.

En contraste, James Baker –secretario de estado en los 90- y allegados a su sucesora, Condoleezza Rice, encaran diálogos con Siria e Irán para acabar con la guerra civil iraquí y permitir una retirada ordenada de las tropas ocupantes. El plan no descarta dividir el país en tres zonas autónomas: noreste (kurda), central (shi’í), sur (sunní). En síntesis, Washington piensa en guerras cósmicas, pero ya no puede manejar Irak ni Afganistán.

Mientras tanto, Norcorea es un espinoso problema con dificultades propias y, de paso, pone en evidencia que EE.UU. ya no puede insistir en estrategias unilaterales. Por supuesto, la directiva espacial implica otro problema: la reacción de Rusia, China y la Unión Europea, que tienen sus propios programas espaciales.

Por supuesto, sus críticos ya la llaman “star wars revisited”, o sea “regreso a la guerra de las galaxias”, aludiendo a la interminable saga cinematográfica. Lo cierto es que el documento, titulado “US national space policy” (política espacial nacional), comienza rechazando todo tipo de acuerdo sobre armamentos estratégicos “que limite nuestra acción en el espacio”.

Más adelante, prohíbe “el acceso al espacio a cualquier estado hostil a nuestros intereses”. Con buen sentido del humor y aludiendo a “Star trek” (Viaje a las estrellas, la saga pacifista opuesta a “Guerra de las galaxias”), un diario alemán se pregunta “¿y si aparecen klingon, romulanos o, peor, el Dominio?”.

En algunos aspectos, la nueva doctrina es más ambiciosa que la lanzada por Ronald Reagan en los años 80 o la reformulada por Bush padre en los 90. La directiva, en efecto, define sin ambages un objetivo de largo plazo: “asegurar la supremacía de Estados Unidos en la atmósfera y fuera de ella”. Así señala un resumen de diez páginas publicado, no casualmente, durante un feriado largo, este mes.

Naturalmente, se ha desatado una amplia polémica. Mientras tanto, George W.Bush, su neurona –el vicepresidente Richard Cheney- y el secretario de defensa, Donald Rumsfeld, no abren la boca. Algo poco usual en ellos. “Este documento aumenta sospechas de que Washington quiere desarrollar, probar y desplegar un arsenal espacial, cuyo costo nadie atina a figurarse”, sostiene Michael Krepon, experto en el tema. A criterio de Theresa Hitchens (Centro para información sobre defensa), “se abre la puerta a una estrategia de guerra en el espacio, expuesta con tono desafiante y unilateral”.

En contraste, James Baker –secretario de estado en los 90- y allegados a su sucesora, Condoleezza Rice, encaran diálogos con Siria e Irán para acabar con la guerra civil iraquí y permitir una retirada ordenada de las tropas ocupantes. El plan no descarta dividir el país en tres zonas autónomas: noreste (kurda), central (shi’í), sur (sunní). En síntesis, Washington piensa en guerras cósmicas, pero ya no puede manejar Irak ni Afganistán.

Mientras tanto, Norcorea es un espinoso problema con dificultades propias y, de paso, pone en evidencia que EE.UU. ya no puede insistir en estrategias unilaterales. Por supuesto, la directiva espacial implica otro problema: la reacción de Rusia, China y la Unión Europea, que tienen sus propios programas espaciales.

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