Ya en la cuarta gran revolución industrial

El umbral de un cambio tecnológico que cambiará la forma en que se vive, se trabaja y se relaciona.

8 febrero, 2018

Súper computación móvil, digitalización, robots inteligentes, autos que se manejan solos. Las empresas globales están a punto de integrar sus operaciones en un todo digital indiferenciado. Y cuando lo hagan, el mundo será otro.

Las revoluciones industriales son momentos decisivos. Según muchas estimaciones, solo hubo tres. La primera, en el siglo 18, generada por el motor a vapor y la lanzadera mecánica. La segunda fue consecuencia de la aparición de la electricidad y la fabricación masiva a comienzos del siglo 20. La tercera sobrevino con el advenimiento de la computación después de la Segunda Guerra Mundial.

Tal vez sea pronto para anunciar, dicen tres investigadores de PwC, que está comenzando la cuarta revolución industrial, generada por la tecnología digital. Sin embargo, Henning Kagermann, jefe de la Academia Alemana de Ciencia y Tecnología, anunció justamente eso cuando en 2011 usó el término Industria 4.0 para describir la iniciativa industrial auspiciada por el gobierno. 

El concepto Industria 4.0 alude a la combinación de varias de las grandes innovaciones en tecnología digital, todas llegando a la madurez en este momento y listas para transformar la energía y la manufactura. Esas tecnologías incluyen robótica avanzada e inteligencia artificial, sensores avanzados, cloud computing; Internet de las cosas; big data y analytics; fabricación digital (que incluye impresión en 3D); software como servicio; teléfonos y dispositivos móviles; plataformas que usan algoritmos para dirigir vehículos y la inclusión de todos esos elementos en una cadena de valor global, compartida por muchas compañías de muchos países. 

Con frecuencia pensamos en esas tecnologías en forma separada, dicen Reinhard Geissbauer, Jesper Vedsø y Stefan Schrauf, pero cuando se juntan, integran los mundos físico y virtual. Eso permite una nueva y poderosa forma de organizar las operaciones globales.

Con el modelo Industria 4.0, el diseño y el desarrollo del producto tiene lugar en laboratorios simulados donde se utilizan modelos digitales de fabricación. Los productos toman forma tangible sólo cuando se han resuelto los principales problemas de diseño e ingeniería. 

Esta infraestructura, aunque en sus primeras etapas, ya está transformando la manufactura. Las compañías que adoptan Industria 4.0 están comenzando a hacer el monitoreo de todo lo que producen “desde la cuna hasta la tumba” y pueden, por ejemplo, enviar mejoras a productos ya vendidos. Aprenden customización masiva, o sea la capacidad para hacer productos de a uno en forma tan económica como lo hacían masivamente en el siglo 20. 

El movimiento Industria 4.0 comenzó en Alemania donde ya hay muchas grandes compañías industriales con iniciativas poderosas. La lista incluye a BASF, Bosch, Daimler, Deutsche Telekom, Klöckner & Co. y Trumpf. La ola se expande hacia otros países, especialmente Estados Unidos, Japón, China, los países nórdicos y Gran Bretaña. Empresas gigantescas como Siemens y GE se han volcado de lleno al movimiento. 

Los resultados de una encuesta que realizó PwC en 2015 entre más de 2.000 empresas en 26 países muestran que un tercio de los respondentes manifestaron que sus compañías ya habían logrado altos niveles de integración y digitalización y que 72% de ellas esperaba alcanzarlos para 2020. 

Este entusiasmo revela que hay mucha expectativa de grandes recompensas en los resultados de los negocios.

 

Una telaraña de tecnologías

Tres aspectos de digitalización forman el núcleo del método Industria 4.0:

• La total digitalización de las operaciones de una compañía, integradas verticalmente (para incluir cada función y la jerarquía completa) y horizontalmente (conectando a los proveedores, socios y distribuidores en la cadena de valor y transfiriendo datos entre ellos en forma constante).  Por ejemplo, un sistema de administración de inventario que conecta a los retailers, centros de distribución, transportistas, fabricantes y proveedores. Cada uno recibe en forma transparente información sobre los otros niveles de la oferta, ingresa y cumplimenta pedidos automáticamente y dispara instancias de mantenimiento y mejoras. Eso elimina cuellos de botella y los típicos faltantes en la cadena de suministro y permite a la cadena compensar interrupciones imprevistas (como las que ocurren en desastres naturales) y testear nuevos productos y servicios fácilmente en lugares geográficos específicos.  Un ejemplo más avanzado es el diseño de instalaciones para la fabricación flexible, que usan robots programables para realizar la mayoría de las operaciones. Ellas representan la virtualización del mundo físico. En ellas se pueden crear prototipos de nuevos productos antes de acometer la fabricación real. Avances de este tipo hacen más fácil y más barato llevar nuevos productos al mercado, donde además es más fácil y más barato testear las nuevas ofertas antes de hacer un lanzamiento total.

• El rediseño de productos y servicios para que se les pueda incrustar software ad-hoc para que, a su vez, los productos adquieran interactividad, controlen su propia actividad y sus resultados junto a la actividad de otros productos a su alrededor. Los datos que generan esos productos y servicios, cuando se los recoge y se los analiza, indican cómo están funcionando los productos y cómo se los está usando. Por ejemplo, los equipos que se usan en un puerto o en una obra en construcción ahora pueden detectar un inminente fallo mecánico e impedirlo. La próxima generación de este equipo podrá comparar la eficiencia de varias máquinas y sugerir una utilización más eficiente. Otro ejemplo es el software para un vehículo, que está evolucionando para permitir que los autos, camiones y otro tipo de vehículo sean reparados mediante actualizaciones de software en lugar de mecánicos.  Los productos industriales que monitorean su propia actividad también permitirán saber mucho más de aquellos que los usan: cómo operan, dónde sufren demoras y cómo solucionan los problemas. Los fabricantes pueden usar esa información para desarrollar nuevos productos y servicios más rentables.

• Mayor interacción con los clientes, hecha posible por estos nuevos procesos, productos y servicios. Industria 4.0 permite a la cadena de valor reaccionar con más celeridad para que los fabricantes industriales puedan llegar a los clientes finales más directamente y adaptar a ellos sus modelos de negocios. Cada vez son más los productos que se están ofreciendo como servicios, a menudo por suscripción. Uno de los muchos ejemplos es Atlas Copco, fabricante sueca de compresores de aire que está dejando de vender sus equipos directamente para facturar solo el aire comprimido que se usa. Las máquinas instaladas en las instalaciones del cliente pueden monitorear el flujo de aire y ajustar la salida a las necesidades del cliente. Para que Industria 4.0 funcione es preciso introducir grandes cambios en las prácticas y estructuras de la organización. Esos cambios incluyen nuevas formas de arquitectura de IT y de gestión de datos, nuevos sistemas regulatorios y de cumplimiento impositivo, nuevas estructuras organizacionales y, especialmente, una nueva cultura con orientación digital donde el análisis de los datos debe ser una de las capacidades centrales de la empresa.  En el estudio realizado por PwC, la dificultad citada con más frecuencia para crear una capacidad analítica fue la escasez de personas con experiencia para realizar el análisis. Otras preocupaciones –mala calidad de los datos, dificultad de acceso a los datos adecuados y carencia de apoyo para los niveles altos– refuerzan lo que se sabe de hace tiempo: hacer data analytics es difícil. Los procesos de Industria 4.0 brindan montañas de datos sobre las demandas de los clientes y la logística en la cadena de valor. Pero si no se les puede extraer un sentido a esos datos y si no se los usa para mejorar la eficiencia, para acercarse a los socios en la cadena de suministro y desarrollar productos y servicios que los clientes realmente necesitan y desean, gran parte de ese esfuerzo se pierde. Las primeras en avanzar Este movimiento plantea muchos desafíos. Requiere apertura con los datos y colaboración a punto tal que genera incomodidad en muchas empresas. Los requisitos de capacidades tecnológicas y habilidades humanas suelen ser difíciles de encontrar. Implican formas nuevas y desconocidas de organizar la producción. 

Tal vez lo más abrumador sea que implica una especie de acto de fe; hay que invertir hoy mientras muchos de los productos y procesos necesarios para el proyecto todavía no se conocen. No obstante, las empresas que no se animen, que esperan a ver cómo resulta todo eso antes de invertir, se quedarán atrás. Klaus Schwab, fundador del World Economic Forum, dice en su reciente libro “La cuarta revolución industrial”: A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, ésta está evolucionando no en forma lineal sino exponencial… no solo está cambiando el qué y el cómo de hacer las cosas, sino que también pone sobre el tapete la pregunta de quiénes somos”. 

Un pequeño grupo de empresas –71 de las respondentes a la encuesta, que representan 4% del total– optaron por mostrar el camino. Estas “primeras empresas” dicen que han invertido 6% o más de sus ingresos desde 2013 en esfuerzos de Industria 4.0 y dicen también que han alcanzado altos niveles de digitalización y ventaja competitiva. Parecería que están obteniendo recompensas rápidas en eficiencia, ahorro de costos y oportunidades para innovación. 

Parte de la ventaja que disfrutan tiene que ver con el círculo virtuoso que inician cuando se mueven más velozmente que sus competidoras. Si las primeras en avanzar consiguen los esperados ahorros de costos y aumentos de ingresos van a generar más capital para reinvertir en sus estrategias, lo que les permitirá mejorar su desempeño operativo y aumentar su distancia respecto de las demás. En consecuencia, las inversiones que tendrán que hacer las que se rezagaron para ponerse a la par serán mayores.  Un factor todavía más importante es el de las plataformas que crean estas primeras empresas en avanzar hacia la cuarta revolución. Una plataforma es un nexo de intercambio y de tecnología interoperable que permite a una gran cantidad de vendedores y clientes interactuar sin inconvenientes.  Las empresas más exitosas del software y de Internet –Amazon, Apple, eBay, Facebook, Google y Microsoft entre otras– todas ellas consolidaron su posición con plataformas poderosas y peculiares. Apple y Google, por ejemplo, recaudan 30% de sus ingresos con apps que venden en sus tiendas respectivas. 

Las empresas que avanzan hacia la industria 4.0 buscarán una ventaja similar. GE y Siemens ya comienzan a fortalecer su posición como proveedoras de plataformas. Cada una ha desarrollado un sistema basado en la nube para conectar máquinas, dispositivos y sistemas de varias compañías. Así, facilitan transacciones, operaciones y logística entre ellas y de paso recaban y analizan datos para uso de todas. 

En una plataforma industrial de este tipo, la información necesaria para hacer inteligencia de mercado, obtenida a través de la maquinaria y de la conducta de la gente en el sistema, es aprovechada para el desarrollo y manufactura de productos. Además están conectados los equipos y el software de múltiples vendedores con conexiones que van más allá de las paredes de la propia compañía, hacia la cadena de valor a distribuidores y proveedores externos.  El efecto directo de todo esto es poner al cliente más cerca de las operaciones, analizar los datos para poder anticipar mejor sus necesidades, mejorar productos y desarrollar nuevas ofertas, a menudo customizadas a nivel personal. 

Las compañías más chicas también pueden establecerse a través del concepto de plataforma. Algunos fabricantes de paneles solares, por ejemplo, han creado novedosos modelos de ingresos. En lugar de vender los paneles directamente a sus clientes empresariales, venden la energía eléctrica que generan. El fabricante instala los paneles (financiando los altísimos costos iniciales), los mantiene y los actualiza. A cambio, el cliente firma un contrato a 20 o 30 años. El fabricante supone que, ocurra lo que ocurra durante las siguientes décadas, su habilidad con analytics le permitirá adoptar nuevas tecnologías y entregar energía a bajo costo.

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