<p>Originalmente, el esquema hoy retocado por Gordon Brown buscaba financiar las asistencia a países pobres, que eran más en los años 70. Tobin pretendía llenar un vacío de los tantos creados cuando Richard Nixon derogó, en agosto de 1971, la convertibilidad del oro en dólares. Eso desató un alza de metal, que alcanzó a US$ 850 en enero de 1980. Para igualar ese valor en términos constantes, la onza debiera costar ahora unos 1.800.</p>
<p>El sistema del economista neokeynesiano postulaba una sobretasa de 1% (después la bajó a 0,1/0,5%) para desincentivar transacciones especulativas en un “casino supranacional”. Particularmente en épocas de crisis y cuando ya los derivativos generaban operaciones de aire desde 1990 e inflaban valores ficticios. Ya en 1989, el “consenso de Washington” –inspirado en la escuela de Chicago- brindaba un marco geopolítico a medida.</p>
<p>La propuesta intentó ser reflotaba varias veces, pero los discípulos de Milton Friedman –enquistados desde los años 50 en las instituciones de Bretton Woods- o Robert Lucas la torpedeaban. Bastó un ensayo en Suecia (1988) para que los operadores hundieran el mercado y, con él, el impuesto Tobin, descartado por fin en 1991.</p>
<p>Pero la idea se negaba a morir. La crisis sistémica estallada en el sudeste asiática en 1997/8, contagiada a Rusia, Sudamérica y parte de África, generó en París el “movimiento ataque”, Pero ciertos ribetes de populismo tercermundista alejaron a Tobin de ese grupo en 2001. Ahora, es posible que la versión Brown tenga posibilidades, máxime con el consenso de Washington eliminado de escena.</p>
<p>Obviamente, como en oportunidades anteriores, la posición de Estados Unidos oscila entre hostil y reticente: buena parte del equipo económico que rodea a Barack Obama es monetarista. Por supuesto, Europa occidental parece más favorable, aunque con dos reparos. Primero, falta definir la autoridad de aplicación, que podría ser un nuevo Fondo Monetario, purgado de técnicos ortodoxos. Segundo, si no se aplica sintonía fina, el gravamen (sería de 0,25%) simplemente generará pases de activos volátiles entre una plaza y otra o a paraísos fiscales.</p>
<p>En cuanto al objeto del impuesto, es claro: la masa global de futuros y opciones. Según la asociación internacional de pases y derivativos (ISDA en inglés), el monto se ha expandido de US$ 278.900 millones en 2003 a 981.560 millones en 2008 (o sea 251.2%).<br />
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Brown propone al G-20 una forma del gravamen Tobin
Como hiciera su compatriota, Nobel 1981, el premier británico sugiere un impuesto (no una tasa) a la especulación financiera, por sobre los bancos centrales. James Tobin lo planteó en 1972 y 2001, a un año de morir. Pero lo bloquean desde entonces.