viernes, 27 de diciembre de 2024

Brown propone al G-20 una forma del gravamen Tobin

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Como hiciera su compatriota, Nobel 1981, el “premier” británico sugiere un impuesto (no una tasa) a la especulación financiera, por sobre los bancos centrales. James Tobin lo planteó en 1972 y 2001, a un año de morir. Pero lo bloquean desde entonces.

<p>Originalmente, el esquema hoy retocado por Gordon Brown buscaba financiar las asistencia a pa&iacute;ses pobres, que eran m&aacute;s en los a&ntilde;os 70. Tobin pretend&iacute;a llenar un vac&iacute;o de los tantos creados cuando Richard Nixon derog&oacute;, en agosto de 1971, la convertibilidad del oro en d&oacute;lares. Eso desat&oacute; un alza de metal, que alcanz&oacute; a US$ 850 en enero de 1980. Para igualar ese valor en t&eacute;rminos constantes, la onza debiera costar ahora unos 1.800.</p>
<p>El sistema del economista neokeynesiano postulaba una sobretasa de 1% (despu&eacute;s la baj&oacute; a 0,1/0,5%) para desincentivar transacciones especulativas en un &ldquo;casino supranacional&rdquo;. Particularmente en &eacute;pocas de crisis y cuando ya los derivativos generaban operaciones de aire desde 1990 e inflaban valores ficticios. Ya en 1989, el &ldquo;consenso de Washington&rdquo; &ndash;inspirado en la escuela de Chicago- brindaba un marco geopol&iacute;tico a medida.</p>
<p>La propuesta intent&oacute; ser reflotaba varias veces, pero los disc&iacute;pulos de Milton Friedman &ndash;enquistados desde los a&ntilde;os 50 en las instituciones de Bretton Woods- o Robert Lucas la torpedeaban. Bast&oacute; un ensayo en Suecia (1988) para que los operadores hundieran el mercado y, con &eacute;l, el impuesto Tobin, descartado por fin en 1991.</p>
<p>Pero la idea se negaba a morir. La crisis sist&eacute;mica estallada en el sudeste asi&aacute;tica en 1997/8, contagiada a Rusia, Sudam&eacute;rica y parte de &Aacute;frica, gener&oacute; en Par&iacute;s el &ldquo;movimiento ataque&rdquo;, Pero ciertos ribetes de populismo tercermundista alejaron a Tobin de ese grupo en 2001. Ahora, es posible que la versi&oacute;n Brown tenga posibilidades, m&aacute;xime con el consenso de Washington eliminado de escena.</p>
<p>Obviamente, como en oportunidades anteriores, la posici&oacute;n de Estados Unidos oscila entre hostil y reticente: buena parte del equipo econ&oacute;mico que rodea a Barack Obama es monetarista. Por supuesto, Europa occidental parece m&aacute;s favorable, aunque con dos reparos. Primero, falta definir la autoridad de aplicaci&oacute;n, que podr&iacute;a ser un nuevo Fondo Monetario, purgado de t&eacute;cnicos ortodoxos. Segundo, si no se aplica sinton&iacute;a fina, el gravamen (ser&iacute;a de 0,25%) simplemente generar&aacute; pases de activos vol&aacute;tiles entre una plaza y otra o a para&iacute;sos fiscales.</p>
<p>En cuanto al objeto del impuesto, es claro: la masa global de futuros y opciones. Seg&uacute;n la asociaci&oacute;n internacional de pases y derivativos (ISDA en ingl&eacute;s), el monto se ha expandido de US$ 278.900 millones en 2003 a 981.560 millones en 2008 (o sea 251.2%).<br />
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