Brexit: faltan solo tres semanas

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A tan poco tiempo del vencimiento del plazo, nada es seguro todavía.

 En solo tres semanas más, Gran Bretaña abandona la Unión Europea, agrupación a la que perteneció durante los últimos 46 años. En este momento, nadie sabe qué va a pasar exactamente.

La primera ministro Theresa May trazó los próximos pasos en este final de proceso: tres votaciones que tendrán lugar en la Cámara de los Comunes el 12,13 y 14 de marzo que deberían aportar claridad o, como viene pasando desde 2016, más confusión. Esas votaciones, sobre los términos y el momento de la salida del país todavía podrían conducir a una serie de escenarios.

Algunos posibles: una versión más suave de Brexit con lazos más estrechos con la UE, un segundo referéndum y el temido “Brexit sin acuerdo” en el cual el Reino Unido se va del bloque sin haber acordado términos para la transición.

La primera votación, el martes de esta semana, es para decidir sobre el acuerdo de Theresa May, que ya ha sido rechazado una vez. Si es rechazado otra vez, “nadie sabe lo que va a pasar”, ha dicho May.

Sea lo que sea que ocurra, el daño ya está hecho. Muchas empresas han decidido que no pueden subsistir con tanta incertidumbre y han decidido retirarse de Gran Bretaña. El Bank of America está gastando US$400 millones para transferir sus oficinas centrales europeas a Dublin. EasyJet, la aerolínea low cost más grande de Bran Bretaña, ha tenido que transferir su dominio a europeos no británicos. Las empresas más pequeñas que no tienen suficiente respaldo financiero para conseguir asesoramiento legal —o personal dedicado a planificar la contingencia del Brexit – están más o menos estancadas. O siguen como siempre con su negocio rogando que todo salga bien o dedican tiempo y dinero a hacer acopios de stock y otras medidas pensando en el peor de los escenarios. En cualquiera de los casoss, el impacto de la votación sobre la economía daña a todos.

 

Aun en medio de la desaceleració global, la economía británica se destaca por su aletargamiento. Las inversiones se desplomaron desde el referéndum y muchos migrantes europeos que son los trabajadores clave para cubrir los sectores de bajos salarios ya dejaron de llegar.

 

Aunque el Brexit se suavice, se demore o se cancele, el daño reputacional que Gran Bretaña se ha autoinfligido no va a ser fácil de reparar. Las empresas no pueden revertir completamente sus decisiones de abrir oficinas en otro país, trasladar al personal o redirigir sus inversiones. Gran Bretaña será más pobre luego de decidir abandonar la Unión Europea, no importa cómo, cuándo o si finalmente decide hacerlo.

 

 

 

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