En el día de ayer, la comisión de política monetaria de Brasil decidió nuevamente subir las tasas de interés en un renovado esfuerzo por presentarse ante los inversores como un país capaz de controlar la inflación.
El Banco central de Brasil, uno de los pocos en el mundo que eno es formalmente independiente del gobierno central, decidió la cuarta suba en un año acumulando una subida de 6,27% en ese periodo, superior a la meta de 4,5% que el gobierno se impuso para todo el año.
Mayores tasas suponen un encarecimiento del crédito, algo que puede frenar el consumo interno, el principal motor de la economía nacional, y hacer cuesta arriba la recuperación del país tras dos años de desaceleración. La economía creció 0,6% en el primer trimestre, menos de lo prevista.
El Banco Central de Brasil no dio indicaciones claras si está preparado para frenar el ciclo de aumentos de tasas por ahora.
El organismo reiteró el mismo mensaje conciso en su comunicado posterior a la decisión, dejando a los analistas con la interrogante.
Aunque la mayoría de los analistas cree que éste podría ser el último incremento de la tasa este año, un creciente número de ellos reconoció que el banco podría elevarla un poco más para contrarrestar posibles choques generados por un inminente endurecimiento monetario en Estados Unidos.