En efecto, el país pasó de ser motor de la economía mundial como uno de los Bric de mejor desempeño a ser el pato rengo entre las economía en desarrollo. La verdad es que bate récords en todo lo que puede salir mal. El desempleo está por las nubes, la confianza en las empresas se desplomó, la agencia calificadora Standard & Poor está estudiando bajarle la nota a basura.
De todo el grupo de los mercados emergentes, Solo Rusia se calcula que va a tener peores resultados que Brasil
A solo seis meses de comenzar su segundo término presidencial, Dilma Rousseff tiene la peor imagen de la historia democrática reciente de Brasil. Además, la debilidad de la economía hace peligrar todos los logros del partido de izquierda gobernante durante los últimos 13 años en el poder.
No hay crisis de cuenta corriente, pues el país tiene la mayor acumulación del mundo en divisas extranjeras: US$ 369.000 millones. Como el resto de los países emergentes, Brasil sufre el final de la era dorada de los commodities y la disminución de la demanda de China además del agotamiento de un boom nacional de crédito. Pero la gravedad de lo que se vive hoy, además del escándalo de corrupción en Petrobras, se le adjudica a la presidente por prolongar la fiesta mediante controles de precios y un programa de estímulos poco eficaz.